Para esta casa de playa, la arquitecta peruana Valerie More diseñó dos grandes módulos que conversan de forma abierta, pero a la vez funcionan con independencia. Concreto expuesto, techos altos y espacios amplios predominan en su nuevo proyecto.
Por Gonzalo Galarza Cerf / Fotos de Christopher Schreier
La casa fue diseñada en un momento de sus vidas en que iban a priorizar sus pasiones: él es un amante de la cocina; ella, de la decoración. Ambos son grandes anfitriones. Entonces, al encargar el proyecto a la arquitecta Valerie More, la cocina se transformó en el centro del proyecto, y la terraza, en el corazón. Siendo personas muy sociales, con hijos grandes y nietos pequeños, sabían que iban a recibir y atender a su familia y amigos los fines de semana. Pero durante la semana iban a estar solo ellos dos. Por eso, la casa fue pensada para que la pudieran abrir y usar sin necesidad de habilitarla por completo.
Partieron, cuenta la arquitecta More, del terreno de dos mil metros cuadrados ubicado sobre la falda de un cerro en Asia Golf Club, partieron de los vientos que vienen del mar, las vistas del paisaje y el atardecer. La idea era que la casa fuera parte de la cancha de golf que recorre el condominio. “El terreno nos fue dando las directrices de cómo acomodar los volúmenes por medio de patios que se fueron abriendo hacia el paisaje”, ilustra. Así, al ingresar por un patio abierto, la casa se revela con una estructura de concreto transversal al lote.
En ese módulo, se descubre el bar, la sala con chimenea para las noches de invierno (la casa está pensada para ser habitada todo el año) y el comedor; todo abierto y de cara hacia la terraza, piscina, jardín y cancha de golf. Y a los extremos está el dormitorio principal, apenas resguardado por una mampara y unos bloques de concreto en diagonal para preservar la intimidad; y la cocina, que se conecta con la terraza.
Techos altos y espacios amplios
La terraza, imponente por sus dimensiones y su estructura de vigas de concreto expuesto, alberga a la sala, el comedor, la barra, la parrilla y el horno de barro, y atesora todos los implementos para que el dueño pueda hacer, por ejemplo, paella o salteados al wok. En todo el proceso, More trabajó de la mano con los propietarios. Que la cocina tuviera ventanas abiertas para conectarse con la terraza y esté revestida de melamina de grafito, por ejemplo, fue idea de él.
“Fueron muy activos en las decisiones, y lo mejor fue que les gustó la arquitectura moderna con muchos elementos de concreto expuesto, techos altos y espacios amplios”, cuenta la arquitecta. Los ambientes, al estar a un mismo nivel, hacen que la casa resulte cómoda para transitarla, como si existiera una comunicación abierta entre ellos. Un diálogo que se detiene en esa amplia terraza que mira hacia la apacible piscina, antes de pisar el jardín.
Para More, el techo de la terraza resulta muy especial por su diseño: posee vigas de gran formato que se entrelazan entre sí, y cuenta con espacios abiertos, sin sol y sombra, y otros con viguetas de madera y policarbonato. Además, diseñó una canaleta de concreto dentro de la viga principal, que recoge el agua de lluvia y la baja por una de las columnas.
Conectar los ambientes
La otra gran pieza de este diseño es el módulo perpendicular a la cancha de golf, donde se encuentran los dormitorios secundarios y la terraza, resguardada del viento. En total, son tres dormitorios matrimoniales y dos de camarotes, cada uno con su propio baño, sala de estar, comedor y lavandería. “Este volumen funciona independientemente del uso de la casa, siendo el conector la cocina y la terraza”, señala More.
Un patio interior marca la circulación de esa área: la de servicio, que va por detrás y conecta la cocina con esta zona de dormitorios. Siempre acompañado de jardineras. Para dar vida a los espacios, More convocó a la paisajista Marcela Ferraro. “El área de terraza y patios que conectaban los volúmenes terminó siendo muy grande”, revela
la arquitecta acerca de uno de los mayores desafíos del proyecto que duró un año, entre el encargo, el desarrollo
y la construcción.
Un año después de la intervención de Ferraro, el escenario era otro: “El verano siguiente, vimos cómo las plantas, enredaderas y árboles habían tomado su posición en la casa y la habían enriquecido”, dice More. Para aportar calidez a la terraza, recurrió a las luminarias de Hilite. “Los mismos dueños vieron el interiorismo. A ella le encanta la decoración, y nos ayudó con todos los detalles”, agrega.
Una fotografía de Beatriz Velarde aporta la imagen del desierto peruano a esta casa que mira el verde de la cancha de golf, abierta todo el año, para alegría del dueño. La fotografía no solo revela dónde uno está ubicado geográficamente, sino que también oculta un elemento clave en el bar: el televisor que permanece escondido detrás. Quizá lo único oculto de esta casa que está abierta al diálogo entre quienes la habitan y la naturaleza.
Artículo publicado en la revista CASAS #277