Marcela Mujica desarrolló este proyecto de interiorismo en Ancón con obras antiguas y contemporáneas de gran formato. Pieles naturales, colores claros, madera y mármol destacan por su elegancia y también por su capacidad de hacer brillar a los protagonistas de este departamento: el arte y el mar.
Por Manolo Arancet / Fotos de Gonzalo Cáceres Dancuart
En este proyecto, Marcela Mujica tenía que trazar un interiorismo en un departamento de dimensiones mayores, con cerca de seiscientos metros cuadrados. Un departamento que fue remodelado por completo por el arquitecto Jorge Barreda y que tenía enfrente otro escenario igual de imponente: la bahía de Ancón. Desde la sala, el bar, la terraza y el dormitorio principal, se contempla la vida en este balneario ubicado al norte de Lima: barcos que descansan en los muelles, bañistas reposando en la arena, y una infraestructura que se ha ido renovando conforme han pasado los años.
Eso mismo ha ocurrido aquí: su distribución fue modificada tras derribarse las paredes, dejando espacios amplios y abiertos. Ambientes que se conectan a través de los materiales, texturas y, sobre todo, el arte. “Estos grandes espacios me permitieron trabajar con obras de gran formato y tener libertad para trabajar mucho con el mobiliario”, revela Mujica. No es habitual, señala, ver piezas como las que decoran las paredes de este piso en un lugar destinado para el verano.
El carácter de departamento de playa, en ese sentido, lo aporta primero el piso que se ha empleado para toda la superficie, el mármol travertino. Material que remite también a la tipología del terreno donde se ubica: una zona de rocas. Después, lo brindan los acabados en los muebles de diseño. “El cliente quería emplear muchas pieles naturales, colores claros, texturas, madera y mármol. Que se respirara el arte”, cuenta la interiorista. Los tonos neutros bañan los sofás, butacas y mesas que decoran los ambientes, salpicados con altas dosis de color, como en la sala, donde destaca la lámpara de mesa Melt, de Tom Dixon, o la mesa auxiliar Alwa, de Sebastian Herkner para Pulpo.
Universo ecléctico
Mujica lo define como un estilo ecléctico contemporáneo, elegante y casual, que muestra el universo del cliente: un coleccionista de arte. La primera pista sobre quiénes habitan este piso se da al ingresar: una imponente puerta tallada de madera de un convento de Katmandú recibe a quienes lo visitan. De la capital de Nepal también es otra pieza armada con unas maderas talladas que formaban parte de una antigua fachada. Hay algo de tribal y místico a la vez en ella.
Esta pieza está colocada en una pared que separa a la sala de estar de la sala principal. En el primer ambiente llama la atención una pieza de gran formato, provocadora e incendiaria de Juan Javier Salazar. Mientras que en el segundo destacan obras de Sandra Gamarra y Silvana Pestana, junto con muebles de firmas como B&B Italia, de líneas sobrias.
El ambiente más inquietante por su propuesta resulta ser el comedor: los tres muros que le dan forma están decorados con los Mao Tse Tung –máximo dirigente del Partido Comunista de China– de Alfredo Márquez; siete paneles tallados de madera adquiridos en China; una pieza hecha con hilos de cobre de Ximena Garrido-Lecca, casi como un manto, y una obra de Giancarlo Scaglia, que termina por enmarcar este espacio. Atrás, un aparador colgante alberga dos esculturas. La mesa clara de mármol con estructura de fierro y las sillas de madera con asientos tejidos dejan respirar a cada pieza del ambiente, para resaltar el arte.
La terraza techada por completo es el espacio en que el arte cede protagonismo al otro gran actor de este proyecto: el mar. La mampara abierta, casi imperceptible, es el canal directo para conectar con la bahía de Ancón y con los cerros. Para descansar en estas butacas que invitan a la calma. Para contemplar las otras pinceladas que brinda la naturaleza misma del lugar.
Artículo publicado en la revista CASAS #278