¿Cómo vuelve uno a casa después de pasar el día en la arena y el mar?, se preguntaba David Mutal cuando concebía este proyecto. El resultado es una casa de playa con un patio que mira de forma contemplativa los interiores y una terraza que celebra la vista a los campos de golf.
Por Gonzalo Galarza Cerf / Fotos de Gonzalo Cáceres Dancuart
En su primera visita al terreno, David Mutal tuvo un primer impulso intuitivo: la idea de un patio exterior. Contempló las variables del proyecto: el lote –que era plano–, el movimiento del sol, la vista hacia las canchas del Asia Golf Club. Recuerda que fue a pasear por ellas, a pensar sobre el contexto en el cual iba a dar vida a una casa que se usaría todo el año, a ver la arquitectura, la vegetación y la reglamentación del lugar. “Siendo un terreno con menos variables, con una vista bonita pero que a la vez no lo era todo, la idea del patio me pareció interesante. Sobre todo la idea de vivir el verano de manera muy exterior”, revela.
Y a partir de allí, entró a tallar la razón. Empezó a crear en base a esas visitas y charlas con el cliente. Dada la relación del lote con el mar, que resulta distante, tomó como punto de partida la idea del retorno. Cómo vuelve uno después de pasar el día en la playa. “Esa sensación de llegar a tu casa después de estar en la arena, esa llegada, me parecía importante”, dice el arquitecto. Y así dio vida al concepto rector del proyecto: el patio y los movimientos alrededor de este, y la vida exterior e interior.
El detonante
El cliente le había pedido muchas habitaciones. Ese requerimiento, junto con la idea de tener una casa más abierta con un programa de áreas tan extenso, le resultó a Mutal una contradicción al inicio. Pero después se transformó en una gran ventaja: hizo que los seis dormitorios estuvieran como entre los dos pisos,con una altura fijada por reglamento. “Eso fue el detonante de la arquitectura: se generaron las escaleras en las rampas y toda la circulación, que fue acogida con entusiasmo por el cliente”, dice.
Cuando uno deja los dormitorios y sale al patio exterior, recorre una rampa para ir a los otros espacios del área social: sala, comedor, cocina, estar. “Son como dos eles que definen ese patio, que es más contemplativo, más introvertido de alguna manera. Porque la vida social de playa se da hacia la vista del campo de golf, como que entra al jardín. Hay esa dualidad: contemplativo- tranquilo y social”, explica Mutal. Los dormitorios, que se van hundiendo en ese semisótano, establecen además un circuito aparte, ya que pueden desembocar por la zona de sauna o el jardín del otro lado.
Dentro de esos movimientos, destacan las cualidades de los materiales: el concreto y el mármol que acompañan esos recorridos y los hacen más táctiles, como explica Mutal. Y la misma obra del arquitecto. Esa limpieza en el trazo, como si depurara ese concepto trabajado hasta alcanzar lo indispensable, esa arquitectura atemporal y potente en su materialidad. “No es un deseo de precisión por la precisión en sí misma, sino porque todo fluya y sea coherente y tenga una experiencia más completa. Como que la arquitectura, estando muy presente, desaparece. Ese es un poco el camino, que se vuelva más una experiencia”, revela.
Puntos de referencia
En la búsqueda de que todo fluya, surgieron detalles clave: todos los espacios sociales cuentan con luz por ambos lados; los encuadres de las vistas de adentro hacia afuera son importantes, así como la forma en que se abren y se cierran las mamparas; el patio, que se abre en sus dos esquinas –una hacia la entrada y otra hacia la piscina–, recibe el viento desde el mar como si fuera una brisa; la fuente de agua al lado del árbol, hecha en distintos niveles que se van hundiendo, invita a Mutal a soñar con escenas familiares bajo las ramas, comiendo y escuchando el sonido sutil del agua.
Y así, uno tras otro, los detalles empiezan a hablar de esta casa. Son puntos de referencia trabajados de manera muy minuciosa. “Al final, es una experiencia del espacio ,no solo visual, sino también corporal: tiene mucho que ver con la vivencia de la playa, el verano, aunque se vaya a usar todo el año”, finaliza.
Artículo publicado en la revista CASAS #279