David Chipperfield es, por excelencia, el arquitecto de los espacios de arte. Su reconstrucción de The Neues Museum, en Berlín, es el proyecto que más fama le ha dado. Sin embargo, desde los comienzos de su carrera ha permanecido alejado de los focos, trabajando en la sombra. Su objetivo es construir una sociedad mejor con obras que, sin duda, perdurarán en el tiempo.
Por Laura Alzubide / Fotos destacadas: Ingrid von Kruse y Ute Zscharnt
Sus proyectos son silenciosos. No necesitan levantar la voz para llamar la atención. Conviven, de manera armoniosa, con el entorno. Solo se toman licencias en cuanto a escala y estilo. Lo único que trasciende. Y es que, a diferencia de muchos de sus colegas, David Chipperfield (Londres, 1953) no cree en la pirotecnia. Le gusta mencionar palabras como “permanencia”, “sustancia”, “significado”. Para él, la arquitectura debe ser sencilla y honesta. El arquitecto es un cirujano que debe aplicar el bisturí con precisión.
Esto fue lo que hizo en su proyecto más aclamado. Su intervención en The Neues Museum, en Berlín, lo obsesionó durante más de una década. Diseñado por Friedrich August Stüler y construido entre 1841 y 1859, los estragos de la Segunda Guerra Mundial lo habían reducido a un cascarón vacío. En 1997, Chipperfield ganó el concurso para su reconstrucción, junto a Julian Harrap, y decidió romper el horizonte de expectativas de la población alemana. Podría haber restaurado lo que quedaba del edificio sin mayores complicaciones. Sin embargo, se arriesgó y ganó.
“Un edificio que ha sufrido tantas pérdidas no puede simplemente repararse. Debes añadir algo más. Cuando los berlineses vieron el resultado, dejaron de preocuparse por las formas para valorar el concepto, cabal y sincero, que lo sustenta: no borrar la historia, sino mostrar a la vez lo mejor y lo peor de ella”, declaró Chipperfield. Este enfoque, que “aúna el pasado y el presente en una sorprendente mezcla de arquitectura contemporánea, restauración y arte”, fue el que hizo que este proyecto ganara el Premio Mies van der Rohe en 2011, según el acta del jurado.
Arquitectura de la convivencia
Ya en una obra temprana como el River & Rowing Museum (1989-1997), en Henley-on-Thames, se aprecia el rumbo de su arquitectura, que aúna pasado, presente y futuro con un gran sentido práctico. La gente de la zona quería un proyecto tradicional. Chipperfield, que tenía en mente un diseño moderno, se inspiró en los cobertizos de madera del condado, pero sin renunciar a su propia filosofía. Otra propuesta británica, la Turner Contemporary Gallery (2006-2013), en Margate, fue diseñada tras un proceso de consulta que involucró a ocho mil pobladores de la zona. El resultado es espléndido: la fachada juega con la luminosidad del paseo marítimo –el mismo lugar donde John Turner pintó sus obras maestras–, como si fuera en lienzo.
Chipperfield no solo busca el concierto con las personas, sino también con la naturaleza. En el Museum of Modern Literature (2002-2006), en la ciudad alemana de Marbach, la topografía lo llevó a crear diferentes elevaciones para que reaccionaran con el contexto. En la expansión del Saint Louis Art Museum (2005-2013), el pabellón se asienta sobre un zócalo que lo reconcilia con los alrededores, con ventanas de piso a techo que proporcionan grandes vistas hacia el parque. En cambio, con The Hepworth Wakefield Gallery (2003-2011) realiza el ejercicio contrario: se accede al edificio a través de un puente peatonal sobre el río Calder, un recorrido que rinde homenaje al paisaje. Pero, después de traspasar el umbral, el volumen es introspectivo.
Visiones del futuro
La reconstrucción de The Neues Museum le otorgó una merecida fama internacional, sobre todo en Alemania. Sin embargo, a Chipperfield le ha costado ser profeta en su propia tierra, hasta hace poco más de una década, cuando los proyectos en el Reino Unido se hicieron más frecuentes. Hace dos años, incluso, se inauguró uno de sus encargos más ambiciosos: el plan maestro para modernizar la Royal Academy of Arts, la institución que encarna el establishment del arte británico. Otra intervención quirúrgica que ha merecido aplausos.
Puede que, en los últimos tiempos, Chipperfield esté recibiendo más encargos que nunca. Su oficina tiene sedes en Londres, Berlín, Milán y Shanghái, y casi doscientos empleados. Su nombre aparece a menudo para anunciar nuevos premios y comisiones. Incluso ha sido designado por “Domus” para ser el editor invitado de 2020. En las páginas de esta revista, como en tantas declaraciones, habla del cambio climático, de la crisis de la arquitectura, de la necesidad de que el arquitecto esté involucrado en la construcción de la sociedad. Ha sido muy duro, asimismo, con el Brexit, criticando el silencio de sus colegas y profetizando el desastre.
“¿Cómo debemos reaccionar profesionalmente como arquitectos, diseñadores y planificadores ante los desafíos reales de la crisis climática y la creciente desigualdad financiera y social?”, se preguntaba en uno de sus editoriales para “Domus”. “A menudo afirmamos que la responsabilidad está en manos de quienes controlan el marco comercial y político transaccional dentro del cual debemos operar. Pero hemos aceptado durante demasiado tiempo la paradoja de nuestra resistencia y complicidad. (…) Hay que recordar la importancia de la arquitectura y el diseño como una forma de realización física de nuestro deseo de ideas y la belleza, y su potencial para inspirar en silencio”.
Fotos: cortesía de David Chipperfield Architects
Artículo publicado en la revista CASAS #281