¿Cómo quieres habitar tu casa? Verónica Olazábal y Esther Lasanta, de Love is All, partieron de esta pregunta para crear el hogar soñado de un alma nómada. Así, se inició una travesía colorida, cargada de exotismo y naturaleza.
Por Jimena Salas Pomarino / Fotos de Gonzalo Cáceres Dancuart
Después de recorrer varias ciudades del mundo, decidió asentarse en Lima. Su nuevo hogar sería un dúplex con un amplio espacio de terraza. Y Verónica Olazábal, una de las mentes creativas detrás de Love is All, la encargada de concebir el diseño para hacer de este su nuevo lugar preferido. Después del primer encuentro entre ambas, Olazábal lo supo: el punto de partida sería la lejana y vibrante Marrakech.
Primero fueron los colores. El rosa con un matiz terroso, el verde en varias tonalidades y el azul para crear acentos. El trayecto empieza en el recibidor, cuyo vibrante tono de la pared anuncia una estancia emocionante y, a la vez, acogedora, con una fuerte presencia de la naturaleza. Los muebles, de líneas sencillas, son delicados, a la vez que marcan distancia de lo pretencioso.
Luego, en la sala, se superponen gamas de verde –bosque y olivo– entre el muro y el sofá de terciopelo hecho a medida. Los elementos dorados –la lámpara colgante y la de pie, así como los fanales dispuestos sobre la mesa auxiliar– aportan un toque de sofisticación que encuentra balance en las fibras naturales y tonalidades neutras de los cojines de Puna, el puf de macramé y la bandeja de esterilla. Los primeros chispazos de azul se dejan ver en la butaca y en los cuadros, algunos de los cuales fueron pintados por la misma Verónica Olazábal, quien es artista plástica de formación.
Hecho a medida
La propietaria quería un espacio que transmitiera tranquilidad, que fuera original, evocara la naturaleza y estuviera salpicado con puntos de color. Así, tras un extenso trabajo de investigación, se planteó tomar referencias de la estética marroquí y combinar, con base en la paleta definida, formas variadas en el diseño. Ejemplo de esto son los azulejos de estilo mediterráneo en secciones del suelo y los tableros de las mesas; además, el juego geométrico en el enchape de la zona de parrilla, o las formas caprichosas de hojas en detalles de la cocina y el vinil del baño de visitas.
“Crear un concepto para un cliente es un proceso creativo similar al de hacer un cuadro”, explica Olazábal. “Entender sus necesidades es como componer una pintura, porque hay una narrativa detrás, que tiene que sentirse a primera vista”. Así se ha pensado cada espacio de este departamento.
En la terraza trasera, se ha instalado un minihuerto para el cultivo de hierbas aromáticas o especias y una compostera, pedidos expresos de la clienta. A pocos pasos, el área social abierta ofrece máximo confort en cualquier estación del año. Las cortinas no solo permiten independizar el ambiente, sino que también protegen de la luz del sol, que muere ahí por las tardes. Y en los meses fríos, los calentadores instalados en el techo ayudan a generar la temperatura perfecta.
En la segunda planta, la propuesta de Love is All continúa su exploración en color y forma. En el dormitorio principal, predominan los tonos neutros, con opciones tierra y gris en la cabecera de la cama, que armonizan con los materiales orgánicos. En el baño colindante, se ganó el espacio de un antiguo clóset para incorporar una tina, y se potenció el diseño con la disposición del enchape cerámico en forma de espiga, las vetas del suelo, el espejo y el mueble bajo, y la delicadeza del tablero de mármol.
El matrimonio del rosa y el verde se renueva en el escritorio, esta vez en tonos pastel para ganar luminosidad, y con un acabado tipo terrazo en el verde para dar textura. El mobiliario se mantiene en líneas pulcras, siempre con la madera como materia principal a la que se suma el elemento de vegetación, que mantiene el espíritu hogareño y cálido que acompaña el recorrido.
Las demás habitaciones están pensadas para adaptarse a los cambios. “La familia de nuestra clienta iba a venir a vivir acá, una amiga la iba a acompañar durante el primer año… No siempre iba a ser la casa de una sola persona”, cuenta Verónica Olazábal. “Podía mutar en algún momento, así que hicimos que se pudiera habitar cambiando algunas cosas a futuro”. Aunque la narrativa está dada, el colorido depa de aires marroquíes es una historia todavía en construcción. La crónica de un viaje que recién ha comenzado a escribirse.
Artículo publicado en la revista CASAS #295