Remembranza, raíces y culto al caballo peruano de paso se conjugan en el último proyecto residencial del arquitecto César Lee. Cuadra Palka (o Cuadra del Valle, en castellano) es una propuesta atemporal y con un fuerte componente estético, que se centra en la coexistencia armónica con el entorno.
Por Jimena Salas Pomarino / Fotos de Renzo Rebagliati
No existe fachada, solo un portón metido hacia un lado, en una esquina. Apenas traspasado el umbral, se dibuja una curva que comunica, cohesiona dos espacios habitados: el del hombre y el del caballo.
Ubicado en el Valle de Lurín, dentro del complejo Mamacona, este vasto terreno de seiscientos metros cuadrados es, en principio y en definitiva, el hogar de los caballos. Por eso, el encargo principal fue que estos pudieran ser vistos desde cualquier punto. Así, mientras se hace el recorrido del ingreso, se puede observar en simultáneo las caballerizas y la casa, cuya área social está expuesta, pero protegida por una mampara.
La casa de campo de Cuadra Palka ocupa poco menos de doscientos metros cuadrados. El resto del área está destinada a la crianza, cuidado y preparación de los caballos. César Lee, quien asumió el proyecto hace aproximadamente un año, tuvo que aprender mucho acerca de las necesidades puntuales de la especie para ejecutar la obra, y combinó los requerimientos funcionales del espacio con la identidad cultural del entorno y de su cliente.
“Hay una relación entre el nombre [Cuadra Palka], la región de origen de los clientes, Trujillo, y el pasado ancestral de las ruinas de Chan Chan y de Pachacámac, donde está la cuadra”, cuenta el arquitecto. Por eso, se optó por materiales como la piedra y el adobe, y por una paleta de color muy neutra.
En el piso, desde la entrada, las piedras talamolle y ayacuchana emulan las calles y muros de las ruinas de Pachacámac. Al toparse con el volumen rectangular de la casa, las paredes mantienen el mismo material, lo que propicia un diálogo visual y continuidad entre el exterior y el interior. Luego, la losa es de mármol travertino, cuyo acabado artesanal transmite también una sensación de rusticidad y de “hecho a mano”.
La mayor parte de las paredes en el resto de la construcción son de ladrillo artesanal pintado en tonos tierra, con el propósito de emular los adobes de Chan Chan. Los techos, por su parte, enchapados en madera envejecida, dan calidez a los espacios, inspirándose en los antiguos tambos incas.
Vida en comunión
El ambiente residencial colinda con uno de los corrales, para lo cual se diseñó una suerte de volado que pudiera integrar ambos espacios. Pero entonces hubo que aterrizar la propuesta para hacerla completamente segura y funcional: se colocó un vidrio traslúcido que divide física, mas no visualmente, y luego se añadió una reja metálica con el fin de proteger a los animales, que podrían dañarse con el vidrio.
El comedor, que parece exterior, se contiene al cerrar la mampara, formando el bloque hermético de la casa. El resto de la planta abierta incluye la sala, la cocina expuesta y un pequeño bar. Así, luego de terminar la cabalgata, se puede disfrutar de un almuerzo relajante con una agradable vista. Y por la noche, encender la estufa o el horno de leña, y descansar con la iluminación cálida y focalizada.
Visualmente, los caballos y las personas siempre están enfrentados, se miran unos a otros. Esa relación cercana entre ambos es la esencia misma de Cuadra Palka, y es la razón de ser de cada detalle incluido. “Por ejemplo, necesitábamos árboles para generar sombra a los caballos.
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Por eso hay cielos de sol y sombra”, anota César Lee al explicar las decisiones sobre el paisajismo. En esta línea, se optó por molles y meijos, y para complementar y crear alturas en la vegetación, se colocaron sansevierias que marcan la pista, así como buganvilias y enredaderas en las fachadas interiores.
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La idea fue traer todo el verde de los eucaliptos que circundan el terreno al interior, y ahondar en la sensación de calma que transmite el lugar.
En general, los elementos son simples, pero combinados con precisión milimétrica para enriquecer el detalle. La vegetación y los juegos de luz creados cierran la atmósfera planteada por la materialidad y el color, con un acabado elegante y, a la vez, de aire artesanal. Gracias a esto, con el recurso disponible se ha creado una arquitectura eficiente y atractiva, que coloca en el centro al indiscutible protagonista.
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Artículo publicado en la revista CASAS #296