El departamento de Mariana Pérez-Barreto, socia del estudio de diseño interior Maena Co., fue concebido en tándem entre ella y su socia, Lorena Fernández. Algunas de las ideas más osadas y deseadas de las dos amigas, así como las necesidades concretas de funcionalidad de Mariana, sirvieron para dar vida a este luminoso proyecto.
Por Jimena Salas Pomarino Fotos de Renzo Rebagliati
Tuvieron la oportunidad soñada: la de trabajar el proyecto desde planos. Mariana Pérez-Barreto, directora fundadora de Maena Co., y su esposo, el desarrollador inmobiliario Javier Tori, iniciaron el proceso de creación de su hogar de manera precisa. Javier, debido a su pasión por la arquitectura, se involucró activamente en las modificaciones, a la vez que Mariana se abocó a hacer lo que mejor sabe: convertir los espacios en entornos de bienestar.
Para esta última tarea, claro está, necesitaba de su dupla: la arquitecta de interiores Lorena Fernández. Ambas convinieron en que esta era una gran oportunidad para dejar fluir su creatividad, y jugar un poco con alternativas un poco más audaces que las que trabajan con sus clientes, aunque siempre congruentes con su propuesta y estilo.
“No teníamos un brief; no teníamos una guía, nos fuimos dejando llevar por el momento”, comenta Fernández. “Pusimos en práctica todas nuestras ideas. En parte, lo que queríamos hacer con esto, como Maena, era experimentar un poco con cosas que quizás algunos clientes no se atrevían a hacer”, complementa Pérez-Barreto.
El recorrido
Comenzaron con el diseño de las puertas, diferentes de todo lo que habían hecho anteriormente. Luego, se animaron por algo más atrevido en el baño principal, donde se dispuso colocar un piso tipo damero, que ayudó a realzar el ambiente, junto con el mueble de madera maciza del lavabo. “Era un espacio chico; entonces, el riesgo era romper un poco con lo limpio de todo el piso en el baño principal, pero quedó súper”, explica Pérez-Barreto.
En la cocina, el corazón de la casa, la luz fue la premisa. Las dos ventanas a los lados de los fogones que dan hacia la terraza fueron primordiales para este propósito. Así, la sensación de amplitud se dio como producto natural del diseño limpio y luminoso, además de la ausencia de muebles altos y de la amalgama entre el acabado de la pared con el de los muebles. “La idea era hacer todo de un solo color, con detalles muy delicados, como de moldura; y la pared la hicimos un poco más rugosa para darle textura”, explica la propietaria. Su socia añade: “Creo que la frase clave que puede identificar a esta cocina es ‘menos es más’”.
En el área social, se mantienen la paleta de colores sobria, el aspecto delicado y casual y la incorporación de detalles de diseño que amarran el estilo. El comedor destaca por la gran mesa negra con acabado ranurado en las patas. En contraste, las sillas son de fibra natural, con asientos mullidos, para darles un toque más sofisticado y formal. Remata la composición el gran aparador de madera que deja ver los elementos del menaje diario, objetos sutiles en blanco y negro que generan un look boho chic muy distintivo de la personalidad de Maena Co. Aquí, parte vital de la decoración es lo simple y cotidiano. La lámpara colgante de esfera, el olivo y el filtro vintage de agua son pinceladas finales que armonizan el todo.
A pocos pasos, destaca la escalera monomaterial, casi sin corte y flotante, que está hecha con el mismo tipo de concreto con que se trabajaron las paredes de la cocina, y que permite dar matices y texturas al blanco “puro”. La baranda extremadamente fina, en fierro delgadísimo, es el complemento ideal para esta zona. La sala, por su parte, está fuertemente conectada con la terraza, y ha sido concebida con muebles bajos para poder apreciar mejor el paisajismo de los exteriores.
“Otra cosa que también queríamos era que toda la sala girara en torno a la chimenea. En un principio, no se podía, porque teníamos el tanque de gas arriba, pero nosotras insistimos en buscar la forma, porque queríamos toda la experiencia de hacer una chimenea y entender cómo funciona desde cero. Movieron el tanque un poco para que se lograra, y fue perfecto”, explica Pérez Barreto.
En la pared encima del fogón, la primera pieza de arte que se eligió para el espacio es un cohesionador del salón, y ensambla este reducto de paz y calma que hoy las socias de Maena reconocen como un proyecto muy especial y valioso, y que Mariana Pérez-Barreto puede llamar con orgullo su hogar.
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