En la exclusiva playa de Gavà Mar, en Barcelona, la diseñadora de interiores Cláudia de Sousa logró una verdadera metamorfosis. Convirtió una casa impersonal dentro de un condominio ubicado cerca al mar en un espacio acogedor y versátil, que entrelaza detalles elegantes y sutiles con el espíritu vibrante del entorno.

Por Fiorella Ibérico

Fotos: Álvaro Valdecantos / Estilismo: Wearesantaliving

Gavà Mar, ubicada a pocos kilómetros de Barcelona, es un atractivo balneario por su zona costera apacible y exclusiva. Dentro de un complejo de edificios nuevos y con el mar Mediterráneo casi al pie de la propiedad, se ubica esta vivienda que la diseñadora de interiores portuguesa Cláudia de Sousa transformó con buen ojo y mucha sutileza. Los clientes, una familia con dos niñas, tienen como residencia base un país de Europa central, pero su corazón los guía con frecuencia a esa zona de España en busca del sol.

Los tonos de la madera se repiten en todos los rincones y configuran un contraste cromático que define la propuesta estética. Al mismo tiempo, establecen un vínculo con la vivienda original de la familia, en Europa central.

Deseaban un interiorismo de espíritu mediterráneo, pero con matices sutiles de su vivienda principal en el corazón de Europa, que es elegante y en tonalidades oscuras. Asimismo, necesitaban ambientes multifuncionales y versátiles para encajar con su estilo de vida de trabajo a distancia, el cuidado de sus hijas y la interacción social. Cláudia amalgamó estos deseos con la arquitectura existente y las vistas hacia el exterior, así que diseñó una propuesta sobria, con elementos sutiles que evocan la playa, como las cortinas de yute cuidadosamente trabajadas y los tonos arena de los muebles, y la complementó con detalles hogareños y cálidos, como el uso de la madera de distintas tonalidades en varias estancias.

El cuadro de la sala, una fotografía a gran escala del artista fránces Gérard Rancinan titulada “Le Banquet des Idoles”, es el foco visual del espacio.

Algo sumamente interesante de este proyecto es la doble altura, que, como columna vertebral, va desde el sótano hasta la segunda planta. Cuando uno cruza el umbral de la primera planta, el impacto visual de la doble altura es potente. Dada su envergadura, para Cláudia –cuyo trabajo se caracteriza por encontrar la unión del confort y el placer visual– era indispensable dotar a este espacio de una pieza decorativa de carácter escultórico. Por ello, incorporó una lámpara de vidrio soplado en murano de Carlo Moretti. Aquí, de manera acertada, la diseñadora también introdujo una modificación estructural reduciendo el ancho para ganar más espacio de circulación.

Los muebles de la sala se caracterizan por su elegancia y líneas acogedoras. Dado que los clientes realizan teletrabajo en distintas partes de la casa, un sofá cómodo era una necesidad primordial

En el primer piso, la doble altura es el ancla de varios espacios sociales, como el comedor, la sala y la cocina. Desde cada uno de estos ambientes se despliega una prolongación visual muy agradable con el exterior, por lo que había que agregar piezas con mucho equilibrio para mantener la fluidez. En la sala de estar y el comedor, con mobiliario de líneas concretas, sencillas y cómodas, prevalece el tono arena. Hay acentos de color, como en el aparador marrón hecho a medida ubicado en la sala, y en el irreverente cuadro del comedor del fotógrafo fránces Gérard Rancinan.

En la exclusiva playa de Gavà Mar, en Barcelona, la diseñadora de interiores Cláudia de Sousa logró una verdadera metamorfosis. Convirtió una casa impersonal dentro de un condominio ubicado cerca al mar en un espacio acogedor y versátil, que entrelaza detalles elegantes y sutiles con el espíritu vibrante del entorno.

La cocina, adyacente a estas áreas, fue objeto de un rediseño significativo por Cláudia, quien buscaba hacerla funcional e infundir el carácter de sus propietarios. En esta estancia –que mantiene esa dinámica de contraste de tonalidades de las zonas anteriores– las encimeras fueron reemplazadas por unas de color negro, las puertas de la alacena se renovaron con roble y se incorporó una península para ofrecer un espacio de comedor en familia. Sobre esta, y con el objetivo de no interrumpir las vistas, cuelgan dos lámparas de líneas delicadas.

El mobiliario de la cocina, de la marca alemana Bulthaup, contrasta con el porcelanato negro con vetas, rompiendo con la linealidad y brindando un juego de textura.

En el segundo y tercer nivel se despliegan las habitaciones familiares. En el cuarto de las niñas, donde el rosa era un pedido expreso, este color prevalece. Para respetar el enfoque cromático del proyecto, Cláudia, quien se toma el tiempo para escuchar las solicitudes de sus clientes y encontrar soluciones a medida, optó por una tonalidad rosa pálida que se armoniza con los tonos arena. En cuanto a la distribución, jugó con los volúmenes para generar distintos espacios en la pieza: una zona de estudio, un rincón para el descanso y un área de juego ubicada debajo de la cama elevada.

La habitación principal, en el tercer piso, exigió un esfuerzo focalizado. Anteriormente, un mueble situado frente a la cama sostenía un televisor, lo que no solo ocupaba espacio, sino que también entorpecía la circulación y obstaculizaba la vista al exterior. La solución se presentó al ocultar el televisor en el techo para hacerlo descender solo cuando se desee utilizarlo. Como se trata de un cuarto pequeño, Cláudia se esmeró en maximizar cada rincón disponible. Instaló repisas entre las columnas, que fungen como mueble, y organizó un escritorio, ya que los clientes suelen trabajar desde casa. Para dar personalidad a la estancia, puso paneles de nogal en la cabecera.

El sótano de la casa fue un reto mayor: era una hoja en blanco donde solo había baños. En este gran ambiente, Cláudia enfrentaba múltiples necesidades por resolver. Los dueños requerían un espacio para ejercitarse, un cuarto de huéspedes y una zona dedicada a la televisión. Para esto último, se buscaba una atmósfera cálida y acogedora. Así, en la sala de televisión, la diseñadora eligió lamas verticales de nogal que se extienden de piso a techo y permiten la entrada de la luz que fluye desde la doble altura. Al mismo tiempo, mantienen la conexión con el entorno, pero acentuando la sensación de refugio.

Por último, está la habitación multiusos, como bien la denomina Cláudia. Ahí instaló puertas corredizas para cerrar el espacio y diseñó una gran pared con varias funciones. Por un lado, dispuso un escritorio adicional, armarios para almacenamiento y una cama con sistema desplegable para cuando los invitados llegan. En ausencia de ellos, este espacio permanece oculto y se convierte en el lugar destinado a la actividad física. La aproximación que tiene Cláudia con sus clientes, cimentada en su disposición para escuchar y entender sus necesidades, le ha permitido llevar a cabo con absoluta precisión cada uno de los requisitos planteados en este proyecto en la cautivadora Gavà Mar.

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