El artista visual y la diseñadora de interiores convierten el arte en cojines en seda y terciopelo, que borra los límites entre la contemplación y el uso diario

Por: María Jesús Sarca Antonio | Fotos: Ana Yacs

El artista Mateo Cabrera y la diseñadora de interiores Paula Olcese tienen una amistad de años, pero la verdadera complicidad creativa nació con este proyecto. Paula recuerda que la primera obra que adquirió de él fue “a ojo cerrado”, confiando plenamente en su lenguaje visual: “Recuerdo que llamé a Mateo y me dijo que la pintura todavía no había secado. Ni la había visto, pero decidí comprarla”.

Mateo Cabrera

Para el artista Mateo Cabrera, un cojín es solo otro lienzo con volumen y un soporte para que la pintura habite lo cotidiano.

Cojines

Título de la obra: “Una verde llamada”.

La idea del proyecto surgió en Mateo, quien halló la chispa en lo cotidiano: “Mi esposa había comprado unos cojines carísimos y feísimos. Me dije: ‘¿Acaso no se puede hacer algo mejor?’”. La visión se complementa con Paula, que tiene una fascinación por los cojines, ya que siempre vio en ellos un potencial valioso en sus trabajos de interiorismo. Así nació un diálogo entre ambos artistas, que hoy se materializa en una colección exclusiva. “El resultado es una pieza que tiene sus dos momentos bien definidos y en el cual puedes ver claramente a Mateo y me puedes ver claramente a mí”, dice Paula.

Cojines como lienzos

La colección está formada por dos modelos, “Una verde llamada” y “Mujer con simios simpáticos”, de edición limitada a seis unidades cada uno. Cada pieza, con un costo de 250 dólares, se confeccionó en seda y terciopelo fino, materiales elegidos por su riqueza táctil y su capacidad para reflejar color con intensidad.

El proceso comenzó con el print de Mateo, que Paula tomó como punto de partida. “Empecé a investigar, hacer pruebas, incluso con videos 3D, para ver cómo se movía la obra”, cuenta. El resultado fue el fruto de más de dos meses de experimentación con soportes, proveedores y saturación de pigmentos. “Yo realicé la pintura y confié plenamente en Paula para lo demás. Lo dejé en sus manos y el resultado fue asombroso”, explica el artista.

Mateo Cabrera

Los trabajos de Mateo suelen explorar un mundo onírico y surrealista.

El cojín como lienzo cotidiano

Para Mateo, trabajar sobre esta superficie resultó natural, porque pensó la obra como siempre, en dos dimensiones: “Un cojín es lo mismo que un lienzo, solo que tiene volumen. Yo diseñé pensando en una superficie plana y luego se convirtió en objeto”. Paula coincide, aunque desde otra perspectiva: “Un cojín es un objeto que puede transformar un espacio sin grandes cambios”.

El proceso no representó un desvío para Mateo, pues la pintura sigue siendo el centro de su trabajo. Para Paula, en cambio, significó un reto distinto: contactar proveedores, probar telas, experimentar con colores y trasladar la obra pictórica a un soporte textil. “Aprendí muchísimo en el camino”, reconoce, convencida de que la experiencia amplió su mirada sobre cómo el arte puede habitar un espacio.

Paula Olcese

La diseñadora Paula Olcese encontró en los cojines una vía para transformar espacios con pequeños gestos cargados de emoción y estilo.

Mateo y Paula buscaron un equilibrio entre lo pictórico y lo funcional, con una pieza que convive fácilmente con otros elementos. El mayor dilema fue evitar que el diseño quedara reducido a simple decoración. “Para mí tenía que ser una obra de arte hecha objeto. Queríamos irreverencia: la imagen sobre seda, terciopelo fino, pompones, detalles especiales. Que desde cualquier ángulo encontraras algo nuevo”, señala la diseñadora. Mateo, por su parte, destacó el carácter vivo de la pieza: “No me preocupa que se deforme con el uso. Al contrario, me gusta que pierda rigidez, que viva en el día a día”.

Ambos coinciden en que el arte puede ser táctil y convivir con la rutina doméstica. “Tocar también es contemplar: es otra dimensión sensorial. El cojín se toca, se aplasta, los niños juegan con él y eso le da vida”, afirma Mateo. Paula complementa: “Eso era parte de la intención: romper la distancia con el arte, hacerlo convivir contigo”.

Cojines

Título de la obra: “Mujer con simios simpáticos”.

Paula Olcese

En el revés de los diseños, Paula optó por patrones geométricos en una textura de terciopelo.

Afinidades creativas

En esta colaboración artística, los dos reconocen que aprendieron uno del otro. “Normalmente, en mis proyectos de interiorismo estoy muy enfocada en la historia de las familias y en sus emociones. En este proyecto sentí a Mateo como mi cliente y al final me enganché a su irreverencia. Complementé su obra con mi estilo. Creo que aprendí a fluir”, explica Paula. “Y paciencia también”, dice, entre risas. Mateo y añade: “Hay un potencial enorme en esta sinergia con Paula. Yo traigo los diseños, pero ella sabe cómo llevarlos al objeto, al mueble, a la tela”.

Mateo Cabrera y Paula Olcese

Mateo Cabrera y Paula Olcese presentan una colaboración donde su afinidad creativa se materializa en una colección que une arte y diseño.

El proyecto, que surgió de manera espontánea, abrió puertas para futuras colaboraciones. Paula adelanta que ya trabajan en diseños pantallas de luminarias y papel tapiz. Mateo concluye: “El potencial es grande, porque mis imágenes son muy fáciles de adaptar a objetos, y con Paula se pueden crear piezas decorativas y artísticas”.

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