Un chateau en las afueras de Nueva York, el gusto particular que lleva el sello de Tommy y Dee Hilfiger y la intervención del interiorista Martyn Lawrence Bullard. El resultado es una casa de campo de inspiración europea. Un mundo de texturas y detalles por descubrir.
Por Laura Alzubide / Fotos de Douglas Friedman
Se encuentra en Greenwich, un poblado a pocos kilómetros de Nueva York. Desde el tercer piso, en el despacho de Tommy Hilfiger, se puede ver la ciudad. Es una casa de campo. Pero parece el castillo de una fábula. No es la primera vez que Martyn Lawrence Bullard trabaja con el diseñador de modas y su esposa. Y en este proyecto han vuelto a llevar las posibilidades estéticas al máximo. “Me encanta trabajar con ellos”, ha confesado el decorador. “Su energía y creatividad siempre alimentan la mía, y juntos creamos excelentes interiores”.
La casa fue construida por el arquitecto Greville Rickard en 1939. Había sido bautizada como Chateau Paterno en honor a su promotor, un magnate inmobiliario. Más adelante, en los años sesenta, perteneció a un coleccionista de arte que la utilizaba para exponer su amplio muestrario de obras de los siglos XIX y XX. Cuando los Hilfiger la compraron en el año 2010, su carácter arquitectónico se había diluido, tras algunas intervenciones desafortunadas por parte de antiguos propietarios.
El arquitecto encargado de la reforma, André Tchelistcheff, recuperó su estilo normando con influencias góticas y tudor. “Para nosotros fue más importante restaurar la casa que renovarla”, ha explicado Dee. “Fue un gran trabajo romper muros para darle comodidades modernas y actualizar la gasfitería y la electricidad. Sin embargo, ha valido la pena”.
Este fue el primer paso. El equipo de diseñadores de interiores se inspiró en la época en que fue construida. Aquellos tiempos en los que los estadounidenses acaudalados viajaban a Europa y regresaban con un abanico de ideas decorativas del Viejo Continente. Fue así como Tommy y Dee Hilfiger encontraron una magnífica oportunidad para rendir homenaje a sus propias experiencias vitales en la decoración definitiva.
La receta perfecta
Tardaron seis años en darle los últimos detalles. Y el resultado superó las expectativas. Martyn Lawrence Bullard tomó como puntos de partida el estilo arquitectónico y la atmósfera de casa de campo británica. Trabajó con casas de subastas de Estados Unidos y Europa, especialistas en antigüedades londinenses y distribuidores de mercados de pulgas en París. Las telas replicaron el diseño de los estilos relevantes de la época en que fue construida.
“Tommy Hilfiger es conocido por su estética cool americana, mientras que Dee tiene una sensibilidad europea por haber vivido tanto en el extranjero”, ha explicado el interiorista. “Siempre nos fijamos en el punto de vista americano de Tommy y, en este caso, la paleta de colores dio esta sensación. Pero está mezclada con el mobiliario dinámico europeo y unos accesorios que reflejan los gustos de Dee. Es la casa de campo perfecta”.
La casa de campo perfecta con espacios sacados de un cuento de hadas. Entre los favoritos de los Hilfiger se encuentran la cocina, la sala de entretenimiento, las habitaciones de los niños. Piensan que la chimenea de caliza imprime una identidad especial a los ambientes. Y, sobre todo, el jardín, desde donde, en un día despejado, se puede ver completamente Long Island: la realidad más allá de los muros.
Fotos: cortesía de Tommy Hilfiger
Artículo publicado en la revista CASAS #249