En enero se lanzará la licitación para comenzar la restauración de la Quinta de Presa, histórico palacete del siglo XVIII. Se calcula que en dos años volverá a abrir sus puertas convertida ya en un museo y un centro de innovación tecnológica, y en parte fundamental de la recuperación patrimonial del Rímac.
Por Rebeca Vaisman / Fotos de Camila Rodrigo
La ficción popular insistió en reconocerla como la casa de la mismísima Perricholi, y esa leyenda persiste entre las calles del histórico Rímac. Sin embargo, la historia de la Quinta, molino y caballeriza de Presa se remonta a la primera dueña de sus terrenos, Isabel Carrillo de Albornoz y Presa, a quien pertenecieron desde comienzos del siglo XVIII. Décadas después, hacia finales del siglo, el coronel Pedro Carrillo de Albornoz y Bravo de Lagunas levantó la hermosa casona de recreo. Hoy, la Quinta de Presa se alza en el corazón histórico del distrito como modelo de la arquitectura afrancesada que predominaba en la Lima de su época. A lo largo de los años ha pasado por varios intentos de refacción, pero luego ha vuelto a cerrar sus puertas. Ha permanecido abandonada, ha sido usada como cuartel de la Guardia Republicana. Ahora, tras años de gestiones, el proyecto impulsado por el Patronato del Rímac, el World Monuments Fund (WMF), el Ministerio de Cultura (Mincul) y el Ministerio de Turismo (Mincetur) promete empezar una restauración integral y un uso sostenible que sean ejemplo de recuperación patrimonial.
Proyecto de recuperación
Caminando hacia el amplio jardín de la Quinta de Presa, con mirador, glorieta y un camino acompañado por palmeras, el empresario Ludwig Meier nota que el pasto se ha deteriorado un poco. Lo han arreglado hace un tiempo, pero este invierno ha sido duro. Hay mucho que hacer, pero también mucha gente dispuesta. La creación de un Patronato del Rímac fue iniciativa del actual alcalde del distrito, Enrique Peramás, a inicios de su primer periodo (hoy se encuentra en el segundo consecutivo). “El alcalde encontró la administración con pocos recursos y deudas importantes, y sentía que dado el patrimonio que tiene el distrito necesitaba ayuda del sector privado”, explica Meier, quien preside el Patronato del Rímac, una entidad que reúne a más de cincuenta miembros entre empresarios e intelectuales. “Gran parte de la labor del patronato es ver que el propio Estado haga las cosas, que solucione, camine y coordine”.
Esta labor ha probado ser necesaria: cuando el patronato se involucró con la Quinta de Presa, en 2014, se dio cuenta de que el Ministerio de Cultura tenía un proyecto de restauración que existía sin que el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo lo supiera. Para acceder al financiamiento del Plan Copesco, el proyecto debía responder a un plan turístico y tuvo que replantearse. En ese momento se unió el entusiasmo del WMF, representado en el Perú por Mario Testino. A finales de 2014 se firmó un convenio entre el Mincul, el Mincetur, WMF y el Patronato del Rímac para llevar adelante la recuperación definitiva de la Quinta de Presa.
En el ínterin se incluyó al sector turismo dentro de la ley de Obras por Impuestos, y el proyecto se adaptó una vez más para calificar. “El expediente técnico actualmente está al 75%, pero se estima que en enero próximo podrá comenzar el proceso de la licitación para determinar la empresa que se encargará de la restauración, que no puede ser cualquiera”, advierte Meier. Según los planes, en dos años la Quinta de Presa volverá a abrir sus puertas.
Estado actual
Hace unos meses se cayó parte del techo del segundo piso y eso trajo preocupación por el estado del edificio, y por saber si se mantendrá entera hasta la conclusión del proceso de trámites para iniciar la intervención. Según refiere el Mincul, el informe técnico divide la Quinta en tres sectores: el ala derecha, que corresponde al área reconstruida en 1985, se encuentra en buen estado de conservación y solo requiere mantenimiento; el ala izquierda, donde se encuentra el molino, está en un mal estado de conservación, por lo cual resulta necesaria una intervención integral; finalmente la zona central, conformada por la casona, presenta un estado de conservación regular y requiere, igualmente, de conservación y restauración.
“Efectivamente, una de las secciones de la galería posterior se cayó debido a que una columna se encontraba en mal estado”, explica Jorge Arrunátegui, viceministro de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales. “Inmediatamente adoptamos las medidas de emergencia necesarias y se procedió a retirar parte del techo colapsado y escombros. También se realizó el apuntalamiento respectivo para devolver la estabilidad al inmueble mientras se ejecuta la obra”. El presidente del patronato no se muestra alarmado por lo sucedido: asegura que la casona podrá esperar el inicio de los trabajos sin mayores inconvenientes. Ya ha esperado bastante.
Eje histórico y cultural
“La Quinta de Presa es un proyecto de interés de WMF desde el año 2012 en el que este hermoso inmueble, de propiedad del Ministerio de Cultura, ingresó a la Lista Watch de nuestra organización, gracias a la postulación que envió el historiador Paul Rizo Patrón”, recuerda Martha Zegarra, directora ejecutiva del WMF en el Perú. En ese momento era la recordada Marcela Temple quien estaba frente a la organización, y con decidido entusiasmo se propuso salvar la Quinta de Presa del olvido. Al asumir Mario Testino la presidencia del WMF en 2014, recogió el sueño de Temple: lo primero que había que definir era qué uso darle, “pues WMF quería asegurar, antes de la restauración, que su uso fuera sostenible”, precisa Zegarra. La institución contrató a una consultora para definir la orientación del proyecto y se determinó que el espacio se utilizara “para exponer la riqueza de los trajes y textiles peruanos”, lo cual fue aprobado por el Mincul y especialmente –y entendiblemente– saludado por Testino.
Además de este Museo del Vestuario Peruano en el edificio principal, se han previsto otros usos para las diversas zonas del inmueble. Se fundará un Centro de Innovación Tecnológica para las industrias culturales con cinco temas: textil, gastronomía, turismo, patrimonio y medios digitales. Ese proyecto ya cuenta con una primera aprobación del Ministerio de la Producción. En los jardines, por otro lado, se ha proyectado poner un restaurante, y al lado del molino –que nunca ha sido intervenido desde su construcción–, una panadería. La idea es integrar la Quinta a un circuito turístico. El total de la inversión se calcula en S/19’700.000 y la operación y conservación del palacete deben ser autogestionadas.
“La recuperación del Rímac debe tomarse como un proyecto del Bicentenario y debería promoverse la venta para la puesta en valor de muchos inmuebles históricos que, de otra manera, se van a perder en pocos años”, reflexiona Martha Zegarra. “Ni el gobierno central ni la municipalidad, por más buenas intenciones que tengan, podrán hacerlo solos”. La esperada recuperación de la Quinta de Presa es una muestra del mejor trabajo en conjunto.
Artículo publicado en CASAS #251