Entre la casa del pintor Víctor Delfín y la bajada al antiguo funicular, encontramos proyectos culinarios para todos los gustos, desde cafeterías y una taberna criolla hasta un restaurante de comida nikkei
Por Luis Martín Alzamora
Barranco, conocido como el barrio bohemio de Lima, es un lugar donde el arte, la cultura y la gastronomía se entrelazan de forma única. Entre sus coloridas calles y casonas antiguas, el jirón Domeyer ha emergido como un destino culinario de referencia, atrayendo tanto a limeños como a turistas en busca de experiencias.
El jirón se extiende a lo largo de tres cuadras, pero solo una alberga una serie de restaurantes y cafés que exploran desde lo tradicional hasta lo vanguardista. En este pequeño rincón del distrito, es posible disfrutar de una pizza, platos criollos tradicionales o propuestas contemporáneas. Cada espacio tiene una personalidad propia, creando un ambiente donde el sabor y la creatividad culinaria son los protagonistas.
Y si algo bueno dejó la pandemia, son las terrazas y mesas en la vía. Ya que, durante este periodo, cada local logró ubicar unas mesas afuera, que en verano lo convierte en un lugar hermoso para disfrutar la vista sentado.
La oferta en el jirón Domeyer es tan diversa como fascinante. A continuación, te llevamos en un recorrido por sus principales restaurantes, explorando sus propuestas y lo que los hace especiales.
Ubicada en la esquina con la avenida Prolongación San Martín, en una histórica casona de Barranco, Isolina es una taberna criolla que ha ganado gran reconocimiento local e internacional. Liderada por el carismático José del Castillo, esta propuesta reinterpreta la cocina criolla de antaño. Muy conocida por sus platos generosos, perfectos para compartir.
Entre sus opciones más emblemáticas destacan el seco de asado de tira con frejoles, el cebiche acompañado de un delicado chicharrón de pulpo y el lomo saltado, donde las papas se mezclan como antaño. Cada plato se inspira en recetas tradicionales que evocan las fondas limeñas de épocas pasadas, pero con un toque refinado y moderno.
En la siguiente casona nos encontramos con Siete, el restaurante de Ricardo Martins, que recientemente celebró su sexto aniversario. Siete ofrece una propuesta culinaria creativa, fusionando sabores peruanos e internacionales en un ambiente vibrante donde se percibe una sinergia entre la comida, la barra y la música envolvente, creando una experiencia completa.
Desde sus inicios, la carta ha mantenido platos clásicos, como los boquerones de pejerrey y la pesca al curry con ají amarillo relleno de puré de plátano. Entre las recomendaciones, destaca el atún marinado en mirin acompañado de puré. Y para cerrar, el alfajor de lúcuma es una elección ideal, equilibrado, con una textura firme pero sin excesos. Sin duda, visitar Siete es siempre un plan imperdible.
Al cruzar la pista, encontramos Casa Lola, un espacio pequeño e íntimo, con una propuesta enfocada en lo natural y saludable. Ofrece una de las mejores granolas de Lima, disponible para disfrutar en el lugar o para llevar.
En la casa contigua se encuentra Alanya, una pastelería que, con dos locales y un tercero que abre en verano, se ha consolidado como un referente en la repostería limeña. Ofrece más de veinte tipos de croissants con diversos sabores y rellenos, además de una amplia variedad de pasteles, hojaldres y otras delicias. Zara Alanya, quien lidera el negocio, ha sido reconocida recientemente en París como uno de los descubrimientos de 2024, según La Liste, prestigiosa guía culinaria francesa.
Al frente tenemos a Mona Rosa, posiblemente la propuesta más reciente del barrio. Este «all day» ha ganado popularidad gracias a su variada oferta de waffles preparados al momento, tanto salados como dulces. Además de su excelente café, destacan sus sánguches, tostones y opciones ligeras y rápidas para el almuerzo. Por las tardes, los postres se roban el protagonismo, siendo los más solicitados en su acogedora terraza.
A solo unos pasos ubicamos a Demo, del reconocido chef Juan Luis Martínez. Es un espacio minimalista y pulcro, donde las paredes de adobe son testigos de una de las mejores panaderías de la zona. Los imperdibles: el cruffin de flan, el espiral de almendras y su perfecto croissant. Además, la oferta incluye sánguches y algunos platos. Complementa la experiencia una carta de café de especialidad, con diferentes orígenes y métodos de preparación. Un dato curioso: si tienes suerte, podrás probar el famoso pan de su hermano mayor, Mérito.
Dentro de la misma propiedad y con una terraza compartida, hace menos de un año nació Indio. Una pizzería que en poco tiempo ya se ganó el cariño del barrio. Con pocos espacios, pero mucho corazón. Diego Olivera, ha logrado una carta sencilla pero concisa. Dos entradas, cinco pizzas y dos postres. Complementan con cerveza artesanal y un par de opciones de vino por copa. La masa llega a la mesa crocante, pero a la vez ligera. Hay opciones atrevidas, como la pizza con hongos y chonta o su versión de americana que viene con choclo bebé. ¡Espectacular!
A solo unas casas más abajo en la misma cuadra se encuentra Japonesa & Co., la propuesta asiática del jirón Domeyer lo tiene todo. En el establecimiento puedes disfrutar desde nigiris, makis y sashimis hasta ramen en temporada de invierno. Además, ofrecen frescos tiraditos con pescado del día y esponjosos buns rellenos. Sin duda, es una de las mejores opciones nikkei en Barranco.
Aquí sucede algo similar a lo que ocurre en Demo con Indio: la propiedad de Japonesa se comparte con Awicha, un bistró de inspiración peruana donde el talentoso Jason Román ha creado una sólida carta que combina productos locales, técnicas modernas y la influencia de su natal Huacho. El resultado es fabuloso, y no es casualidad que el lugar esté siempre lleno, siendo cada vez más difícil conseguir una mesa sin reserva previa. El trabajo de Román con el pato es sorprendente, uno de sus platos estrella que se ofrece en varias versiones.
En la vereda opuesta aparece Rue, el más reciente de los emprendimientos en la calle. Se trata de una antigua casona de esquina convertida en café, con una encantadora terraza ideal para sentarse a contemplar el barrio mientras se disfruta de algún aperitivo o piqueo.
Como bonus track, se rumorea que Ricardo Martins, de Siete, está tramando algo en la cuadra del Jirón. Sin embargo, esa será materia de otra nota. ¡Habrá que estar atentos!
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