La joven escritora explora la sexualidad femenina en su primer libro de cuentos, El amor viene en un estuche de 6×6 (Colmena Ediciones, 2018). 

Por María Alejandra López / Fotos de Gonzalo Oré del Carpio

La frase «no juzgues un libro por su portada» cobra más vigencia que nunca con El amor viene en un estuche de 6×6 (Colmena Ediciones, 2018). De esquina a esquina, el primer libro de la abogada y periodista peruana Viviana Gálvez (Lima, 1987) podría parecer una novela romántica o las confesiones de una soltera en sus treintas.

Lo cierto es que el color rosado que invade la carátula es una invitación a un universo femenino que, de pueril, tiene muy poco. A lo largo de dieciséis relatos, las protagonistas del libro comparten su visión del sexo y el amor sin tapujos. Si Cenicienta o Rapunzel querían ser rescatadas por un príncipe, las mujeres de El amor viene en un estuche de 6×6 buscan empoderarse a sí mismas sin un salvavidas. 

En primera persona

«Es disruptor que una mujer hable de sexo. Por defecto, los hombres son los que comparten sus experiencias. Yo quería darle el micrófono a una chica para que cuente su versión de los hechos», explica la escritora. 

La abogada de profesión y periodista de vocación confiesa que, gracias a la Maestría en Estudios de Género que está estudiando, ha podido romper con varios cuestionamientos. «Se nos ha prohibido decir: ‘este chico es para pasar al rato’. Se ve mal que una chica diga eso, pero una mujer no siempre busca algo estable o para toda la vida», añade. Con esta publicación, Gálvez le da tribuna a un universo femenino donde hay más que noviazgos y matrimonios de por medio. 

¿Tu vocación siempre fue escribir?

Sí, en el colegio me la pasaba escribiendo. Mi sueño siempre fue escribir un libro. Entré a estudiar Derecho por el tema de los derechos de autor. Yo quería trabajar en una editorial: los escritores me parecían personas mágicas y misteriosas. Lamentablemente, el tema de los derechos de autor no está muy desarrollado en el Perú. Sin embargo, gracias a la Facultad de Derecho entré a una revista y, gracias a esa oportunidad, conseguí prácticas en una publicación económica. Allí me enamoré de las salas de redacción, los cierres y las noticias.

Tu primer libro tiene una campaña de marketing que incluye videos y fotografías en Instagram…

Siempre he seguido a editoriales que le dan otro enfoque a la promoción de sus libros. Algunas personas consideran que la cultura no puede comercializarse, pero hay editoriales que piensan distinto. Desde un inicio, tenía la intención de que mi libro esté cerca de las personas y que lo vean como otra opción de entretenimiento. Cuando saqué el libro, pensé: “de nada sirve que se quede en una repisa». Contacté a la agencia de un amigo y confíe plenamente en su visión creativa. 

 

El libro también tiene ilustraciones. ¿Fue tu idea?

Sí, las ilustraciones son de mi primo, Eduardo Masías. Para mí, este proyecto era demasiado especial. A mí me gustan los libros como objetos para valorar y apreciar. Sentí que añadir ilustraciones era darle un valor agregado. 

Escribiste los relatos el año pasado, ¿no sentiste vergüenza de exponer estas historias?

Eso es algo que aún no entiendo. Lima es una ciudad expuesta a escenas sexuales en películas, series, canciones, etc. Sí, entiendo que es disruptor que una mujer hable de sexo, ya que por defecto los hombres son los que cuentan sus experiencias. En este libro quería darle el micrófono a las chicas para que cuenten su versión. Ellas también lo vivieron.

En varias historias de mujeres, el sexo se refleja como algo romántico. ¿Tu intensión era mostrar otra perspectiva?

En el libro hay historias románticas, pero también hay historias donde a la protagonista le gusta el chico y no quiere nada más. Y creo que aquí también influyó bastante la Maestría de Género que estoy estudiando: me ha permitido romper con los cuestionamientos de que una chica siempre busca una relación estable o un compañero para toda la vida. Se nos ha prohibido decir: “este chico es para pasar al rato”. Algo que también me llamó la atención es que uno de mis amigos del colegio me dijo “Vivi, ¿no te da vergüenza que tus papás lean este libro”. Y yo pensé «tengo 30 años, mis papás están felices y me apoyan un montón». Ellos saben que es el momento de que las mujeres también cuenten sus historias. 

Y no está mal…

Exacto. Muchas chicas no podemos decirlo por las reacciones de los demás. Por eso, la frase con la que inicio el libro es “mátalos a todos con cariño y sin piedad”. Es un “quítate la autocensura y escribe en la pizarra lo que quieres decir”. Eso hice con el libro.

Varias historias esconden una lección de cuidado sexual. ¿Tuviste esa intención?

Sinceramente, ese ha sido un efecto colateral de las historias. Yo no tenía la intención dar una lección moral detrás. Eso sí: creo que es lo más lógico. Si una amiga me cuenta que sale con alguien que le ha dicho que no se cuiden, yo le diría «te está estafando». Cualquier persona puede asumir que tiene todo bajo control, pero no es así y la consecuencia del embarazo recae en las mujeres. No hay que tener miedo de negociar y decir: «estas son mis condiciones».

¿Qué tanto de feminismo tiene el libro?

Si se entiende el feminismo como la posibilidad de que los hombres y las mujeres tengan el mismo poder de negociación, entonces el libro tiene mucho de feminismo. La idea era darle el micrófono a una mujer. Aquí las chicas son el centro de las historias.

¿Qué tanto de ti hay en el libro?

En la redacción, absolutamente todo: el humor, el sarcasmo, etc. En cuanto a las historias personales, varias son ficción. A mí me gusta bastante Alejandro Sanz, lo sigo desde los 11 años. Él tiene una canción que se llama “Hoy que no estás” y en una parte dice “es mi canción, no tengo que decir la verdad». Me gustó y pienso que, si algo no pasó en la vida real, al menos puede estar en mi cuento.