El museo más importante de la ciudad atraviesa un momento de contrastes: mientras, por un lado, exporta exposiciones a algunos de los museos más importantes de Europa y prepara la muestra dedicada a la cultura incaica más ambiciosa de todos los tiempos para conmemorar el Bicentenario de nuestra Independencia; por otro, la falta de decisión de las autoridades hace que peligre su anhelada ampliación, un proyecto destinado a convertirse en un icono arquitectónico de la ciudad. Entre la incertidumbre y el optimismo, diversas personalidades vinculadas al MALI comparten sus puntos de vista sobre la actualidad de la institución.
Por Raúl Cachay A.
Dos años atrás, cuando se hizo el anuncio oficial de los ganadores del concurso internacional de arquitectura que convocó el Museo de Arte de Lima para la construcción de una nueva ala de arte contemporáneo que supondría, más que una simple ampliación física del museo, una genuina transformación urbana, el entusiasmo era general y justificado.
El proyecto presentado por el estudio Burgos & Garrido Arquitectos y Llama Urban Design, cuya inauguración estaba originalmente prevista para coincidir con las celebraciones del Bicentenario de nuestra Independencia, tiene todo lo necesario para convertirse en un nuevo e instantáneo icono arquitectónico del centro de la ciudad. Pero, como suele ocurrir en el Perú, las cosas no tardaron en complicarse.
Hoy, con 2021 a la vuelta de la esquina, ese proyecto, que ya ha obtenido reconocimientos tan trascendentes como el Premio de Arquitectura Española Internacional de 2017, corre el riesgo de aplazarse o, incluso, quedar trunco, por los incumplimientos gubernamentales.
“Estamos sorprendidos por un retraso que ha sufrido el proyecto a pesar de que teníamos la seguridad por parte del presidente de la República, de dos ministros de Economía y otros tantos de Cultura, de que esto se va a llevar a cabo. Y yo todavía quiero creer que así será. En el MALI ya hemos probado que tenemos capacidad de gestión y creemos que Lima necesita un museo así, ampliado, para poder atraer aún a más público, sea este local o extranjero. Queremos que los visitantes que lleguen al Perú se queden más tiempo en Lima, donde debemos ofrecerles algo más que buena comida”, asegura Juan Carlos Verme, presidente del MALI.
“Para nosotros sería muy importante contar con un cronograma de parte del gobierno. Cuando, después de hablar con el presidente y los ministros, ellos nos aseguraron que el proyecto sí se concretaría, nosotros invertimos tiempo y dinero en prepararlo. ¿Qué significa eso? Que nosotros entonces contratamos gente, a quienes pagamos sueldos, por lo que nuestra inversión ronda ya los 300 mil dólares. De pronto, nuestra inversión queda en el aire porque la contraparte aplaza los planes. Bueno, entonces, lo que estamos pidiendo es que si van a aplazar los planes, que al menos nos digan, por favor, cuándo vamos a poder hacer el proyecto. Pero no nos dicen nada. Y esa no es una buena conducta”.
Natalia Majluf, quien hasta setiembre del año pasado ocupó el cargo de directora del museo, no tiene ninguna duda de que el proyecto de la ampliación se realizará, aunque comparte la incertidumbre de Verme con respecto a los plazos. “Para que se comprenda a cabalidad la importancia de un museo como el MALI o, en términos generales, para que se comprenda la importancia de la cultura en el país, se requiere una visión distinta de la ciudad; una nueva perspectiva sobre los ciudadanos. Que una colección de arte tan importante, tan compleja, sobre los siglos XX y XXI, no tenga un espacio permanente de exposición dice mucho de nosotros”, señala Majluf, hoy encargada de la cátedra Simón Bolívar en la Universidad de Cambridge pero todavía estrecha colaboradora del MALI como investigadora, asesora y curadora.
“En el mediano y largo plazo creo que el mayor desafío será darle al museo una mayor solidez financiera. El MALI tiene enormes limitaciones económicas, que supera día a día y año a año con enorme esfuerzo. Cada exposición, cada obra adquirida, cada programa público, es una lucha que desgasta al equipo innecesariamente”.
Mientras aquí la indolencia de las autoridades pone en peligro la ampliación del MALI, en países como Chile, por ejemplo, el Museo Histórico Nacional anunció que cerrará sus puertas desde marzo de este año para iniciar un proceso de remodelación que incluirá la construcción de un edificio adicional, lo que significará una ampliación de más de 3500 metros cuadrados (el actual museo tiene 3180 metros cuadrados). “Tener más y mejores museos debería ser una política de Estado, y también una política municipal. Es sorprendente que en el sector cultural las reglas para invertir no sean claras. Ni siquiera contamos con una ley adecuada de promociones”, reflexiona Verme.
“Este es el siglo de la información y el conocimiento. En el Perú no tenemos ninguna industria importante vinculada con esos elementos. El único lugar donde tenemos una ventaja comparativa, una buena base sobre la cual crecer, es en la cultura. Y en las artes. En las ciencias somos absolutamente huérfanos, y eso también es
imperdonable. Creo que a los peruanos nos falta terminar de entender que la cultura y las artes son el gran trampolín desde el cual se puede generar educación, valor y conocimiento, para nosotros mismos y hacia el exterior. No entender eso es seguir en una lógica de sociedad subdesarrollada. En un sentido más amplio, la cultura nos ayuda a consolidarnos como sociedad. Y nos ayuda a ser ciudadanos. Me frustra que seamos incapaces de ver algo tan obvio. El Perú es un país que tiene un Estado y una clase empresarial que están de espaldas a la cultura”.
La otra cara
Afortunadamente, la actualidad del Museo de Arte de Lima también está llena de noticias positivas. Por un lado, están las tres muestras que el MALI llevará a Madrid para que coincidan con la feria ARCO (que permanecerán abiertas al público hasta el mes de abril) y que ocuparán algunos de los espacios culturales más emblemáticos de la ciudad, como el Centro de Arte Reina Sofía –que acogerá una muestra que girará en torno a la revista “Amauta” y la figura de José Carlos Mariátegui–, Matadero –donde estará la colectiva “Amazonías”– y Fundación Telefónica, que recibirá la exposición sobre la cultura Nasca que ya pudimos apreciar aquí un par de años atrás.
Por otro lado, se ha confirmado ya que la gran exposición sobre los incas que el MALI viene preparando para conmemorar el Bicentenario seguirá un itinerario internacional que tendrá como punto de partida nada menos que el Museo Británico de Londres. “Es la primera vez, al menos desde que tengo uso de memoria, que se va a poder ver una gran muestra dedicada a algún tema peruano en el corazón de la capital británica, en un lugar, además, consagrado y que es visitado por millones de personas al año. Haber logrado llevar la muestra sobre
los incas al Museo Británico de Londres es algo realmente maravilloso”, afirma un entusiasmado Juan Carlos Verme sobre la exposición que viene desarrollando ya un grupo de expertos internacionales bajo la batuta de la curadora Cecilia Pardo, del MALI, y Peter Fux, del Rietberg Museum de Zúrich.
Otra muy grata noticia relacionada con el MALI fue el anuncio de que su Comité de Adquisiciones de Arte Contemporáneo (CAAC), hoy presidido por Alexandra Bryce, fue uno de los ganadores del premio ‘A’ al Coleccionismo que concede la fundación ARCO en Madrid.
Para el coleccionista Alberto Rebaza, ex presidente del CAAC, este premio “es muy especial, porque el Comité desde hace ya un buen tiempo es un punto de referencia a nivel mundial de cómo los coleccionistas y los amantes del arte pueden colaborar para fortalecer y profundizar la escena artística de un país. Cuando comenzamos, hace un poco más de diez años, la escena artística peruana necesitaba un gran empuje y el CAAC, al congregar a un grupo entusiasta de coleccionistas y amantes del arte, comenzó a generar una dinámica de interés por lo que hacían los artistas peruanos contemporáneos”.
“El MALI es un proyecto colectivo, que se sostiene solo gracias a apoyos múltiples. Invoco al gobierno, a la municipalidad, a las empresas peruanas, a los coleccionistas, a todos los que quieran una mejor ciudad, a apoyar con entusiasmo el trabajo del museo”, señala Natalia Majluf.
El museo aún tiene una asignatura pendiente. Desde la salida de Majluf y el súbito cambio de opinión de la persona que había sido elegida para que la reemplazara (el belga Chris Dercon, a quien el presidente francés Emmanuel Macron convocó en noviembre del año pasado para que se haga cargo del Gran Palais de París y sea presidente de la Réunion des Musées Nationaux), la oficina de la dirección del museo todavía no tiene ocupante. “Hemos lanzado una convocatoria internacional para encontrar un reemplazo para el puesto. Estimo que entre mediados y fines de abril ya tendremos una decisión tomada. Y calculo que esa persona ya estará empezando a trabajar entre julio y agosto de este año”, adelanta Verme.
Giras internacionales, premios, grandes exhibiciones en espacios emblemáticos de Europa. Desidia gubernamental e incertidumbre con respecto al futuro. Las dos caras de un museo que, en más de un sentido, es una proyección de todo lo que podemos llegar a ser como país.