El centro de Lima guarda increíbles lugares, como la Casa Prado, que custodia entre sus centenarios muros un tesoro único para los sentidos de cualquier visitante.
Por Natalia Deza de la Vega. Fotos Juan Manuel Parra
Los propietarios de la casa
Ubicada en jirón Cuzco 484, la casa Prado fue edificada en una zona de huertas de cultivo y de tierras baldías que abundaban en la Lima de finales del siglo XVI. En la segunda mitad del siglo XIX la casa tenía el número 94 y 98 de la calle del Corcovado, nombre que tuvo origen, posiblemente, en el apelativo del médico Juan Martín Liseras, conocido por su gran corcova o joroba, inmortalizada por el poeta Juan del Valle y Caviedes a finales del siglo XVII.
El solar perteneció en sus inicios a la señora María Josepha de Lara y a su esposo Félix Gómez de Luza. Desde finales del siglo XVII fue propiedad de su hija Feliciana Gómez de Luza y de su esposo, el gobernador general y caballero de la Orden de Calatrava, Juan Bautista de Mendive, los que decidieron dejar como custodio de esta y otras propiedades a su hijo, el coronel Juan Esteban de Mendive, como lo declaran el 2 de marzo de 1772. Luego, las hermanas de Mendive heredarían el inmueble. Se cree que para fines del siglo XVIII adquirieron la casa los esposos Mauricia Matute de Vargas y Cano Melgarejo y José Benito Moreyra Bermúdez de Castro y Moscoso.
Ambas familias tuvieron vínculos con la Casa de Moneda de 1684 hasta 1791, lo que permitió heredar un conjunto de bienes. Producto del matrimonio Moreyra y Matute nacieron una mujer y tres varones: Manuela, Francisco, Pedro y Diego Moreyra y Matute. Asimismo, a partir de 1866, la escritura de venta de la casa contigua conocida como “casa del Regente” y donde hoy se encuentra el ICPNA, menciona la casa vecina como la “casa de las Moreyras”.
Uno de los hijos, Moreyra Matute, Francisco Moreyra y Matute (1768- 1848), casó con Mariana de Avellafuertes y Querejazu, hija del coronel del ejército Juan José Avellafuertes Sierra y Navia, caballero de la Orden de Santiago y de Francisca Querejazu y Santiago–Concha, nieta del marqués de Casaconcha, los que tuvieron una hija, María Mauricia Moreyra y Avellafuertes, quien se casó en 1841 con Samuel Stanhop Prevost Smith, excónsul de los Estados Unidos en el Perú. De esta relación nace Enrique Prevost Moreyra en 1847, quien hereda la casa por rama materna. Enrique casó con Benjamina Heudebert González en 1892; ella era hija de Gustave Agustín Heudebert Gucher y María Juana González Pinillos Eléspuru. Enrique Prevost fallece en 1904 y al no tener descendencia, deja como heredera del inmueble a María Fausta Heudebert González Pinillos, casada con Mariano Ignacio Prado Ugarteche, quienes vivieron en la casa. En la actualidad la propiedad pertenece a la Sucesión Prado Pastor.
La familia Prado
Los actuales propietarios descienden de figuras prominentes de la historia peruana. Mariano Ignacio Prado y Ugarteche (1870-1946), quien viviera en la casa, llegó a ser decano de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue elegido miembro del Partido Civil, presidente del Instituto Histórico del Perú y del Banco Popular.
Jorge Basadre señala que “ la figura económica peruana más importante en el período comprendido entre el final del siglo XIX y los primeros veinte años del siglo XX fue quizá Mariano Ignacio Prado y Ugarteche… quien representó el desarrollo capitalista e industrial de tipo urbano, más moderno y dinámico que las fortunas tradicionales basadas en la agricultura de exportación”.
Al morir en 1946 deja sus negocios a su primogénito Mariano Ignacio Prado Heudebert; y su casa en jirón Cuzco a Javier Prado Heudebert, quien se casó con Augusta Pastor de la Torre. Prado Ugarteche fue hijo de Mariano Ignacio Prado Ochoa (1825-1901), huanuqueño, militar y político peruano, héroe del Combate del 2 de mayo de 1866 contra las tropas españolas en el Callao. En 1864 Prado se casó en Arequipa con Magdalena Ugarteche y Gutiérrez de Cossío con la que tuvo varios hijos. Ella lo acompañó cuando fue dos veces Presidente de la República y se ganó la simpatía popular por su labor social. Fue conocida como la Presidentita.
En Variedades de julio de 1917 se dice que “…era perfectamente el tipo de la verdadera matrona peruana, tronco de un hogar respetabilísimo y eje de un conjunto de afectos que siempre la rodearon en vida […] era uno de los tipos genuinos de las demás de alto abolengo y en rigor la única que quedaba de la tradicional galería de presidentas que ostentaron en los días de poder supremo las más altas virtudes cívicas que puede tener el corazón de una mujer”. Magdalena fue nieta del coronel español Pedro José de Ugarteche y Chavarría (1762- ¿?), capitán de caballería del Regimiento de Milicias de Salta, Argentina, hija del militar argentino naturalizado peruano, Juan Antonio de Ugarteche y Posadas, y prima de José María Ugarteche, uno de los sobrevivientes del Monitor Huáscar durante el Combate de Angamos, y fallecido en 1904 siendo jefe del Partido Civil en Arequipa y senador de la República del Perú.
Magdalena y Mariano Ignacio vivieron con sus hijos en la calle General La Fuente N° 590 -594 (cuadra 5 de jirón Camaná), donde actualmente se encuentra una sede del BBVA. Su hija María Prado Ugarteche se casó con Juan Manuel Peña y Costas y vivieron en la casa Castilla, en el cruce de los jirones Cuzco y Carabaya. En la casa de General La Fuente, Javier Prado, hijo de Magdalena y Mariano, tuvo un museo que formó parte de la Memoria Prado, donada al Museo de Arte de Lima en la década de 1960, siendo esta colección la que dio origen al museo, al igual que parte de la colección de la casa de campo en Chorrillos, propiedad de la familia desde 1887.
Residencia monumental
El gusto por el arte virreinal y republicano se vio también en la casa de Mariano Ignacio Prado Ugarteche, en el jirón Cuzco. La residencia es un verdadero monumento del arte y de la tradición peruana como lo fue la residencia de su hermano Manuel en la calle Amargura, actual cuadra nueve de jirón Camaná. La casa conserva valiosos elementos de los siglos XVIII, XIX y X X y un mobiliario que reviste a la residencia de un particular interés por ser una de las pocas casas virreinales limeñas que conservan su mobiliario. Cada uno de los elementos de la residencia evoca escenas y personas de otras épocas.
El inmueble en 1924 “tiene una área de mil quinientos noventa metros… cuadrados, encerrada dentro de los siguientes linderos: por el frente la mencionada calle con diez y nueve metros cincuenta centímetros, por el costado derecho saliendo, finca de la señora Manuela Carrasco… por el izquierdo la finca del señor José V. Oyague y por el respaldo, finca de la calle del Padre Gerónimo…”. Las dimensiones de la residencia no han variado a lo largo de los siglos a pesar de los diversos propietarios que han vivido en ella. En el siglo XIX no hubo modificaciones interiores, salvo algunas mamparas neogóticas y la construcción del segundo piso, que debe ser de la segunda mitad del siglo XIX.
En el siglo XX, la familia Prado Heudebert añade un pabellón en el segundo piso y decora la casa dándole la apariencia que hoy posee, llenándola de recuerdos familiares de los Prado Ugarteche y de los Heudebert González Pinillos Eléspuru. La residencia corrió el riesgo de sufrir cambios a partir de los años 40 del siglo XX cuando la ciudad de Lima sufrió una serie de alteraciones urbanas como la creación de nuevas avenidas y ensanches que ocasionaron la pérdida del Paisaje Urbano Histórico del Centro de Lima.
El jirón Cuzco sufrió un proceso de ensanchamiento que se inició con el alcalde Héctor García Ribeyro (1956 -1962) en cuya gestión se amplió la cuadra 3 del jirón Cusco (antigua calle Higueras). La ampliación se concluyó con el alcalde Luis Bedoya Reyes (1964-1969). A pesar de que se derribaron algunas manzanas contiguas para ensanchar el jirón, la casa no sufrió ninguna alteración.
La fachada es de inspiración neocolonial. Destacan un balcón de cajón republicano y ventanas con rejas de hierro forjado con botones de flores en la parte baja de la fachada. Tras el zaguán se abre el primer patio, en el cual se distribuyen los diversos ambientes del inmueble. En el lado izquierdo hay una escalera a cielo abierto que comunica a cuatro dormitorios del segundo piso.
Hay un corredor para pasar al segundo patio, que es uno de los encantos principales de la residencia; está decorado con azulejos dieciochescos y una pileta en medio. Antes del salón principal y a través del corredor se puede observar a ambos lados dos salones con una mampara del siglo XVIII y mobiliario de las épocas virreinal y republicana. Exhiben jarrones, marcos dorados, lámparas virreinales y espejos rectangulares Luis XV en pan de oro. En el interior del salón de los espejos del lado derecho existe un pequeño altar familiar dentro de dos hojas talladas de madera; en el centro hay un Cristo virreinal con cuatro columnas que lo rodean a los extremos.
El salón principal posee una gran lámpara francesa de bronce y cristal, espejos ovalados y rectangulares Luis XV. Cuelgan retratos familiares como el de Mariano Ignacio Prado Ochoa y uno de Magdalena Ugarteche y Gutiérrez de Cossío pintado por Édouard Viénot, pintor francés de la corte del Emperador Pedro II de Brasil. Casi todas las habitaciones de la casa ostentan pintura virreinal cuzqueña del siglo XVIII de temas religiosos.
Al lado derecho del salón se encuentra el comedor principal de refinado mobiliario de madera: un aparador principal con espejo coronado por un águila y dos puertas laterales que llevan esculpidas perdices, dos aparadores que llevan esculpidas escenas de la fábula de Esopo La zorra y las uvas y en la parte central escenas de perdices en el campo y una mesa de madera de ocho tableros. Las paredes están enchapadas en cuero.
En la residencia también existe una biblioteca que contiene un mueble francés y en el techo cuelga una artística araña de cristal de la granja. Al igual que las casas Aliaga, La Riva, Riva-Agüero, Torre Tagle y Goyeneche, la casa Prado posee una importante colección de mobiliario familiar; otros valores distintivos de la casa son la fachada con balcón, el zaguán y el patio con azulejos, las ventanas, las puertas, los ambientes sociales y privados que permiten conocer el transcurrir de la vida cotidiana de una familia importante en la historia de la República.
La residencia debería ser incorporada a la poligonal del área declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en el centro Histórico de Lima como solicitó PROLIMA al Centro del Patrimonio Mundial de UNESCO que accedió y solicitó al estado peruano envíe la propuesta formal. La casa del Corcovado conserva hoy una serie de valores históricos y arquitectónicos únicos e invaluables para la historia de la Lima antigua, por eso es un deber preservarla por siempre.