Quien conoce la obra de Reynaldo Luza suele relacionarla con la moda y el glamour. Y en efecto, este artista limeño, nacido en Barrios Altos en 1893, tuvo una vida de sofisticación inimaginable. Desde “Vogue” hasta “Harper’s Bazaar”, pasando por las élites de París, Londres y Nueva York, todos se rindieron ante su talento como ilustrador y dibujante.

Mallorca fue uno de los escenarios más recurrentes en las tomas del artista.

Mallorca fue uno de los escenarios más recurrentes en las tomas del artista.

Pero Luza es más que lienzo, óleos o acuarelas. “Una vez, alabándolo, le dije: ‘Tío, ¡qué gran pintor eres!’”, recuerda Carlos García Montero, el sobrino nieto del artista que en los últimos años se ha dedicado a revitalizar su legado. “Él me respondió: ‘No, Carlitos, yo no soy un pintor, soy un artista”. En sus propias palabras, un pintor que a los 60 años presentaba lo mismo que hacía a los 20, no desarrollaba nada; en cambio, un verdadero artista prueba diferentes aspectos dentro de las artes, va mutando, cambiando. Y eso fue exactamente lo que hizo Reynaldo Luza.

Más allá de la ilustración de moda, hizo caricaturas, retratos, decoración y hasta pintura, pero siempre con una cámara Rolleiflex a la mano. Sin una intención determinada, inició un asombroso trabajo de documentación fotográfica que fue descubierto recién tres décadas después de su muerte, ocurrida en 1978, y que ahora está disponible en “Luza. Fotografía inédita”, el segundo volúmen de una colección que el Grupo Editorial COSAS, con el patrocinio del BCP Banca Privada, dedica a la extensa trayectoria del artista.

“Luza. Fotografía inédita” contiene una selección de más de 200 imágenes registradas por Reynaldo Luza y divididas en tres segmentos temáticos.

“Luza. Fotografía inédita” contiene una selección de más de 200 imágenes registradas por Reynaldo Luza y divididas en tres segmentos temáticos.

LUZA DETRÁS DE CÁMARAS

Hablar de la fotografía de Reynaldo Luza es casi como hablar de un tesoro escondido en lo más profundo del océano. En el legado que recibió Carlos García Montero tras la muerte de su tío, que incluía sus famosas ilustraciones y cuadros, había también más de 2200 imágenes que él miró con nostalgia, pero decidió guardar en el baúl de los recuerdos. Entre ellas se mezclaban retratos de las damas más elegantes de Lima, paisajes de su amada costa peruana y capturas de algunos momentos en altamar. Afortunadamente, se salvaron de quedar en el olvido.

Los desérticos paisajes costeros constituyen uno de los pilares en la obra fotográfica de Luza.

Los desérticos paisajes costeros constituyen uno de los pilares en la obra fotográfica de Luza.

Fue en 2011 –cuando su hijo, Carlos García Montero Protzel, curador y director de la Y Gallery de Nueva York, se interesó por la vida de Luza– que todo el material inédito salió a la luz.  Casi de forma natural, empezó a adquirir una notoriedad que el artista jamás imaginó en vida.

Y es que, a pesar de su evidente talento, él nunca se consideró un fotógrafo, sino más bien un sobreviviente del tránsito de la ilustración a la fotografía en los estratos de la moda parisina.

Una de las más grandes aficiones del artista era el registro de escenas cotidianas en trayectos marítimos.

Una de las más grandes aficiones del artista era el registro de escenas cotidianas en trayectos marítimos.

LA MEJOR CAPTURA

“Luza. Fotografía inédita” contiene cerca de 200 imágenes divididas en tres ejes temáticos: Retrato y estilo, Paisaje y arquitectura, y Reportaje y estilo de vida. Aunque estuvo fuertemente marcado por París y Nueva York, fue su vínculo con el Perú el que consolidó la temática fotográfica del artista. De hecho, Lyle Rexer, reconocido crítico estadounidense, autor de uno de los siete ensayos sobre la trayectoria de Luza presentes en esta edición, señala que “en sus fotografías, como en ninguna otra obra, Luza trata directamente el tema del significado de ser peruano en el siglo XX”.

En ropa de tenis, el artista Reynaldo Luza descansa en una terraza de su casa en Formentera.

En ropa de tenis, el artista Reynaldo Luza descansa en una terraza de su casa en Formentera.

Tal vez sea por eso que, tanto para él como para la arquitecta Cynthia Watmough,  la serie más completa es la de Puruchuco –la tesis de maestría de Watmough, precisamente, trata sobre esta serie–, un segmento donde Luza despliega lo mejor de la técnica aprendida en París al lado del célebre Barón Adolph de Meyer, pero también esa evocación de un Perú precolombino cada día más lejano.

Sin embargo, para Carlos García Montero, el sobrino favorito, es casi imposible decidirse por alguna instantánea de la colección de su tío. Es entendible, en cada una de las imágenes ve un poco de ese entrañable compañero de conversaciones y aficiones artísticas, de ese ser de otro planeta que, a sus ojos, luego de recorrer el mundo volvió a Lima para revolucionar la ciudad con su sofisticación.

No sé si Luza se dará cuenta de lo que está pasando ahí donde esté, pero si lo hace, debe estar contento de que, a treinta y ocho años de fallecido, esté saliendo otra vez en periódicos y revistas”, dice García Montero. “Nuevamente, Luza está vigente”.

Por Gabriela Ramos Traverso

El libro está a la venta en:

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    Dirección: Calle Bolognesi 510, Miraflores
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    Dirección: Calle Alcanfores 295, Miraflores
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    Av. Pardo y Aliaga 683, San Isidro
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