Los años iniciales de Vallejo transcurren en su tierra natal, Santiago de Chuco. Su niñez y juventud tienen momentos importantes en Huamachuco. Ambas ciudades se ubican en el departamento de La Libertad, en el norte peruano. El salto literario, académico y bohemio del poeta ocurre en Trujillo, que, junto a los arriba mencionados, son los lugares que recomendamos visitar, con la presente guía en una mano y los poemarios de Vallejo en la otra.
Adaptación del texto de Rafo León para PromPerú.
Santiago de Chuco
La provincia de Santiago de Chuco fue creada el 3 de noviembre de 1900. Su capital, que tiene el mismo nombre, se ubica en la margen izquierda del río Patarata, en las faldas del cerro Quillajirca, que forma parte de la vertiente occidental de la Cordillera Norte de los Andes. Une Santiago con Cachicadán el río Huaychaca, al fondo de un valle profundo.
La distancia entre Trujillo y Santiago de Chuco es de apenas 183 kilómetros. La ruta es hermosa, y se inicia cruzando los grandes cañaverales de la azucarera Laredo; luego comienza a subir, por zig zags y serpentines, para mostrarnos una cordillera gigantesca y agreste, con champones de bosques de eucalipto y pequeños caseríos en los que aún predominan la teja y el adobe. Se recomienda, para seguir la cronología vallejiana, comenzar por la tierra natal del poeta. Llegando a Santiago de Chuco, lo primero que se debe hacer es visitar la casa de Vallejo, hoy convertida en un sencillo museo.
La calle de la casa de la familia Vallejo Mendoza originalmente se llamaba Colón; se emplaza en el antiguo barrio de Cajabamba, hoy Santa Mónica, a tres cuadras de la Plaza de Armas. Hoy el nombre de la calle es César Vallejo. El solar, se dice, está compuesto por dos casas, una heredada por el padre de Vallejo y la otra, por la madre. Ambas tienen portón a la calle, hechos de madera de eucalipto, pero están unidas por dentro. La pared de la fachada de dos pisos se ve tachonada de placas que rinden homenaje al poeta. En el interior encontramos un primer patio, al que da un salón grande – la sala de arriba, en Trilce XXIII -, en cuyo ingreso se erige una estatua en tamaño natural del poeta. Esta habitación se abre a un pequeño oratorio que conserva el empapelado antiguo de la casa y en su altar muestra una imagen de San Isidro Labrador.
Si buscamos referencias a la casa en los poemas, saltarán a la vista el poyo antiguo, con sus tres agujeros debajo para que se guarezcan las gallinas. Allí está el patio, empedrado, con un hermoso capulí al centro, lugar de juegos infantiles de Aguedita, Nativa, Miguel y César (Trilce III). Dos habitaciones se abren a este patio desde la galería techada. El llamado cuarto verde, donde nació el poeta, y otro dormitorio, en cuyas paredes se alinean copias de innumerables apuntes y caricaturas que se han hecho de Vallejo.
La cocina y su ampliación están ubicadas al costado de un breve jardín y en sus interiores renegridos se arrinconan el viejo horno de barro y menaje de época. Desperdigados por todas partes encontramos paneles con fragmentos de poemas que aluden a cada espacio u objeto. La museografía es bastante austera y sencilla, pero transmite la idea de un recinto mantenido en memoria de alguien que aún vive.
Luego hay que salir a las calles. Visitar la pequeña ciudad de Santiago de Chuco es retroceder en el tiempo, en una serie de aspectos. El diseño urbano aún mantiene la traza española y la fisonomía del lugar hace contrastar una considerable cantidad de construcciones de barro, caña y teja, con edificaciones modernas, levantadas a partir del terremoto de 1970. Cuando sale el sol, Santiago de Chuco, es alegre y llena de luz. Sin embargo, una tarde lluviosa y nublada en sus calles, bajo el alero de una casa o vista desde un balcón, tiene algo de desgarrador y melancólico.
Muy rápidamente quien viaje a Santiago de Chuco habrá de reparar en la inmensa importancia que tiene para esta ciudad la memoria de César Vallejo. A los lados de la pista aparecen retratos del poeta y versos escritos con pintura sobre carteles. En la Plaza de Armas se levanta una gran estatua del poeta, y un retrato pintado corona la fachada del edificio municipal. Pareciera que la ciudad ha adoptado como lema el verso, Hay hermanos, muchísimo que hacer (Los Nueve Monstruos, Poemas Humanos).
El viajero interesado en los lugares vallejianos tendrá mucho por ver y hacer en Santiago. Por ejemplo, sentir la atmósfera de la ciudad. Dicen que flota sobre la población un sentimiento un tanto sombrío y triste. Puede que este mito provenga de otro: el que define a César Vallejo como un hombre que cargaba las veinticuatro horas del día con el sufrimiento de la humanidad sobre sus espaldas.
La arquitectura tradicional de Santiago mantiene muy buenos testimonios, caserones de fachadas sencillas pintadas de blanco, con puertas y ventanas de madera oscura. Adentro, patio empedrado en torno al cual se distribuyen los espacios domésticos. Muchas de estas edificaciones se encuentran en estado ruinoso, habitadas por partes, tugurizadas.
En Santiago es interesante visitar la escuela donde Vallejo estudió la primaria, llamada antiguamente Centro Viejo 271, hoy Escuela Primaria de Menores 80520. Un personaje clave, que habita una clásica casa situada en la calle Heraldos Negros, es don Francisco Miñano. Profesor jubilado y ceramista, don Francisco quizás sea el mejor decidor de Vallejo que existe. No recita a Vallejo, lo dice pero con un conocimiento absoluto de cada pausa, inflexión, golpe y descanso.
Los restos de César Vallejo están sepultados en el cementerio de Montparnasse, en París. En el viejo camposanto de Santiago de Chuco es posible acercarse a la tumba donde se han juntado los cuerpos de los padres del poeta, Francisco de Paula y María de los Santos, debajo de un rústico monumento que no es sino una roca que lleva encima una piedra pulida. Sobre esta, a punta de clavo, alguien ha escrito: Piedra Negra sobre piedra blanca. Para sentirlo, el visitante habrá de llegar hasta este cementerio.
Cachicadán
El pueblito y la campiña de Cachicadán, situados a unos cuarenta minutos de Santiago pudieron haber sido espacios de importancia en la niñez y adolescencia del poeta. Este pueblo es una auténtica maravilla, debido a la generosidad con que ha sido tratado por la naturaleza. Cachicadán es célebre por sus baños termales, cuentan con pequeños hoteles, rústicos y sencillos, decorados con macetas que contienen enormes hortensias blancas y lilas. Es seguro que Vallejo estuvo muchas veces en Cachicadán de niño, de adolescente, de joven. El visitante quedará encantado con Cachicadán, y no solamente por su paisaje y la belleza del poblado sino y, sobre todo, por la pureza de su aire y el vigor que se siente en cada punto de su espacio.
Cachicadán quizás sea uno de los componentes más intensos del paraíso perdido de la infancia vallejiana. Hoy el pueblo y su entorno están allí, comunicando la belleza excepcional de una sierra baja que pronto pasa a convertirse en bosque de neblina y luego en puna. Pero, además, está la gente. Personas muy acogedoras, que interrumpen su tejido para recibir al visitante ofreciéndole un quesito o una porción de jamón.
Huamachuco
La ciudad de Huamachuco es la capital de la provincia de Sánchez Carrión. Se encuentra enclavada en plena Cordillera de los Andes, a 184 km de la ciudad de Trujillo y a 3,200 msnm. El viaje toma unas cinco horas. Si se va de Santiago de Chuco, hay que bajar hasta el desvío de Shorey y tomar la ruta opuesta, que dejará al viajero en Huamachuco en unas tres horas.
César Vallejo cursó estudios secundarios en el colegio San Nicolás de esta ciudad entre 1905 y 1908. La ciudad generalmente está soleada, aunque por las noches es fría. El entorno huamachucano es un hermoso valle verde de mejor clima, donde se despliega la actividad ganadera, y una agricultura de papa y maíz.
La ciudad de Huamachuco, a diferencia de Santiago de Chuco, muestra casonas coloniales y republicanas que hablan de grupos sociales españoles y criollos de gran solera. Sin duda, lo más interesante en una visita a Huamachuco que complemente el recorrido vallejiano está en el conjunto arqueológico de Marcahuamachuco. Situado a 14 km de la ciudad, perteneció al señorío de los huamachucos, y compone una vasta ciudadela de piedra emplazada en un cerro, para obtener una panorámica completa de la cordillera.
Trujillo
César Vallejo se traslada a Trujillo en 1913, después de su fallido intento de estudiar Medicina en Lima. En la Universidad de Trujillo, el poeta estudia Letras y se gradúa de bachiller.
La tesis de Vallejo “El Romanticismo en la Poesía Castellana” había llamado la atención de académicos trujillanos, gracias a lo cual el poeta pasó a formar parte del grupo de intelectuales y artistas que en ese entonces ya construían una vanguardia artística y también política, la “bohemia de Trujillo”, así bautizada por Juan Parra del Riego y que luego compondría el Grupo Norte.
André Coyné describe el paso de Vallejo por la bohemia trujillana como un momento crucial en la vida del poeta, es cuando sus poemas comienzan a aparecer publicados en revistas locales y en su interior va forjándose la definición de un “instrumento que le permitirá expresarse libre de todo influjo ajeno”. Trujillo es para Vallejo una preparación para el cosmopolitismo, el que buscará en Lima, pero desarrollará con gran talento –y mucho sufrimiento- en el viejo continente, en París, en Madrid.
Pasco
A pesar de no formar parte del norte liberteño, el departamento de Pasco tiene importancia en la biografía de César Vallejo, pues allá trabaja en 1911 como preceptor de los hijos del hacendado dueño de Acobamba, Domingo Sotil. Entre los primeros poemas de Vallejo, no incluidos en Los Heraldos Negros, figura Fusión, agrupado por los estudiosos de la obra vallejiana entre los llamados “poemas didácticos”. Fusión fue publicado en Cultura Infantil y en sus versos se evoca el viaje del poeta a Pasco en el Ferrocarril Central.
Lima
Alusiones a Lima son frecuentes en la poesía de Vallejo. La presente guía se centra en los escenarios norteños de la vida y obra del poeta, pero no queremos dejar pasar la ocasión de ilustrar con un poema, la imagen que tiene Vallejo de la capital del Perú, antes de dejarla para siempre:
En Lima… En Lima está lloviendo el agua sucia de un dolor
qué mortífero. Está lloviendo
de la gotera de tu amor.
(Lluvia. Los Heraldos Negros).
Agradecimientos: PromPerú
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