A través del hilo telefónico, Kurt Vile suena tan distendido y expansivo como en sus canciones. O como cuando le toca subirse a un escenario: siempre recordaré la primera vez en que lo vi tocar en vivo, en el festival Matador At 21, en Las Vegas, a media tarde y nada menos que en una de las suites del hotel The Palms, lo que en teoría podría sonar como el peor lugar posible en el universo para apreciar las canciones de Kurt Vile. Pero no fue así: se trató de un recital corto (algo inevitable en el contexto de un festival), pero sumamente íntimo e intenso, en el que el sonido orgánico y espacioso del ex The War On Drugs parecía nutrirse de la yerma inmensidad que domina la ciudad de los casinos y el neón.

Seis años después de aquella primera y memorable impresión inicial, la figura de Vile ya es una de las más trascendentes e influyentes de la escena independiente internacional. Por eso, tenerlo en Lima, en el que es sin duda el mejor momento de su carrera musical -sus tres últimos lanzamientos son sencillamente imprescindibles: Smoke Ring for My Halo (2011), Wakin on a Pretty Daze (2013) y B’lieve I’m Goin Down… (2015)-, es un verdadero privilegio: que artistas como Vile, Courtney Barnett (quien se presenta el 10 de noviembre) o Mac DeMarco toquen aquí en estas etapas de sus respectivas trayectorias es como si Pavement, Guided By Voices o Liz Phair hubieran pasado por Lima a inicios de los 90, cuando formaban parte de la avanzada más notoria y perdurable del indie anglosajón desde las trincheras de Matador Records, sello discográfico que hoy cuenta con Vile entre sus filas.

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“Estoy muy emocionado de tocar en el Perú, porque nunca antes estuve en tu país. He pasado por otras partes de Sudamérica, en 2011 o 2012, cuando tocamos en Brasil, Argentina y Chile, cuando hicimos una gira con Thurston Moore y fue excelente. ¡La verdad es que no sé qué esperar de este primer concierto en Lima! Lo que sí puedo adelantar es que tocaremos canciones de todos mis discos”.

¿Cómo fue el proceso creativo de B’lieve I’m Goin Down…, tu último disco? He leído que hubo diferencias muy marcadas con respecto a tus producciones previas…
Es cierto. Para este disco decidí tomar algunos riesgos y hacer ciertos cambios. Por ejemplo, esta vez no tuvimos a John Agnello –con quien por cierto adoro trabajar- como productor, como en nuestros dos discos anteriores. Con B’lieve I’m Goin Down… traté de volver a mis raíces, y por eso la idea fue que mis propios compañeros de banda fueran grabando las sesiones y que estas fueran hechas en estudios caseros, que nada fuera planificado con antelación. No sabía muy bien qué resultaría de todo eso, pero igual lo hicimos. De cualquier manera, en algún momento del proceso sentimos que debíamos contar con alguien externo que nos ayudara a salir de ahí y por eso buscamos a Rob Schnapf, que grabó Pretty Pimpin, y a Peter Katis, quien también contribuyó con algunas mezclas hacia el final de la grabación. Tuvimos que buscar a algunos profesionales ajenos a la banda para finalizar el disco, pero prácticamente todo el proceso fue muy insular.

¿Recuerdas cuáles fueron tus influencias, qué estabas escuchando cuando grabaste el disco?
Bueno, muchas cosas. Yo soy una persona muy obsesiva en ese aspecto. Recuerdo que en ese momento escuchamos mucho a artistas como John Prine o Randy Newman, que son dos de mis favoritos de siempre, como el mismo Neil Young… He acumulado muchas influencias a lo largo de los años. Y consumo mucha música.  También reconozco que hay algo de jazz espiritual en este disco, algo del periodo tardío de John Coltrane y de los primeros discos de Alice Coltrane, Pharoah Sanders… También veíamos en YouTube muchos videos de Randy California, de Spirit, mientras grabábamos en Joshua Tree.

¿Y cuán importante fue grabar en un lugar tan icónico como Joshua Tree?
De hecho el entorno sí fue una influencia, por ejemplo en  Wheelhouse, que fue una canción que escribí apenas llegamos al desierto y que grabamos dos días después. Creo que en ella se puede sentir de alguna manera la vibración del desierto.

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Formas parte del catálogo de Matador Records, uno de los sellos independientes más influyentes de todos los tiempos. ¿Crees que existe algo parecido a un sentimiento de comunidad entre las bandas y los artistas del sello?
Yo diría que sí. Y eso fue algo que sentí desde que llegué a Matador, que fue algo muy emocionante porque tuve la oportunidad de conocer y en algunos casos hacerme muy amigo de algunos de mis héroes, como Kim Gordon, los muchachos de Pavement, etc. Todavía me ‘frikea’ la idea de que personas como Kim o J Mascis, de Dinosaur Jr., sean ahora mis amigos.

Acabas de colaborar como músico invitado con dos actos muy distintos, como la agrupación tuareg Tinariwen y la cantante Hope Sandoval (ex Mazzy Star). ¿Cómo fueron esas sesiones?
Con Tinariwen grabé en el desierto al mismo tiempo que algunas de las canciones que te mencioné antes, como Wheelhouse o Bad Omens, en el estudio de Rancho de la Luna. Yo entonces era un gran fanático de Tinariwen, con quienes tenía muchas ganas de hacer algo desde hace un par de años, por lo que me siento muy agradecido de que se haya podido dar la oportunidad de concretar esa colaboración. La música de Tinariwen es sumamente hipnótica y en ella también se siente la influencia del desierto, pero de uno muy diferente al mío, digamos. Los he visto varias veces en vivo y siempre ha sido una experiencia increíble. Y con respecto a Hope Sandoval, bueno, me invitaron a que participara como cantante en uno de los temas de su último disco. Ellos tenían todo listo para que yo llegara al estudio y cantara, pero de todas maneras fue muy divertido trabajar con Hope, es una persona definitivamente tímida pero muy buena onda. Quien se encargó de arreglar todo fue Colm Ó Cíosóig, el ex baterista de My Bloody Valentine, quien junto con Hope forman el dúo The Warm Inventions. Fue alucinante trabajar con él.

¿Estás trabajando ya en nuevo material?
Sí. De hecho estuvimos grabando por diez días con la banda completa en setiembre pasado, justo cuando volvimos de nuestra última gira, por lo que estábamos muy sólidos como banda. También grabé algunas cosas solo, para un proyecto distinto. Creo que me tomaré un tiempo para editar el próximo álbum, pero estoy seguro que antes lanzaré un EP o algo así.

¿Tocarás algo de eso en Sudamérica?
La verdad es que no sé. Probablemente no. (risas)

¿Hay alguna posibilidad de que vuelvas a hacer música con Adam Granduciel, de The War on Drugs?
Estoy convencido de que nos juntaremos en algún momento para improvisar algo, pero él realmente está muy metido en su mundo, que es The War on Drugs. Lo que sí puedo asegurarte es que nunca más seré un miembro activo de esa banda. Pero Adam y yo vamos a ‘jamear’ en algún momento, de eso no tengas dudas. Hace poco subió al escenario en un recital con los Violators en el Hollywood Bowl y tocó con nosotros un par de canciones. Pronto estaré en Los Ángeles para grabar algunos temas de mi nuevo disco y le he dicho que me encantaría que nos acompañara en alguna de esas sesiones. Está concentrado en la grabación de la nueva producción de su banda, así que aún no sé si será posible.

Por Raúl Cachay A.