La joyera peruana ha cocreado un collar inspirado en el kipu, elaborado con oro responsable de la Amazonía y realizado en apoyo a las mujeres mineras de Madre de Dios. 

Por Micaela Simón

La colaboración entre la joyera peruana Andrea Jose y Nathalie Kelley—actriz australoperuana y activista ambiental— se sostuvo en una coincidencia ética. Ambas han estado muy involucradas en temas de joyerías, sostenibilidad y de trazabilidad. 

Para Nathalie, explicó, era clave que la marca pudiera responder “de qué persona provino el oro, de qué persona obtuvo las piedras”. En ese punto, Andrea sintió una sintonía directa con su propio modelo de trabajo y subrayó que “esta colaboración nace de nuestros valores y de nuestra identidad”.  

De la sostenibilidad a la joyería con propósito

Andrea estudió ingeniería empresarial y trabajó varios años en sostenibilidad, hasta que su proveedor de diamantes —“la empresa de Leonardo DiCaprio, que trabaja en diamantes de carbono neutral”— la invitó en 2018 a una subasta de Pure Earth en Nueva York.

Diseño del collar inspirado en el kipu.

Allí, según recuerda, vio “todo el potencial que hay para trabajar en la industria de la joyería generando una empresa con propósito”.

Minería responsable en la Amazonía y el camino hacia la colaboración

En 2019, ya con una visión clara del impacto que quería generar, Andrea inició una colaboración con Pedro Pimpante, un minero reconocido como el “primero en trabajar sin mercurio e incluir prácticas de reforestación”.

Con apoyo del Ministerio de Energía, expandió ese trabajo en Madre de Dios, promoviendo prácticas de minería sin mercurio y procesos de reforestación.

Andrea Jose en su taller durante el diseño del collar que luego sería subastado.

Ese esfuerzo derivó en la creación de la Red de Mujeres Mineras de Madre de Dios, un grupo de mujeres comprometidas con una minería “sana, responsable, limpia”. Andrea cuenta que las capacita en procesos de extracción de oro y que ahora están “adentrándonos a aprender joyería juntas”.

El diseño de la pieza y su impacto

La colaboración entre Andrea y Nathalie se concretó en la subasta anual de Pure Earth de noviembre, donde las piezas ofrecidas financian proyectos de impacto.

Hemos diseñado esta pieza para que se subaste y los fondos vayan directamente a beneficiar a mujeres mineras en la Amazonía”, explicó Andrea.

Nathalie Kelley y Andrea Jose en la subasta usando prendas de la diseñadora Ani Álvarez Calderón

Andrea contó que el proceso creativo de la joya fue significativo: “uno de los procesos más fascinantes para mí como creativa y diseñadora”.

Partieron de una inspiración compartida con Nathalie: la artesanía peruana, y en particular el textil originario, al que Andrea llamó el eje de las artes en el país. Por eso eligieron el kipu como eje formal,“el kipu es un misterio. Una forma de comunicación no verbal con nudos”, exclamó.

La pieza se construyó con nudos inspirados en ese lenguaje y con piedras seleccionadas bajo un criterio de origen verificable: “hemos utilizado unas piedras preciosas que son todas obtenidas de manera trazable. Dos de ellas post-consumer y una de ellas es un zafiro que proviene de Tanzania, obtenida por una mujer minera de ahí”.

Nathalie Kelley, Andrea Jose y Kathryn Huarte en la subasta de Pure Earth

El oro, explicó, vino de la Amazonía y de una persona concreta: “el oro ha sido obtenido por una mujer minera en la selva, Evelyn… viene de Madre de Dios… obtiene de manera responsable, sin mercurio”.

El jaguar apareció como símbolo central del collar. Andrea contó que era el símbolo de dónde viene el oro y que, a la vez, funcionaba como una antítesis frente a la destrucción ambiental: “el jaguar es un animal que está en proceso de extinción por la minería….el único gato que domina el agua y la tierra”, por eso lo entendió como signo de armonía entre territorio y vida.

Pieza subastada de Andrea Jose Jewels

El rol del consumidor consciente 

Andrea concluyó que “Las marcas sí debemos enfocarnos en tener un propósito y apostar no por un modelo antiguo, extractivo, sino por uno circular”.

La colaboración con Nathalie se convirtió en la prueba tangible de esa visión: una pieza con propósito que sabe —y cuenta— de dónde viene.

Nathalie luciendo el collar subastado.

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