No es muy famosa, pero tiene buena fama. No es pomposa como The Crown, no tiene las figuras de House of Cards ni goza del hype que experimentó Stranger Things. Lovesick, cuya segunda temporada ha sido producida íntegramente por Netflix, es un show con una personalidad propia y entrañable que no ha necesitado de mucha promoción ni publicidad para tener un público cautivo. Por algo la cadena de streaming puso sus ojos en este proyecto, que fue cancelado en 2014, y se encargó de resucitarlo. Felizmente. (Porque también por algo nosotros la llamamos «una de las mejores comedias que cualquiera TIENE que ver en Netflix en estos momentos»).
Volver, volver
Primero reapareció tras ser cancelada en 2014. En aquella primera oportunidad, en el Canal 4 británico, la serie tuvo problemas de audiencia. El público, seguramente sugestionado por su nombre original (Scrotal Recall), no se animó a acercarse a la serie. Por eso, tras sólo seis episodios, llegó la cancelación de esta serie que seguía a Dylan, un joven diagnosticado con clamidia que comienza a contactar a sus ex parejas para avisarles la mala noticia y que, con este pretexto, hace un repaso por sus relaciones amorosas.
El primer regreso de Lovesick se dio en Netflix de Estados Unidos. En 2015, la cadena publicó los seis capítulos existentes en su versión estadounidense y, tras el éxito conseguido, también los puso disponibles en sus demás ediciones. Así, por ejemplo, llegó a nosotros recién en julio de este año. Y esa primera temporada, tan corta como contundente (cada episodio, titulado con el nombre de una de las parejas de Dylan, dura menos de media hora), fue tan genial que casi no hubo comentarios negativos sobre ella. Por eso todo el mundo se alegró cuando Netflix anunció que había mandado a hacer una segunda temporada con ocho episodios que se estrenarían el 17 de noviembre. Y ese fue su segundo retorno.
No es más de lo mismo
La serie en sí no es más de lo mismo. Como ya dijimos, tiene personalidad propia. Por eso es difícil buscarle un símil en cuanto a narrativa y clave de humor. Sin embargo muchos han intentado compararla con otras comedias como Love o How I Met Your Mother. E incluso con películas como High Fidelity o (500) Days of Summer. Pero, si la primera temporada ya se desmarcaba de estos parámetros, la segunda se aleja todavía más y lo hace con mayor solvencia.
Desde el arranque (hablando de la primera temporada) nos encontramos un producto que no puede ser naif. Recordemos que, antes de llamarse Lovesick, tuvo un título que hacía inmediata referencia a la ETS del protagonista. Y tampoco es una clásica comedia lineal, sino que juega constantemente y en cada capítulo con los saltos en el tiempo. Vemos las relaciones pasadas de Dylan, pero también somos testigos de cómo se desarrolla su presente. Y confirmamos, además, que todo está mucho más relacionado de lo que parece.
En todos estos azares están presentes Evie y Luke. Es con ellos que se conforma un trío que, si bien se basa en arquetipos, se escapa de superficialidades y convenciones. Ni el personaje más mujeriego es tan superficial ni el más romántico es siempre correcto. El desarrollo de estos personajes y la inclusión más protagónica del graciosísimo Angus ayudan a que la segunda temporada no se centre solamente en Dylan. Así, esta nueva entrega tampoco es más de lo mismo.
Todo es acerca del tiempo
Acá no hablamos de la duración de la serie (que es conveniente para acabarla en una sola tarde). En este punto nos referimos a algo que señalamos en el punto anterior. Los personajes, al desarrollarse y cambiar con respecto a sus propios flashbacks, pueden funcionar para que la audiencia se refleje en ellos. Todo esto, claro, se puede dar según diferentes contextos. En algún momento uno puede reconocerse en la angustia de Evie o en la desolación de Luke. Otros pueden verse en la energía del Dylan del pasado o en la madurez del Dylan del presente.
Al igual que la primera temporada, Lovesick no se entrega solamente a la comedia. La serie, que ya tuvo momentos bastante sentimentales en su primera entrega, ahora se las arregla para aumentar la cantidad de golpes emocionales. Eso sí, al igual que en la temporada anterior, esta también acaba con un cliffhanger que dejará ansioso a más de uno. ¿Habrá tercera temporada? Muchos creemos (y esperamos) que sí.
Por Omar Mejía Yóplac