El desarrollo de las oficinas y la planta de uno de los principales fabricantes de vidrio en el ámbito mundial deparó a los arquitectos Felipe Ferrer y Antonella Pacussich un viaje al interior de la producción del vidrio. Una exploración sobre la pulcritud, la luz y la transparencia que ha recibido premios como el Golden A’Design Award y el American Architectural Prize.
Por Stefano de Marzo / Fotos de Juan Solano
Felipe Ferrer y Antonella Pacussich, esposos y socios de V.Oid, vivieron y trabajaron en Nueva York seis años hasta que regresaron al Perú en 2010. Él hizo un máster en Columbia y luego entró a trabajar a Diller Scofidio + Renfro, estudio que, entre otros, ha realizado proyectos como el Instituto de Arte Contemporáneo de Boston o el High Line de Nueva York. Incluso, uno de los proyectos en los que más trabajó Ferrer fue el de la remodelación del Lincoln Center.
Uno de sus proyectos más reconocidos desde que se instalaron en el país fue el de la renovación del edificio del BCP en la avenida Rivera Navarrete. Luego, la empresa AGP eGlass, uno de los líderes mundiales en la producción de vidrios blindados y parabrisas (con clientes como Tesla, Mercedes, BMW o Porsche), los eligió como arquitectos para diseñar una nueva fábrica.
“El cliente quería algo que cambiara y evolucionara la manera de trabajar de sus operarios”, señala Felipe Ferrer. Había una ambición, por parte de la compañía, de causar una buena impresión a sus futuros clientes cuando los visitaran. Eso, en el interior de la planta y las oficinas.
Por el contrario, la fachada buscó tener un diseño neutral, proporcionado y discreto. Ubicada en la zona de Lima industrial, no se buscaba que el edificio llamara la atención. Algo que, al abrir la puerta e ingresar, daba un vuelco total. Un túnel de compresión con techo más bajo y alfombras negras en el piso funciona como un filtro acústico, un zaguán que transporta a los visitantes a otra dimensión.
En el interior de la fábrica
“Abres la puerta y de pronto hay un contraste, como un shock, con esta triple altura y mucha luz que es el lobby principal”, comenta Ferrer. El espacio cilíndrico tiene, además, una escalera de pasos vidriados en rededor y un volumen que vuela sobre el ingreso, que es el directorio y, además, el primer área que se encuentra una vez que se sube al segundo piso. Desde allí se puede ver también la línea industrial. El mostrador de la recepción, semicircular y de tonos verdes, está hecho de vidrio crudo apilado.
Antonella comenta que gran parte del vidrio utilizado para la obra fue proporcionado por la empresa. Esto representó una ventaja y aceleró el proceso de ejecución del proyecto. El showroom, un área de color negro que resalta en la obra, está formado por tres muros de vidrio que permiten la exhibición de los diversos productos de la empresa.
La línea industrial, por su lado, se ubica en medio de las oficinas. Todas estas, que funcionan como un gran espacio abierto, tienen una conexión visual con el área de operarios.
El resto de espacios privilegia los pisos de resina industrial blancos y ranuras retroalimentadas con led. Sin embargo, comentan los arquitectos de V.Oid, el proyecto les deparó también proponer los colores de las máquinas que irían en la parte industrial del edificio, junto con la coordinación del diseño de las líneas de seguridad del piso y la simbología que indicaría el recorrido de la cadena de trabajo.
El proyecto ha tenido tal repercusión internacional que estuvo en la lista de nominados al Mies Crown Hall Architecture Prize por el IIT de Chicago. En abril, se anunció que había recibido el Golden A’Design Award en la categoría de Arquitectura, Construcción y Diseño de Estructuras. Más adelante, en octubre, se sumó otro reconocimiento: el Silver Award en el rubro de edificio industrial que otorga The American Architecture Prize. Sin duda, un motivo de celebración para este joven estudio de arquitectura.
Artículo publicado en la revista CASAS #240