Más, más, muchísimo más. Comandada por Garth Davis, Lion (que se estrena este jueves 23 en nuestro país) narra la historia de Saroo Khan, un niño de cinco años que vive con su mamá y hermanos. Su vida, la de una familia pobre del norte de la India, se ve interrumpida cuando se pierde en la estación de tren y termina siendo adoptado por una familia de Tasmania. 25 años más tarde, empieza la búsqueda de su primer hogar.
Tenemos que empezar describiendo el extraordinario trabajo de dos actores, Sunny Pawar y Dev Patel, cuyas presencias comandan por entero la película. Ambos interpretan a Saroo en dos momentos de su vida. El primero durante su infancia, y el segundo durante una adultez feliz pero cargada con la culpa de saber que tiene una familia que ha pasado una vida sin saber qué ocurrió con él luego del día en que se perdió.
La primera parte de la película es un placer de ver en cine. La cinematografía de Greig Fraser (Zero Dark Thirty, Rogue One) es, como suele ocurrir con su trabajo, de una belleza precisa y terrena. La India y Tasmania, segundos protagonistas de la cinta, son explorados a vista de ave como espacios esenciales de Saroo. Dos realidades distintas, pero ambas compartiendo territorios bastos, prisiones en su inmensidad.
La primera parte de la película muestra la vida cotidiana del Saroo de cinco años. Miserable en condiciones, tiene una familia amable y amante, una madre y un hermano mayor engreidores, y una hermana pequeña a quien juega a cuidar. Sunny Pawar, si la academia se diera un trabajo real, tendría su propia nominación. India, y Calculta en especial, se muestra como un aparato monstruoso de proporciones que escapan la lógica individual. Saroo se cae entre las grietas del sistema y queda a merced de quienes lo explotan. Un golpe de suerte lo pone de camino a Tasmania, lo que en otro tipo de historia podría ser un final feliz. Pero está es una historia real comprometida con lidiar con la complejidad del mundo de carne y hueso.
Es así como no solo podemos observar a Saroo antes de la adopción y en sus desesperados días de niño de la calle (que se encuentra más de una vez en la boca del lobo), sino también durante su llegada a Tasmania, sus primeros meses con su nueva familia y como testigo de la adopción de Mantosh, su nuevo medio hermano. Un niño también de la India, es otra evidencia de lo grande y fragmentada de esta nación.
Destaca Priyanka Bose, quien interpreta a la madre biológica de Saroo. Si la historia se apoya sobre Sunny Pawar, toda la ternura y nostalgia que la India inspira en la audiencia y en el protagonista, proviene de una performance conmovedora como pocas. Con apariciones contadas pero de precisión inmaculada, Priyanka encarna el ideal de madre que Saroo debe haberse llevado consigo y al que se aferra luego de perderse.
Es la primera parte de la película la que cautiva y enamora de la historia. La segunda parte, protagonizada por Dev Patel, muestra al actor en uno de sus roles más fuertes, emanando sensibilidad, dudas, culpa, alegría y una escala de emociones que acercan al espectador. Sin embargo, el guión ha elegido mostrar la lucha mental que Saroo adulto tiene sobre intentar regresar a su lugar de origen. Si bien Dev Patel se mueve de forma destacada por el material, su historia en este momento puede tornarse un tanto cansada en la repetición de secuencias que evidencien sus dudas, culpa y nostalgia por una vida que cada vez recuerda menos.
Nicole Kidman aporta una fuerza especial como la madre adoptiva de Saroo y Mantosh. Una mujer capaz de lidiar con dos niños completamente distintos y con una clara vocación maternal. Su personaje tiene solo un momento inadecuado, que podemos perdonar porque corresponde a la historia real, y que Kidman maneja de manera sobria y realista. Por otro lado, y en línea con la excesiva y por momentos cansada actitud introspectiva del personaje principal, está la presencia innecesaria de Rooney Mara. Nominada al Oscar como Mejor Actriz en dos oportunidades, y ganadora de la Palma de Oro a mejor actriz en Cannes, Rooney es una fuerza de la naturaleza, pero solo bajo la dirección adecuada. Y no es que Davis no esté a la altura de Fincher, Haynes o Lowery, pero el personaje no necesitaba a una actriz de esta talla. Novia de Saroo, y forma de darle un poco más de contexto a su vida adulta, no pasó de un extra más elaborado, pero ni rico ni capaz de aportar a la historia. Cabe decir que Rooney lleva al personaje al máximo que este puede alcanzar.
¿Es Lion simplemente carnada para los Oscar? No. Es mucho, muchísimo más.
Advertencia: llevar tissues porque las lágrimas saldrán.
Por Alejandra Nieto