Sonia Céspedes Rossel encabeza un grupo de ceramistas peruanas que fueron invitadas al Cuarto Festival Internacional de Arte Cerámico de Yi Xin en China. Dos tradiciones milenarias se encuentran.
Por Rebeca Vaisman / Fotos de Augusto Escribens
De todas las manifestaciones artísticas, solo la cerámica logra abarcar la totalidad de la historia china, atravesando las necesidades, tradiciones y gustos de los diferentes segmentos de sus sociedades. La contribución del país asiático al desarrollo de la cerámica no solo es considerada fundamental, sino la más importante del mundo. Por su parte, la historia del Perú también se puede contar a través de la cerámica, una de sus principales actividades desde tiempos prehispánicos. De ahí que el encuentro entre ambas tradiciones prometa un intercambio que alimente la actividad contemporánea, que enriquezca un arte con tanto bagaje.
Eso fue lo que ocurrió durante la cuarta edición del Festival Internacional de Arte Cerámico Hong Guang Zi Qi, que se llevó a cabo en la ciudad de Yi Xin, en China, el 15 de abril: la destacada ceramista peruana Sonia Céspedes Rossel fue invitada a mostrar su trabajo y a dar una ponencia. Con ella viajaron cuatro alumnas graduadas de su escuela, las ceramistas Tatiana Mendoza, Paola Baertl, Rossina Winder y Catalina Vial, quienes también mostraron sus obras realizadas en stoneware, porcelana y otros. “La cerámica peruana tiene nuevas generaciones que se acercan con un lenguaje contemporáneo, y que exploran las tendencias actuales, abstractas, que no buscan la perfección”, opina la maestra, sobre lo que llama un resurgimiento del interés por la disciplina.
Céspedes, quien ha vivido en comunidades alfareras como Pucará y Chulucanas, mostró en China un proceso de investigación que se inició en 2013 con una instalación que hizo en Casa Cor de aquel año, con un stonework que asemejaba a corales delicados, livianos. “El stonework no es necesariamente pesado, también puede hablar de la levedad y lo efímero”, dice la ceramista. “Pasan los años y la vida se aligera, yo también”. La cerámica siempre ha conseguido registrar su tiempo.
Artículo publicado en la revista CASAS #244