A sus 18 años, Antonella Masini divide su tiempo en practicar artes marciales, construir viviendas de emergencia en Techo, tocar la flauta traversa, enseñar matemáticas a niños, ir al cine con amigos y más. Por si fuera poco, tiene tiempo para estudiar y lograr ser admitida en tres prestigiosas universidades de Estados Unidos: Michigan, Stanford y Massachussets Institute of Technology, más conocido como MIT. Ella ha elegido ir a MIT, donde estudiará Física y, probablemente, también Ingeniería Electrónica.
“He tenido que privarme de ciertas cosas y horas de sueño”, admite. “Pero no lo veía como un sacrificio, sino como algo que me iba a ayudar en el futuro”, agrega.
Ese futuro del que Antonella habla ya está cerca. En setiembre empezará a escribirlo con el inicio de clases en su nuevo centro de estudios, el mismo que ha visto salir de sus aulas a personalidades como Kofi Annan (ex secretario de las Naciones Unidas), Salman Khan (fundador de la Academia Khan), Amar Bose (creador de Bose) o Bill Hewlett (de la empresa Hewlett-Packard).
El inicio
La historia de Antonella aparece en los medios el año pasado, cuando ganó un concurso, Breakthrough Prize, cuyo premio consistía en una beca de US$ 250,000. El certamen era organizado por el cofundador de Google, Sergey Brin, y el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg. Se trataba de explicar con un video un concepto de física, matemática o biología.
“Desde chiquita me gustaba preguntar muchas cosas, sobre todo de ciencia”, expresa Masini. “Sin embargo, cuando me preguntaban qué quería ser de grande, no tenía idea”. Eso comenzó a cambiar en la secundaria, con un creciente interés en cursos como química, matemática y física.
Hoy la tiene clara. “Me gustaría ser como Marie Curie”, expresa. Se refiere a la científica polaca, pionera en el campo de la radioactividad y ganadora de dos premios Nobel en Física y Química.
Mientras el momento de reafirmar su talento llega, la “joven promesa de la ciencia”, como la han llamado, pasa sus días dibujando, haciendo obras sociales, saliendo con amigos, aprendiendo a tocar nuevos instrumentos y, por supuesto, estudiando.
Por André Agurto