Documentalista. Realizador de videoclips. Integrante, productor y agente de bandas capitales en la historia del rock británico. Principal responsable de la integración de las contraculturas jamaiquina y punk en una Inglaterra diseminada por la crisis económica y las protestas sociales. DJ. Escritor. Amigo cercano de algunos de los más grandes iconos artísticos y musicales de las últimas cuatro décadas. ¿Por dónde empezar cuando se trata de ponderar los hitos en la biografía de este genuino hombre del Renacimiento (con trenzas rastas)?
El londinense Don Letts, a los 61 años, no solo mantiene un envidiable ritmo de trabajo –esta entrevista tiene como pretexto la llegada al país de Two Sevens Clash. Dread Meets Punk Rockers, su más reciente documental, que tendrá en Lima su segunda proyección mundial tras su reciente estreno en el BAFICI argentino, en el marco de la primera edición del Festival IN-EDIT, sino que conserva en sus venas ese espíritu revolucionario y transgresor que fue el principal combustible de la rebelión punk que reconfiguró por completo el panorama de la cultura popular anglosajona desde la segunda mitad de la década de los 70.
“Quisiera aclarar primero que Two Sevens Clash no es una película sobre The Clash, sino sobre algo que se desarrolló en Inglaterra en la década del 70 que se llamaba The Punky Reggae Party, un movimiento que acercó a dos colectivos muy distintos de personas y que, a partir de esa cercanía, generó un nuevo tipo de creatividad. The Clash, naturalmente, es un muy buen ejemplo de esa mezcla cultural, pero no el único. En su música puedes escuchar las líneas de bajo del reggae y Joe Strummer siempre reconoció la influencia de diferentes artistas jamaiquinos”, asegura Letts desde Londres, a través del hilo telefónico.
Esta película, como las anteriores, se sostiene en un increíble archivo audiovisual…
Es cierto, pero se trata de material muy específico, que tiene que ver con mi historia y con quién soy. El archivo que tengo, en ese sentido, recoge el nacimiento y el desarrollo del punk, pero también el viaje que ha seguido la cultura del reggae en todos estos años.
Hablando de ese “viaje”, el reggae y la música jamaiquina están hoy en todas partes… En el dubstep, en las estrellas latinas de la música urbana y el reggaetón…
Déjame ponértelo de esta manera: el bajo es el gran regalo de Jamaica al resto del mundo. Y muchos jóvenes alrededor del planeta han tomado ese regalo y han creado con él toda clase de géneros y estilos nuevos. Pero todos tienen su origen en la cultura del bajo en Jamaica. Es como si Jamaica fuera una especie de élite musical que poco a poco ha ido conquistando el mundo.
¿Todavía hay lugar para la evolución en la música jamaiquina?
Absolutamente. Busca al grupo Equiknoxx, por ejemplo, un colectivo musical nuevo que hace una electrónica muy interesante. Te vas a sorprender.
Big Audio Dynamite, la banda que formó con Mick Jones (The Clash) en los 80, siempre pareció adelantada a su tiempo. Hoy, su influencia puede sentirse en grupos tan populares y reconocidos como Gorillaz o The Avalanches…
Me siento sumamente orgulloso de todo lo que hice con Big Audio Dynamite. Y debo decir que la música de esa banda es otro ejemplo perfecto del legado de la Punky Reggae Party. La idea de combinar todas estas culturas e influencias diferentes para crear algo totalmente nuevo. B.A.D. tenía líneas de bajo importadas de Jamaica, beats de Nueva York, guitarras indies británicas y yo me encargaba de los sampleos y de incorporar diálogos extraídos de películas antiguas. Estoy convencido de que B.A.D. prefiguró el camino que seguiría la música pop.
Hablando de bandas pioneras, durante un tiempo fue mánager de las Slits, una banda “pionera” en el más amplio sentido de la palabra… ¿Qué recuerdos tiene de esa experiencia?
Bueno, escúchame bien, lo cierto es que yo solo intenté ser el mánager de las Slits, pero eso fue imposible. No se puede “manejar” a las Slits. Las chicas eran ingobernables. Lo único que hice fue conseguirles un poco de dinero para que pudieran tocar con The Clash en el White Riot Tour de 1977 (nota: también se presentaron Buzzcocks, The Jam y Subway Sect). Pero al final de esa gira supe que el trabajo de mánager definitivamente no era para mí. Yo soy un tipo duro, puedo lidiar con quien sea. Pero aquí estamos hablando de The Slits. Fueron un fenómeno musical femenino como nunca hubo o habrá en el futuro. Olvídate de Madonna o Lady Gaga. Estas chicas fueron “the real deal”.
Ahora, con la difusión global que permiten las plataformas de streaming, parece ser un buen momento para los realizadores de documentales musicales… ¿Está de acuerdo?
¿Sabes qué pienso? Creo que es una vergüenza que, habiendo tantas cosas interesantes a las que prestarles atención en este siglo XXI, sigamos insistiendo en concentrarnos en lo que ocurrió en el pasado. Deberíamos vivir en el ‘ahora’, pensar en lo que vendrá más adelante, encontrar la banda sonora del siglo XXI. De hecho, pienso que esta obsesión por el pasado que se vive en la actualidad es un poco preocupante. Dice mucho de la cultura actual. ¿Por qué diablos gastamos tanto tiempo y energía mirando hacia atrás? La nostalgia está muy bien si lo que quieres es hacer dinero, pero no ayuda a empujar las cosas hacia adelante. Mirar hacia atrás solo sirve si funciona como impulso para seguir adelante. Si reparas en lo que está ocurriendo en el mundo, política y socialmente, hoy necesitamos más que nunca el espíritu del punk rock. Y aquí no estoy hablando de guitarras. El punk rock es una cosa seria. Es una actitud y un espíritu que hoy son más urgentes que nunca.
¿Cuál es su posición con respecto al Brexit y la actualidad política en su país?
Se suele decir que uno tiene la cultura que se merece. Y algunas veces tenemos los políticos que nos merecemos. Hemos apartado durante tanto tiempo la mirada de lo importante que terminamos permitiendo que todo esto ocurriera. Todos tenemos la culpa de que las cosas estén tan podridas. Es interesante que recién ahora, cuando todo se ha puesto tan mal, la gente británica haya empezado a movilizarse, a ser más proactiva e involucrarse en los asuntos políticos. Durante los primeros quince años del siglo XXI todos estuvieron escapando, evadiendo la realidad… Dicen que el precio de la libertad es la vigilancia eterna. Bueno, nosotros no hemos estado siendo vigilantes. ¿Cómo hemos podido permitir que un payaso sin ninguna calificación pueda convertirse en el líder del mundo? Apartamos la mirada. Por eso todos somos culpables. Pero ya no quiero hablar de eso. Me pone mal.
Por Raúl Cachay
Lea la entrevista completa en la edición impresa de Cosas 619