Alexandra C. Thomas se desempeña como artista en el particular rubro de las art dolls, donde se ha encargado de desarrollar un estilo bastante distinguible. Además de juntarnos con ella para que nos cuente sobre su particular sello, visitamos su taller para conocer más de su trabajo y ver su proceso creativo.

Eres una artista a la que no le gustaba el arte como curso en el colegio. ¿Por qué se dio así?
Supongo que eso se debió a la aburrida y disuasiva metodología de enseñanza que caracteriza en general a la educación en el Perú. Yo no diría que mi interés temprano por el arte haya sido consciente. De niña, para mí el “arte”, si era algo, era las cosas bonitas que hacía mi mamá. Cosas que yo imitaba. En la secundaria, solía hacer dibujos sobre mis amigas a modo de diarios visuales. Lo que vino después fue un vacío y desinterés por alguna forma de expresión creativa.

¿De qué manera se dio tu acercamiento a los art toys?
Se produjo por dos situaciones  que me ocurrieron. Por un lado, ya estaba cansada de hacer “pinturas” por encargo e incluso con respecto a las que realizaba con una temática más personal. Sentía que la pintura en lienzo no satisfacía esa necesidad mía de tener contacto visual y físico con los elementos y la materialidad de la forma que solo los objetos pueden darte. Ahora entiendo a un coleccionista que solía comprarme obras: la primera vez que fui a dejarle una pintura quedé impresionada con la colección de esculturas de Aldo Shiroma que se exhibían en los ambientes de su empresa. Era un fan de su obra. Por otro lado, lo que también precipitó mi acercamiento al art toys fue una circunstancia de carácter personal. Necesitaba hacer un obsequio a una persona. Se me ocurrió hacer un objeto que,  sin ceder a la tentación de rodearlo de muchos elementos,  recogiera de modo narrativo los sentimientos que yo quería expresar. No pensé que la experiencia de crear ese objeto supusiera un reto no sólo  en el plano formal sino también discursivo. Así es como quedé enganchada con el art toys o, más específicamente, con el art dolls.

¿Qué importancia tiene la diversión en tu forma de trabajo?
Mucha importancia. Yo suelo aburrirme muy rápido de las cosas. Generalmente el trabajo creativo es solitario. Estás sola con tus demonios y acaso con la música. Todos los elementos que requiero para construir cada una de mis muñecas son muy diversos. Salir a comprarlos es, para mí, como ir de shopping. Y el proceso de concebirlos y manufacturarlos puede ser muy agotador pero también muy divertido. El art dolls, como género artístico, tiene precisamente ese carácter diverso y lúdico que me permite  vivir desconectada y no morir en el intento.

¿Cómo hace una persona con déficit de atención para tener una rutina de trabajo?
La respuesta es simple: que un mayor porcentaje de tu tiempo sea consumido por el trabajo físico que por el intelectual. De niña estaba obligada a estudiar cosas que no quería estudiar, lo cual supongo que agravaba mi déficit de atención. Yo solo quería hacer cosas con las manos. En verdad, hoy mi problema va por otro lado. Debo admitir que la parte de investigación previa para la concepción de mi serie de art dolls sí me resultó complicado. Siempre termino extraviándome con la lectura de la información que suelo recopilar. Eso me ocurrió de modo más tortuoso con mi serie de “Muñecas Victorianas”. Documentarme sobre la época victoriana, y particularmente sobre la etiqueta, las costumbres y la moda en uso por parte de la burguesía y la aristocracia, pasó de parecerme interesante a sobreabundante y, finalmente, tedioso.

Alexandra formó parte de la muestra Manifiesto Colectivo, de Arte Manifiesto, en el SAM de Larcomar.

¿Qué artistas (ya sean visuales o no) han influido en tu obra?
Honestamente, no lo sé. Me gusta pensar que a partir de la admiración que siento por la obra de muchos artistas hay tal vez alguna huella rastreable que no es necesariamente a nivel formal. Por ejemplo, me gusta la obra de permanente denuncia de Ron English, un artista que ha sabido usar personajes tan populares como Bart Simpson o Mickey Mouse para hacer crítica militante del consumismo. Me gustan las muñecas oscuras de Miura Etsuko, artista japonesa. Desde un punto de vista de la perfección estética, el listón arriba lo ponen las hermanas rusas Elena y Catherine Popova. Gary Baseman, por su mundo poblado de personajes sexualmente subversivos. La obertura del “Tannhaüser” de Wagner, me inspira y me mata: lo escucharé un millón de veces y jamás dejará de emocionarme…

Además de la parte importante de la cerámica, el vestuario también tiene un protagonismo particular muy fuerte en tu trabajo. ¿De qué manera lo haces y cómo empezaste?
Debo decir con honestidad que una de las razones que me llevó a realizar la serie de “Muñecas Victorianas” es la fuerte conexión que tengo con la moda en general; y en particular, con la que diseñaron genios como Alexander MacQueen, Jean-Paul Gaultier, John Galliano, Karl Lagerfeld, Rei Kawakubo, entre otros tantos. Todos ellos hacen verdaderas obras de arte. De modo que trabajar a pequeña escala los vestuarios de mis piezas, recreando la moda de la época victoriana, tuvo esa inspiración y motivación y supuso un reto desde el punto de vista de su concepción y confección. Todo el proceso es manual: el modelado, los cortes, las costuras, las aplicaciones de los bordados, los metales, la pedrería, el efecto desgastado de las telas de los vestuarios. Supuso muchísimas horas de trabajo agotador.

La artista no solo se encarga del «cuerpo» de las muñecas, sino también de su vestimenta. (Foto: cortesía de Alexandra C. Thomas)

 

¿Cuán importante es la existencia de una plataforma como Arte Manifiesto en cuanto a las nuevas maneras de hacer arte?
No es gratuito que el Banco Interamericano de Desarrollo haya considerado a la plataforma de Arte Manifiesto como uno de los cincuenta emprendimientos más innovadores de la industria creativa en la región. Nació como una start up cultural vinculada al modelo de emprendimiento de las plataformas tecnológicas on line, y tiene como objetivo democratizar el acceso a través de su marketplace de los artistas y creadores de Latinoamérica. Pero también busca democratizar el mercado de venta de arte, a través de las reproducciones seriadas y certificadas de precio más accesible.

¿Hacia dónde te gustaría llevar tu trabajo? ¿O en qué dirección te interesaría seguir desarrollando tu obra?
Ya llevo participando en tres importantes exposiciones colectivas; dos en Colombia y hace poco en la nueva Sala de Arte Moderno de Larcomar. En octubre estaré en una exposición colectiva de carácter internacional, que se realizará en un museo precioso de la ciudad de Tolosa en España. En esta exposición participaremos, por parte de Perú,  el estudio de diseño y arte “Origen Peregrino” y yo. Lo organizan el Museo del Topic y el colectivo internacional Art Toy Maison y Art Toy Gama Collective, sede de España. Y, bueno, lo que se viene es una exposición individual que espero realizar pronto. Todavía me faltan hacer algunas piezas de mi serie de “Muñecas Victorianas”.

Sé además que te interesaría hacer algo audiovisual con tus muñecas…
Te refieres a mi interés por hacer un corto dentro del género del stop motion. Bueno, sí, es un proyecto que me entusiasma. Por qué no soñar con traer a casa el “Little Henry” del Festival Stop Motion Montréal. Eso implica hacer muñecas articuladas, un buen guionista, un experto en cortometrajes, un músico, como equipo mínimo.

Por Omar Mejía Yóplac

Producción de video: Michelle Arteaga
Cámara de video: Jimena Gallarday
Edición y post producción de video: Vania Escalante