Uno de esos recordatorios que cada cierto tiempo aparecen en Facebook le hizo notar a Jely Reátegui que han pasado ocho años desde su primera incursión en el teatro. Su debut sobre las tablas data del 2009, cuando participó en la obra Amigos Invisibles. “Estaba muy contenta y emocionada porque estaba compartiendo escenario con gente que admiro mucho”, recuerda.
Una de esas personas es David Carrillo, quien la dirigió en esa oportunidad. Ocho años después, han vuelto a reencontrarse, pero esta vez como parte del mismo elenco. “Para mí es especial. Es como cerrar etapas”, afirma la actriz. Ambos conforman parte del elenco de La Terquedad, una comedia en la que también participan Alberto Ísola, Sofía Rocha, Óscar Meza, Rodrigo Palacios y Claret Quea. La pieza teatral, dirigida por Sergio Llusera, se estrenó el sábado pasado en el Teatro de la Universidad del Pacífico y va hasta el 23 de julio.
¿De qué trata La Terquedad?
Es sobre Jaume (Alberto Ísola), comisario del pueblo y a la vez un lingüista. Él tiene la ilusión de crear una lengua que una a todos. Se ha dado cuenta que la gente ya no se comunica y que la solución a los problemas del mundo es que la gente hable el mismo idioma.
Más allá de la ficción, ¿crees que es viable su solución?
Creo que el lenguaje es un invento para que ciertas personas se comuniquen, pero no es lo más importante. Lo más importante no es lo que se dice, sino lo que se hace. La palabra es la manera de facilitar las cosas, pero no es lo más importante. Lo curioso de este personaje es que es un fascista que se jacta de ser humanista. Quiere que todos se comuniquen igual, pero en base a su propio criterio.
¿Y cómo es tu personaje en esta obra?
Todos hacemos dos personajes, menos Alberto Ísola. Yo soy una de las hijas de Alberto y también su esposa. Son dos papeles muy diferentes entre sí. La esposa, Nuria, es la típica ama de casa de los cincuenta, muy correcta, siempre con buen humor. Y el otro personaje es Alfonsa, la hija, que es una chica con un montón de carencias, y problemas. Tiene delirios y está como poseída por Dios (risas).
¿Qué tan difícil es pasar de un personaje a otro en la misma obra?
Me gusta mucho cambiar de personajes en la misma obra. Es un juego. Mientras más juego haya, mejor.
A menudo te refieres en tus redes a Alberto Ísola como tu maestro. ¿Cómo ha sido trabajar nuevamente al lado de él?
Es mi maestro. Trabajé con él en una obra que se llamó Incendios. Ha sido mi profesor cuando estuve en su taller avanzado para actores. Me enseñó muchas cosas. En cada ensayo aprendo algo de él. Sobre todo el amor y el respeto por el teatro que es lo que él siempre enseña.
Multifacética
Para estrenar La Terquedad, Jely Reátegui ha ensayado cerca de tres meses. A la par, también forma parte de El Hombre Misterioso, una de las bandas de rock que ha recibido mejores críticas en la escena musical. Y, por si fuera poco, ya se está preparando para el estreno de dos obras teatrales en setiembre.
“Tengo una especie de miedo al vacío en mi vida”, indica la artista. “Soy muy workaholic. No es que quiera abarcar todo, pero todas las cosas que hago me satisfacen mucho”, agrega.
¿Cómo nació lo de hacer coros en El Hombre Misterioso?
Nació porque me juntaba antes con unos amigos a hacer música en plan “chongo”. Así conocí a una amiga que es corista del EHM. Me pasó la voz y a la siguiente semana ya estaba haciendo coros. Todo fue muy rápido.
¿En qué se parece estar en un escenario haciendo música y haciendo teatro?
Es muy parecido y a la vez muy distinto. En ambas es como calatearte y exponerte. Si se logra esto en ambas cosas, estás por buen camino. La música es algo que recién estoy explorando y por momentos siento que estoy ahí, calata frente a todos. Es como decir: «esta soy yo y estos son los sonidos que puedo hacer».
También haces cine y televisión. ¿descansas en algún momento?
Trabajo todo el año y después tengo que irme de viaje. Lima es una ciudad en la que si no me ocupo, me aburro mucho. Si no tengo trabajo o se acaba mi temporada de teatro, aprovecho y me voy a otro lado a desconectarme, a dedicarme a hacer otras cosas y regresar con ganas a hacer nuevamente teatro. Es una especie de mecanismo para vivir. He encontrado felicidad en eso.
Y entre el cine, el teatro, la televisión y la música. ¿Con cuál te quedas?
Prefiero el teatro siempre. Me gusta mucho hacer cine y televisión, dependiendo del proyecto, pero siempre prefiero el teatro sobre todas las cosas.
¿Por qué?
El teatro está vivo, está presente. El escenario y el público… tienen algo que no encuentro en otro lado. Siento que hay mucha mística, mucho ritual. Para mí, el teatro es el ritual máximo de la vida.
Después de La Terquedad, ¿en qué otros proyectos estás?
Voy a estar en El primer caso de Black Jack, con Manuel Gold y César García. Es una creación colectiva y no sabemos dónde terminará (risas). Eso empieza en setiembre en el Teatro de la Universidad de Lima. Y también ese mismo mes estrenamos Fragmentos, dirigida por Carlos Galiano. En el elenco están Manuel Gold, Gisela Ponce de León, Karina Jordán y más amigos.
Texto y fotos por André Agurto