Recordar es volver a vivir: Singles, la banda sonora de una década agridulce e irrepetible
El 2017 es un año de aniversarios importantes (cincuenta años del debut de The Doors y del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles, treinta años del Joshua Tree de U2, etc.) y las ediciones ‘conmemorativas’ y de lujo de esos discos icónicos ya están enardeciendo a los coleccionistas y melómanos del mundo con sus remezclas prístinas, rarezas y cortes inéditos.
En medio de ese fárrago de novedades, se corría el riesgo de que la reedición de lujo de la banda sonora de Singles, la recordada película de Cameron Crowe sobre las relaciones interpersonales y afectivas durante el apogeo de la cultura alternativa y el llamado ‘grunge’ a inicios de los noventa, que acaba de cumplir 25 años, terminara pasando desapercibida. Pero la muerte inesperada y hasta hoy inexplicable de Chris Cornell, figura capital en la escena de Seattle que también engendró actos ya legendarios como Pearl Jam, Screaming Trees y Mudhoney, entre tantos otros, le ha conferido nuevos significados a este lanzamiento.
Este disco, que en su flamante reedición incluye más del doble de cortes que en su versión original, funciona hoy como una suerte de instantánea de un momento y un lugar específicos en la evolución de la música pop en los estertores del siglo XX y, además, es un testamento de la voz y el carisma incomparables de Cornell (y también de Layne Staley, vocalista de Alice in Chains, otro suicida ilustre).
Basta escuchar la versión acústica de Seasons a cargo del ex líder de Soundgarden para que la piel se erice de manera instantánea y algo se empiece a quebrar dentro de nosotros. Ya no hay estrellas de rock como él. Ya no hay estrellas de rock.
Sombras y luces
Los trabajos de naturaleza colaborativa y efímera como el que acaban de presentar Ignacio Briceño & Ale Hop suelen encerrar siempre diversos problemas y desafíos. ¿Cómo ubicar The Way of Love dentro de las discografías ciertamente disímiles de sus creadores? ¿Se trata de una propuesta conceptual y artística sólida o fue nada más que un lúdico pasatiempo de dos músicos con demasiadas ideas en la cabeza? La gran noticia es que, dentro de su brevedad y eclecticismo, este disco es un triunfo rotundo, que se las arregla para encapsular el apetito experimental de la ex Amigas de Nadie y el también integrante de la banda Cocaína sin abandonarse a la excentricidad cacofónica, y en el que incluso hay lugar para ejercicios pop extrañamente luminosos y expansivos (A la sombra). Pueden encontrarlo en las plataformas de streaming, pero no se pierdan la edición en físico del disco: una verdadera joyita dentro del catálogo siempre atractivo del sello independiente local A Tutiplén.
El joven nostálgico
Durante los últimos tres lustros, el dúo The Black Keys –formado por el guitarrista Dan Auerbach y el baterista Patrick Carney– ha sido uno de los grandes responsables de la vigencia del rock and roll de vieja raigambre en la frecuencia modulada. Cada uno de sus discos, siempre aposentados en los fundamentos más sólidos de la tradición, ha sido un paradójico soplo de frescura para una escena rockera en la que el minimalismo guitarrero suele ser confundido equívocamente con simplicidad o desidia. Mientras su acto principal se mantiene replegado en sus cuarteles de verano, Auerbach acaba de lanzar Waiting On A Song, un nuevo álbum como solista que sintetiza su obsesión por el pasado de la musica pop con tanta minuciosidad que bien pudo haber sido editado cuatro o cinco décadas atrás. Un ejercicio de descarada “retromanía” que, sin embargo, suena urgente y necesario. Escapismo puro.
Sonidos de otro mundo
Al multiinstrumentalista Mulatu Astatke le debemos no solo un puñado de discos maravillosos, sino la creación de todo un subgénero musical, el Ethio Jazz, una corriente que combina con una sensualidad casi hipnótica los sonidos y las atmósferas tradicionales de Etiopía con ritmos tan lejanos –en teoría, al menos– como el funk, la música antillana y las percusiones latinas. Que el clásico de 1972 Mulatu of Ethiopia sea por fin remasterizado y reeditado de manera oficial es un genuino acontecimiento que debemos celebrar. Para los amantes del jazz, se trata de una adquisición absolutamente obligatoria. Para cualquier advenedizo, es una posibilidad de descubrir un nuevo y fascinante mundo musical. Muy recomendable.
Por Raúl Cachay