Enfrascados en el desarrollo del nuevo libro de Richard Tuttle, acaban de presentar el último volumen de la colección precolombina del MALI y, también, una línea de productos propia, la línea Nasca. Los directores del estudio VM&, Verónica Majluf y Ralph Bauer, aprovechan el momento para reflexionar sobre las posibilidades del print, la relevancia del diseño en el discurso público y los retos creativos que buscan en su práctica.
Por Rebeca Vaisman / Retrato de Javier Zea
En este momento están trabajando en el libro del artista Richard Tuttle para Proyecto AMIL. Ralph ha comentado que es “el proyecto impreso más complicado que han hecho”. ¿A qué se debe?
Ralph Bauer: El libro va a mostrar las obras de sus dos exposiciones en Lima (en Proyecto AMIL y en el MALI); tiene textos poéticos del artista, una entrevista, un ensayo de Sharon Lerner. Hemos trabajado directamente con Tuttle. Su teoría es que el libro debe tener algo especial, sin ser necesariamente pretencioso, pero debe tener algo que no puedas encontrar en internet. Si haces un catálogo impreso y es lo mismo que se puede encontrar online, ¿por qué alguien compraría el libro? Tuttle ve el libro como un medio distinto al de una exposición, y que plantea el reto de jugar con el espacio en la narración. Esta publicación está relacionada a las exposiciones, pero es un producto nuevo. Con una vida propia.
Verónica Majluf: Hay distintos niveles que se tienen que poder manejar al mismo tiempo, y el control y la supervisión de imprenta están en que un gesto no afecte al otro. Esa también es la intención del artista: él, realmente, ha estado involucrado en el proyecto y ha exigido que esas capas estén incorporadas.
¿Es esta la dinámica que generalmente tienen con el artista o curador cuando trabajan libros y catálogos?
VM: En el caso de Proyecto AMIL, ya hemos hecho dos publicaciones previas, y los artistas han estado involucrados en parte del proceso. Eso es rico porque, finalmente, el producto no es solamente nuestra mirada, es un diálogo.
RB: En el caso de artistas, fotógrafos o escritores, estamos trabajando con gente que viene de un terreno relacionado al nuestro. Sucede lo mismo cuando trabajamos con clientes comerciales: establecemos un diálogo, si no todo queda demasiado superficial.
¿Y cómo se adapta ese proceso a proyectos como las colecciones de libros del MALI? Se acaba de presentar el libro “Nasca”, que acompaña la gran exposición del mismo nombre.
VM: La experiencia de hacer un libro así es totalmente distinta. El marco en el que se desarrolla es bastante más teórico y académico, y aunque hay también espacio para la creatividad, su naturaleza es muy distinta.
Para la colección precolombina del MALI ustedes apuestan por el color.
RB: Cuando nos plantearon hacer el primer libro de la serie precolombina (“De Cupisnique a los incas. El arte del valle de Jequetepeque”, 2009), pusimos sobre la mesa libros de arqueología nacionales e internacionales ¡y todos eran marrones! Nosotros usamos el elemento del agua, que es el inicio de esa cultura, para proponer un color relacionado, el turquesa, que sea más fresco y dé una sensación más alegre al mirar el libro. Al comienzo, hubo un shock pero hicimos las pruebas, se leía bien, y aceptaron la idea. Y luego de la exposición en Lima, cuando la muestra se presentó en Nueva York, también usaron turquesa en el montaje.
VM: Es un proceso. Creo que el MALI ha ido aprendiendo y tomando riesgos junto con nosotros. La muestra “Nasca” me parece espectacular, pero pienso que han podido usar más el amarillo del libro en la muestra. El color es, también, un elemento de identidad y le da una vida distinta. Creo que son pasos que tenemos que dar juntos poco a poco.
Ese encargo se encontró con la idea de hacer una línea propia del estudio. ¿Cómo se desarrolló la línea Nasca?
VM: Hace tiempo estábamos dándole vueltas a la posibilidad de hacer una línea de producto propia. Si la podemos desarrollar para un cliente, ¿por qué no para nosotros? El libro para el MALI, en el contexto de esta muestra, nos dio una oportunidad. Este ha sido un gran proyecto para nosotros, una primera experiencia, y hemos aprendido un montón. Esta línea tiene once piezas. No habíamos desarrollado productos a este nivel. Se basa en las Líneas de Nasca y, también, en la idea de la línea como concepto. Hemos creado un lenguaje verbal que la acompaña y que indica lo que es el producto, como un descriptivo que no necesita decir “esto es un cuaderno, estos son stickers”. Creo que hemos incorporado una forma distinta de pensar, y eso es interesante.
RB: Y, a la vez, quisimos jugar con las dos naturalezas de las Líneas de Nasca: con las figuras, pero también con la parte más abstracta. Los afiches, por ejemplo, juegan con la sensación de estar en el desierto: si no estás en el avión no ves la figura. Es mucha fantasía. Es cuestión de percepción.
VM: Además, era importante presentar las Líneas de Nasca de una manera contemporánea. Y es lo mismo a la serie Nasca. que tratamos de hacer con la colección precolombina del MALI: darle un aspecto más fresco a la historia. Creemos que está en la forma en que hemos aproximado esta línea. La idea de usar blanco y negro, de potenciar el blanco como base, el uso de tipografía y la simplicidad en la representación de las figuras le dan una identidad a la serie, y, por otro lado, una frescura que influye en la percepción misma de las líneas. El desarrollo de líneas de producto propias es algo que nos interesa y, de verdad, nos ha motivado. Toda la oficina ha participado.
RB: Fue un proceso muy saludable para el estudio.
Hablando de procesos distintos, el estudio ha asumido proyectos tan diversos, como la difusión del PLAM 2035 en la vía pública.
RB: El PLAM 2035 fue un proyecto impresionante por la conceptualización hecha por arquitectos, urbanistas y paisajistas, y porque fue pensado con criterios urbanos y de desarrollo, pero, también, criterios generales como calidad de vida. Hay que decir que es una pena que se haya parado.
VM: Así es. Se nos planteó informar a la ciudadanía sobre este plan y todo lo que representaba ese trabajo de años que involucraba a mucha gente, a través de una exhibición en el Parque de la Exposición. El resultado fue la creación de cuatro módulos que diseñamos con el arquitecto José Luis Villanueva. Y el truco de este proyecto estaba en la organización de la información y en crear una narración, que además consideraba elementos como punto de partida para nosotros, un espacio en el que podríamos encontrar respuestas interesantes. RB: Yo creo que como diseñadores podemos cambiar cosas. No estoy hablando de performances gráficas. Como parte de un discurso social, en una colaboración con arquitectos, urbanistas y gobernantes, se pueden cambiar cosas. Hay una señalética que puede funcionar: tú puedes aprender que el cruce de cebra es para dar pase al peatón. Ese es un elemento gráfico y un aprendizaje. Eso funciona y es diseño gráfico. • Línea Nasca. La marca es la traducción visual, una solución muy sencilla. El estudio ha buscado piezas que permitan al usuario jugar e interactuar, invitándolo a la acción a través de un lenguaje que funciona como descriptivo de los objetos. la distancia de lectura, la distancia entre módulos y el recorrido.
¿Les interesa, como estudio, explorar la calle como soporte?
VM: Hace unas semanas, di una charla en el evento Color Grids y una diseñadora me comentó algo que tiene que ver con eso: le sorprendía que el nuestro sea un trabajo muy ordenado, estructurado, que contrasta con el caos de la ciudad. Creo que es interesante pensar cómo podríamos generar ese contraste a través de intervenciones futuras. Ver el diseño como un mecanismo para generar ese contraste en la ciudad, entregarle a la ciudad un orden.
Y, también, poner su propio diseño ante el reto de desenvolverse en un contexto que no pueden dominar tanto.
VM: Creo que ese podría ser un punto de partida para nosotros, un espacio en el que podríamos encontrar respuestas interesantes. RB: Yo creo que como diseñadores podemos cambiar cosas. No estoy hablando de performances gráficas. Como parte de un discurso social, en una colaboración con arquitectos, urbanistas y gobernantes, se pueden cambiar cosas. Hay una señalética que puede funcionar: tú puedes aprender que el cruce de cebra es para dar pase al peatón. Ese es un elemento gráfico y un aprendizaje. Eso funciona y es diseño gráfico.
Artículo publicado en la revista CASAS #247