Tras haber sido condecorada con la Orden al Mérito por la Embajada del Perú en Estados Unidos, Teresa Ocampo, la pionera de los programas de cocina en nuestra televisión compartió con COSAS su visión sobre el panorama actual de la gastronomía y algunos aspectos de su apacible vida en la ciudad tejana de Dallas.
Por Vania Dale Alvarado
Apenas a principios de año, la entrañable chef recibió, de parte del Ministerio de Cultura, la distinción de Persona Meritoria de la Cultura por haber aportado, a través de sus recetas, al rescate y revalorización de insumos peruanos poco difundidos o dejados de lado. Ese reconocimiento fue un buen augurio, pues luego vendría el que le otorgó el embajador del Perú en Estados Unidos, Carlos Pareja. La Orden al Mérito le fue entregada a Teresa Ocampo en Dallas, lugar de residencia de nuestra compatriota desde hace más de veinte años, y es una distinción que constituye un orgullo para la chef.
“Usted simboliza mejor que nadie el éxito en la difusión de la Marca Perú, asociada, gracias a usted, a la excelencia culinaria”, expresó el embajador durante la ceremonia de condecoración.
A sus ochenta y seis años, Teresa Ocampo se confiesa una persona feliz y disciplinada. Inspirada por Julia Child –muchos la han comparado con la mítica presentadora de televisión estadounidense–, la mujer que acercó la cocina a miles de peruanos desde 1959, año en que salió al aire su programa televisivo, y que, de alguna manera, estuvo siempre presente en los hogares peruanos con las recetas que reunió el legendario libro “¿Qué cocinaré hoy?” vive actualmente en Dallas, rodeada de sus seres queridos, lejos ya de los sets de televisión que durante tantos años fueron su segunda casa.
Carismática, práctica y cercana, Teresa Ocampo es una leyenda viva de la gastronomía peruana.
Acabas de recibir la Orden al Mérito del gobierno peruano. ¿Qué representa para ti este reconocimiento?
Es un orgullo para mí, porque representa el cariño de mis compatriotas, y, a la vez, un reconocimiento por haber contribuido a difundir la gastronomía peruana.
También te distinguieron por tu aporte al rescate de alimentos autóctonos, en muchos casos,
ya olvidados. Hace poco entrevisté a Víctor Gutiérrez, un chef peruano en Salamanca que tiene una estrella Michelin, y él me comentó que siente que actualmente se le da mucha importancia a los chefs y no tanta al producto. ¿Qué piensas tú?
Pienso que ambos son importantes, porque se necesita un producto de alta calidad para que el chef pueda realizar su obra, y, a su vez, en el plato se debe reflejar el amor que el chef tiene al utilizar el producto.
¿Qué insumos son imprescindibles en tu cocina y cuáles son los que más extrañas del Perú?
El limón y el ají son indispensables, pero lo que más extraño es la calidad y el sabor de la papa peruana. No hay otra como ella en ninguna parte del mundo.
¿Qué piensas de la sofisticación de la comida y de todo lo que ha traído el llamado boom de la gastronomía peruana en general?
Me parece que es el progreso natural que se ha dado en el tiempo, y es necesario para ver y sentir la internacionalización de nuestra cocina.
En una entrevista dijiste que sientes que la cocina hoy se hace para aparentar. ¿Qué aspectos sientes que este boom gastronómico ha dejado de lado?
Pienso que se ha dejado mucho de lado nuestras raíces y costumbres. Creo que debemos conservarlas, porque hacen la diferencia y son la esperanza de nuestra gastronomía.
¿Por qué elegiste Estados Unidos para vivir?
He elegido este país porque tengo una vida muy tranquila acá, como la que necesita uno con los años. Es mucho más fácil vivir aquí. Mi hijo me ha hecho un departamento que es una maravilla, al costado de su casa. ¡Tiene de todo! Está cerca de un lago con garzas y patos, así que salgo a caminar en las mañanas. Estoy feliz con mi vida.
¿Extrañas la televisión?
Sí extraño la televisión, pero ya no es como antes. Es hora de una nueva generación. Yo prefiero vivir el momento que me toca.
¿Nunca te sentiste harta de cocinar?
Nunca. Hasta el día de hoy me hago mis sopas, con ayuda de mi sobrina Cecilia, ¡que es adorable! Ella me ayuda o me consulta cómo sazonar algo que quiero comer o preparar. Acá, por ejemplo, hay unos tomatitos redonditos que como con espinaca al dente. ¡Son una delicia!
Fuera de la cocina, ¿cuáles son las pasiones desconocidas de Teresa Ocampo?
Leo mucha poesía y, sobre todo, leo la Biblia.
Hoy en día, ¿qué hay en tu vida que llene el espacio que antes ocupó la cocina?
El Señor es muy grande conmigo. A mis ochenta y seis años estoy bien de salud, tengo ganas de seguir viviendo y de ayudar a los demás y servir. Tengo el pelo blanco y me siento bien. Desde mi ventana veo árboles, aves, y naturaleza… Estoy cerca del Señor y de la creación. Además, estoy feliz de ser bisabuela; si vieras el amor que me tiene Pío Pablo, mi bisnieto… Me dice: “Querida mamama, ¡ven conmigo!”, y yo me derrito. ¡Es una maravilla!
¿Cómo es un día en la vida de Teresa Ocampo?
Yo soy muy disciplinada. Me levanto entre las seis y media y las siete de la mañana, comienzo a rezar mi rosario y luego hago mis ejercicios de palabras cruzadas. Me preparo mi desayuno –una taza de leche con café, pan con mantequilla y un poco de jamón–, después, me ducho y salgo a caminar. Regreso a almorzar, veo un poco de televisión, tomo siesta, ceno temprano y a las nueve de la noche ya estoy en mi cama. Leo publicaciones peruanas, como el “Chaski Peruvian Mail”, que llega a Dallas. Soy muy feliz con todo lo que tengo alrededor, con lo que vivo día a día.