El reconocido arquitecto y urbanista Jorge Ruiz de Somocurcio, colaborador cercano en esta tercera gestión de Luis Castañeda como burgomaestre, ofrece su versión sobre las innumerables críticas que recibe el alcalde, a quien el Ejecutivo le acaba de quitar sus competencias en el manejo del transporte urbano para Lima y Callao.
Por Luis Felipe Gamarra / Retrato de Javier Zea
De las tres gestiones del alcalde Luis Castañeda, esta será la más recordada, sobre todo por las obras que dejó de hacer: áreas verdes en la ribera del río Rímac, proyectos emblemáticos en vías metropolitanas, lucha contra la informalidad en el transporte urbano, plan integral a favor de la movilidad sostenible, desarrollo de una visión para la Costa Verde, política de recuperación de parques y priorizar al peatón por encima del carro particular en cada proyecto urbano. No obstante, para el arquitecto y urbanista Jorge Ruiz de Somocurcio, que trabajó en las gestiones ediles de Alfonso Barrantes, Alberto Andrade y Susana Villarán, y que ha desarrollado proyectos a pedido del alcalde Castañeda –que están lejos de poder materializarse–, este es un problema en el que el alcalde es más víctima que responsable. Repasemos sus argumentos.
–Haciendo la atingencia de que ha desarrollado proyectos para esta gestión, como lo hizo con otras en el pasado, como urbanista, ¿cómo evalúa la gestión del alcalde Castañeda?
–Le ha faltado concretar proyectos. En mis conversaciones con el alcalde, me queda claro que posee una visión para la ciudad, pero le ha faltado un equipo para llevar sus ideas a la realidad. Sé que se ha jalado a funcionarios de primer nivel para lo que queda de su último año y medio.
–Sin embargo, da la impresión de que lo que le ha faltado es precisamente visión. Hasta la fecha, a casi tres años, sus obras más ambiciosas son dos intercambios viales, 28 de Julio y Bella Unión, que han recibido duras críticas por fallas estructurales. ¿En qué consiste esa visión?
–Creo que hay una visión, que pasa por una ciudad más conectada, que pasa por el desarrollo de vías expresas, viaductos y vías circunvalares.
–Pero ha paralizado obras de esa envergadura, como la continuación de la Vía Expresa hasta Surco, el túnel de La Molina, y acaba de quitarle la concesión a la Vía Expresa Javier Prado. Su visión, más bien, parece que no va más allá de los by-pass, y ha proyectado como veintidós.
–Primero, no ha paralizado, ha sido la propia dinámica de la gestión la que no ha permitido que se concreten. Por otro lado, no hay by-pass bueno o malo. Dependiendo de la visión de la ciudad, con un enfoque integral, pueden ser útiles. Pero se han satanizado sin mucho fundamento.
–Se plantean hasta cinco by-pass en la avenida Salaverry. ¿Son necesarios?
–Por lo menos, en la avenida Salaverry me parece que no, porque no se trata de una de las principales vías de la ciudad. Habría que ver aquellos que se plantean en las avenidas Arequipa o Javier Prado, pero siempre que formen parte de grandes corredores, con áreas verdes y ciclovías.
–Precisamente, los proyectos de by-pass del alcalde carecen de servicios para el peatón y el ciclista.
–Ese es un error. Pero son otros los problemas que enfrenta el alcalde. Existen cuarenta y tres municipios en Lima, cuarenta y tres cacicazgos. La ciudad está dividida en dos, Lima y Callao. ¿Qué se necesita? Un marco legal que empodere al alcalde metropolitano, como sucede en las grandes ciudades.
–Entonces, el alcalde, además de ser un gestor, debe ser un político más eficiente, capaz de llevar esas reformas al Parlamento. Un alcalde mudo no lo va a poder hacer.
–Sí y no. Ni el líder político más hábil va a sacar algo bueno del nivel de los parlamentos que hemos tenido los últimos años. ¿Cuántos congresistas tiene Lima? Treinta y seis. ¿Alguno ha sacado alguna ley a favor de la ciudad? Ninguno, son unos sinvergüenzas que les piden el voto a los limeños en cada elección y no hacen nada.
–El presidente Kuczynski acaba de proponer formalmente la creación de la Autoridad Autónoma del Transporte, pero el alcalde de Lima, como autoridad, quedó fuera de la foto.
–Tremendo error. Lima pierde con esta incomunicación permanente entre presidentes y alcaldes. No es de ahora, es de siempre. Castañeda tiene un paraguas estrecho y agujereado. Esta autoridad debe obedecer a una visión de ciudad, por lo tanto debería estar en manos del alcalde. El Ejecutivo plantea su visión del transporte, el alcalde por su lado la suya. Será más de lo mismo.
–¿Fue una buena idea eliminar Vía Parque Rímac para construir el by-pass de 28 de Julio?
–No me parece una discusión fundamental. Creo que Vía Parque Rímac, tal como estaba planteado, no era suficiente. Se necesita una visión para toda la ribera del Rímac, a ambos lados, desde Ate hasta el Rímac. Para una ciudad de diez millones de habitantes, se necesita algo más integral.
–¿Qué ha pasado con las iniciativas que usted ha presentado para el Rímac, el Morro Solar, la Costa Verde y los parques del Centro Histórico?
–El gran problema de la gestión es que no posee presupuesto. Por lo tanto, todas sus iniciativas dependen del gobierno central o del sector privado, en alianzas público-privadas. Por lo tanto, los proyectos deben pasar primero por el Ministerio de Economía (MEF), donde generalmente se atoran. El alcalde tiene proyectos, pero la manija la tiene el Ejecutivo. El proyecto del Morro Solar, listo, con propuesta de financiamiento, pasa por el Ministerio de Cultura, con cuyos representantes no nos hemos podido reunir. La Costa Verde depende de la Marina, donde tampoco nos reciben.
–El problema es que el alcalde no posee un Plan de Desarrollo Urbano aprobado.
–Tiene algo más importante, que es el Plan de Desarrollo Regional Concertado (PDRC). El PLAM 2035 no lo conoce nadie, no se sociabilizó. El PDRC pasó por cien mesas, se concertó.
–Sería correcto decir que el alcalde de Lima, el de la primera gestión, con las escaleras, los Hospitales de la Solidaridad, el Metropolitano, ¿ha perdido la brújula?
–Si comparas esta gestión con las anteriores, queda la sensación de que no se ha hecho lo suficiente. Con mil quinientos millones de soles tampoco era mucho lo que se podía hacer.
–El alcalde tampoco ha querido continuar obras que estaban encaminadas por la gestión de Susana Villarán, como la Costa Verde o la reforma del transporte.
–Susana Villarán empezó la reforma, que se intentó seguir pero encontró dificultades. Sobre la Costa Verde, la anterior gestión convirtió las playas en un corredor vial del Callao a Chorrillos, sin espacios públicos, playas ni conectividad con el malecón superior. Ahora, el alcalde posee los proyectos que le hemos presentado, pero no los puede desarrollar por falta de apoyo. El marco legal ha convertido al alcalde en un tramitador.
–Pero el alcalde pudo ser más protagónico, a partir de la realización de los Juegos Panamericanos.
–¿Cómo? Era un convidado de piedra entre veinte autoridades. Lo sé porque estuve allí.
–El intercambio Bella Unión, ¿está bien planteado?
–No quisiera entrar en esa discusión. Es un proyecto menor, como el de 28 de Julio. Lima requiere discutir sobre los grandes proyectos que le hacen falta, que están parados por la tramitología estatal.
–Usted debe ser uno de los pocos urbanistas –quizás el único– que defiende al alcalde.
–No diría que lo defiendo. He trabajado con varios alcaldes, he visto lo difícil que es sacar proyectos, antes y ahora, y te puedo hablar con conocimiento. El alcalde posee una última oportunidad con la reconstrucción, proponiendo obras de recuperación y de carácter social, comprendiendo que Lima posee poblaciones en zonas vulnerables y de riesgo sísmico alto.
–¿Calificaría al alcalde Castañeda como enemigo de los espacios públicos?
Diría que ha habido una evolución. He hablado con él y tiene claro que los espacios públicos son importantes. Me encargó un diseño para 28 de Julio, para conectar esa alameda con el Campo de Marte, pero tampoco salió. Lo paró el Ministerio de Cultura. La responsabilidad no es del alcalde, es de los legisladores, ellos también deben asumir su responsabilidad.
Artículo publicado en la revista CASAS #248