El escritor Fernando Ampuero reflexiona sobre el éxito en la literatura a propósito de su más reciente publicación, Lobos solitarios. Además, nos revela detalles de un nuevo proyecto que lo llevará nuevamente al teatro.
Lobos solitarios, el más reciente libro de Fernando Ampuero, ha significado su retorno a los cuentos (aunque para algunos es una novela de dos capítulos). Y lo ha hecho de gran forma: fue uno de los cinco libros de ficción más vendidos durante la última edición de la Feria Internacional del Libro de Lima y la crítica especializada ha afirmado que está entre sus mejores obras.
En ella, Ampuero recrea la vida de Edmundo de los Ríos y Xavier Ugarriza, dos periodistas de la revista Caretas. Ambos personajes, tan disímiles entre sí, comparten no solo el mismo oficio, sino también la misma pasión: la literatura. Esa es la fuente de las diversas emociones que experimentan ambos durante el relato.
El autor de “Caramelo verde” nos respondió este cuestionario, donde reflexiona sobre esta nueva entrega y el periodismo. Además, nos revela detalles de un nuevo proyecto que lo llevará nuevamente a las tablas.
En una entrevista reciente usted expresa la siguiente frase: “Todo escritor, en mayor o menor medida, es un fracasado”. ¿Puede abundar en esa idea?
Aquella vez hablé de la sensación de fracaso para referirme a la insatisfacción que todo escritor experimenta cuando termina una obra. Por más que varios lectores celebren tu nuevo libro, no te lo crees del todo. Siempre piensas que hubieras podido hacerlo mejor. Es algo que se parece a la depresión post-parto. Y en mi caso solo me es posible superar ese mal rato cuando me siento a trabajar en mi siguiente obra, en la esperanza de escribir algo más intenso y sugerente.
¿Qué significa el éxito en la literatura?
Tantas cosas. Desde un punto de vista superficial, las señales más claras del éxito son la difusión internacional de tu obra, los viajes, las ventas, las conferencias bien pagadas y, en ocasiones, una metamorfosis en tu aspecto físico. Yo no puedo olvidar la imagen de Mario Vargas Llosa en los tiempos en que nos deslumbró con sus primeras novelas. Aparecía con un traje oscuro, una camisa blanca y un eterno aspecto de recién duchado. Esa frescura de recién duchado era el éxito. Ahora bien, si nos ponemos serios, el éxito solo procede del respeto que te rinden otros escritores.
¿Se considera un autor exitoso?
Digamos que me considero afortunado cuando algo que yo he escrito no le parece mal a la gente cuyo criterio literario suelo tomar en cuenta.
Algunas de sus historias se han caracterizado por la celebración de los placeres mundanos (los amigos, la buena mesa, las fiestas). ¿A qué se debe que en este nuevo libro (Lobos solitarios) haya puesto el foco en aspectos más oscuros de la vida (como la locura, el fracaso, el alcoholismo)?
La respuesta a tu pregunta la puedes encontrar en Lobos solitarios. Se van muriendo los amigos, se van desvaneciendo los sueños y, entretanto, te vas haciendo viejo. Eso.
En este libro aborda aspectos negativos de personajes reales. ¿Tuvo que conversar con los familiares de Edmundo y Xavier antes de escribir el libro?
No. Lobos solitarios es otra de esas historias que yo llevaba adentro de mí mismo y que de pronto conseguí sacar. Entraña una mirada personal. Fue escrita muy rápido, como en un momento de iluminación; y una vez terminada, la entregué el original a Teresina, la viuda de Edmundo, para que me diera su opinión. Ella, que es escritora y además una querida amiga, contestó con palabras muy generosas e incluso me hizo saber que mi cuento la había emocionado.
¿Cuáles son los riesgos al escribir historias de este tipo?
Ninguno. Yo presenté el texto a mi editor como una crónica a caballo con la ficción. Y eso es, sin duda. Por lo tanto el libro apareció en la colección de ficción de la editorial.
¿Cuáles son las diferencias entre el periodismo en los tiempos en que transcurre “Lobos solitarios” y el periodismo que se hace hoy?
Muchas. Pero aparte de lo obvio, como el lado artesanal de los tiempos anteriores a la tecnología digital, pienso que los periodistas de antes eran menos cínicos.
¿Extraña el periodismo?
Extraño la calle. Me encantaba salir a buscar historias como un sabueso.
¿En qué proyectos trabaja actualmente?
Todos mis proyectos empiezan de la misma forma: son ideas para cuentos. A veces, no sé cómo, se convierten en otra cosa, pero siempre están pensados como cuentos.
¿Hay posibilidades de volver a trabajar un proyecto teatral?
He terminado de escribir La niña de los martirios, un drama religioso. Trata sobre la Patrona de Lima, Santa Rosa, y se estrenará en agosto del 2018 en el Teatro Municipal.