Una nueva exhibición en el Museo del Sexo en Manhattan explora la realidad de la comunidad LGBT en el Perú, y la oscura relación entre líderes políticos y religiosos para mantener oprimido a un sector de la sociedad que se niega a permanecer en silencio.

Por Manuel Santelices

Canon

«Janny y Nuria», de Juan José Barbosa-Gubo y Andrew Mroczek.

La semana pasada, Juan José Barboza-Gubo, un artista peruano radicado desde hace más de veinte años en Estados Unidos, y el curador y también artista estadounidense Andrew Mroczek, inauguraron una nueva exhibición en el Museo del Sexo en Nueva York titulada “Canon (Vírgenes de la Puerta, Padre Patria, Anda, Los Chicos)”, que retrata una parte del Perú que pocas veces aparece mencionada y que, sin duda, muchos preferirían ocultar. A través de fotografías, videos y objetos, la muestra revela la lucha de la comunidad LGBT en un país que, según explican los artistas, vive en un ambiente de opresión marcado no solo por la discriminación, el sexismo, racismo y clasismo sino, más importante aún, por la relación corrupta entre líderes religiosos y la clase política. Por lo mismo, no es raro que muchos de los modelos retratados –mujeres transgenéro y jóvenes gay, muchos de ellos activistas– aparezcan luciendo iconografía religiosa, coronas y capas hechas por los mismos artistas en colaboración con artesanos locales.

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«Leyla», de Juan José Barbosa-Gubo y Andrew Mroczek.

“A pesar de que establecemos que la Iglesia Católica es un factor enormemente importante en la situación de estas personas, no estamos refiriéndonos a la fe ni las creencias espirituales de nadie. De hecho, la gran mayoría de las personas retratadas son católicos devotos”, asegura Mroczek. “A lo que apuntamos es al poder y las relaciones corruptas que la Iglesia ha creado con políticos para hacer avanzar su agenda”, agrega.

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«Gaby», de Juan José Barbosa-Gubo y Andrew Mroczek.

Creadas en un periodo de cinco años, las fotografías de la exhibición también tienen como objetivo elevar la imagen de los modelos con accesorios cargados de poder espiritual, como capas o coronas que parecen sacadas de un tesoro colonial. “Estos son elementos hechos por el hombre creados para elevar figuras religiosas. ¿Por qué no podemos usarlos para celebrar a estas personas?”, se pregunta el artista. Cada imagen viene acompañada de una historia de desesperación y tragedia, es cierto, pero también de resistencia y fortaleza. En las dos últimas décadas, reconoce Barboza-Gubo, mucho ha cambiado en el país; la visibilidad de la comunidad gay ha crecido y el tema del matrimonio igualitario es, hoy día, infaltable en cualquier debate político. Aun así, siente él, hay una generación de entre veinticinco y cuarenta años que permanece notoriamente ausente, sobre todo entre las clases más privilegiadas, quizás temerosa de perder privilegio y aceptación.

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«Agatha», de Juan José Barbosa-Gubo y Andrew Mroczek.

“Lima sigue siendo una sociedad clasista; los miembros de las clases particularmente ‘superiores’ a las establecidas por el rango social, o aquellos que abrazan el silencio obligatorio exigido por una posición social a través del linaje familiar, mantienen una presencia mucho menos pública”, explican los artistas refiriéndose a la serie “Los chicos”, una serie de fotografías de jóvenes gay. “Por el contrario, los cambios positivos dentro de la comunidad LGBT se introducen principalmente por jóvenes de supuestas clases ‘inferiores’, que se están convirtiendo en el grupo más visible”, agrega.

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«Nazia», de Juan José Barbosa-Gubo y Andrew Mroczek.

Héroes cotidianos

Esta lucha tiene, por supuesto, sus mártires. En el sombrío video “Madre Patria”, sus nombres aparecen y desaparecen junto a los sitios donde fueron víctimas y los detalles de la violencia que sufrieron. Mroczek señala que estos son sitios cotidianos –paradas de bus, callejones de barrio, sectores industriales– que sirven como escenario cotidiano de la vida limeña y, al mismo tiempo, como campo de batalla para estos sectores marginalizados de la sociedad. Golpizas, secuestros, violaciones y asesinatos forman parte de un siniestro día a día. Los artistas cuentan que la exhibición ya ha provocado molestia en algunos sectores en el Perú. Esa molestia sin duda se hará más presente en abril del próximo año, cuando lleven la muestra a Lima, donde será presentada en forma simultánea en tres museos, incluyendo el Museo de Arte Contemporáneo y el Museo de la Memoria. “Las presiones ya comenzaron, pero hay un compromiso de estas instituciones, así que, hasta el momento, estaremos ahí”, finaliza Mroczek.

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