“Cada vez que un ministro se ve involucrado en un hecho cuestionable como vínculos con la corrupción o incluso con Sendero Luminoso, las personalidades defensoras del presidente lo victimizaban, como si aquellos ministros hubiesen llegado a sus cargos por sorteo y no por decisión del mandatario”.

Por Andrés Romaña

La presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, anunció el cierre de forma unilateral de cuatro minas en Ayacucho, generando incertidumbre en el sector privado. Es así como se muestra que la romantización de políticos “progresistas” por parte de sectores de la academia y la prensa es nociva y nubla el juicio de quienes valoran más el simbolismo que representa un político que las terribles acciones que comete.

Desde que inició el gobierno del presidente Pedro Castillo, diversas personalidades de la academia y de la prensa se han encargado de exonerar de culpa alguna al mandatario por los escándalos de sus ministros. Cada vez que un ministro se ve involucrado en un hecho cuestionable como vínculos con la corrupción o incluso con Sendero Luminoso, las personalidades defensoras del presidente lo victimizaban, como si aquellos ministros hubiesen llegado a sus cargos por sorteo y no por decisión del mandatario.

Resulta que Castillo es siempre la víctima de su entorno, de una supuesta ingenuidad atribuida arrogantemente por sectores limeños. Pero lo cierto es que el presidente no es ingenuo ni tampoco una víctima. Para él, sus ministros no son funcionarios públicos, son piezas reemplazables que pueden ser sacrificadas luego de cumplir con un objetivo.

Por ejemplo, el exministro de Trabajo vinculado con Sendero Luminoso, Íber Maraví, legalizó el sindicato de Pedro Castillo a días de haber asumido la presidencia; Walter Ayala, extitular de Defensa, presuntamente interfirió en el proceso de ascensos en las Fuerzas Armadas; Juan Silva, ministro de Transportes, retiró de sus cargos a las jefas de SUTRAN y ATU.

Entonces, los ministros que designa Pedro Castillo son removidos luego de que realizan acciones que generan indignación, pero sus acciones polémicas no son revertidas, sino que el siguiente ministro comete los mismos actos y también son removidos luego del escándalo. Es así como parece ser el modus operandi del presidente Castillo, cuyos ministros son descartables.

En los siguientes días se verá, probablemente, la renuncia de Mirtha Vásquez, luego de su declaración sobre el cierre de minas, así como la de Juan Silva y la del ministro de Educación, quien tiene que explicar cómo se filtró el examen de profesores antes de ser rendido. Sin embargo, ninguna acción vergonzosa que estos funcionarios hayan cometido será revertida, porque realmente no hay ingenuidad en los ministros ni mucho menos en el presidente Castillo.

Cada día, con cada escándalo, queda claro que se busca copar instituciones públicas con simpatizantes del presidente Castillo, y la salida de ministros no significa ningún retroceso, sino un recambio para seguir avanzando en el objetivo que parece ser la perpetuación en el poder.

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