En el marco de la celebración de los 25 años de “Sol y Luna”, conversamos con Petit Mirabel, fundadora de la obra social y Chiara Macchiavello, parte del directorio.

Por Redacción COSAS

Una elección de vida. Así define Petit Miribel la motivación que la llevó junto a su esposo a crear la Fundación Sol y Luna, que este año cumple 25 años al servicio de los más desfavorecidos de Cusco. “Elegimos vivir en un lugar donde podríamos ser útil a los demás. No fue una decisión de establecernos realmente en Cusco, fue más un llamado. Yo creo que la vida poco a poco nos lleva a donde tenemos que realmente estar”, comenta.

Para Petit, filántropa francesa, Cusco era el “lugar correcto”. “El lugar correcto para establecernos, el lugar correcto para poco a poco crear una vida de la mano de las comunidades, de la mano de los niños y también crear nuestra propia familia”, destaca.

Sol y Luna brinda apoyo psicológico, social y emocional.

Este año es uno de celebración para la Fundación Sol y Luna. “Hemos decidido que la celebración empiece en Lima. Queremos compartir con Lima lo vivido de estos últimos 25 años. Queremos tener más amigos en Lima, invitarles a conocernos. Nuestra primera celebración es en Lima y las otras celebraciones creo que son todos los días: poder entrar en la escuela, poder entrar en el hogar Sol y Luna, entrar al centro Paqari, y ver a los niños felices. Celebraciones de vida en cada momento”, dice.

Petit mira la vida y la labor de su fundación con optimismo. “Estos últimos 25 años si bien hemos encontrado dificultades, aprendemos a lidiar con ellas porque el propósito es más grande que cualquier obstáculo. Ha sido un camino de aprendizaje total para nosotros, de descubrimiento, de abrir nuestro corazón, nuestra mente a otra cultura y de buscar cómo juntar nuestros conocimientos con esta nueva cultura y cómo poder lograr educar niños. Realmente sin ninguna duda puedo decir que de lo que más me siento orgullosa es de los niños, de los adolescentes, de los que hoy son adultos y están siguiendo su propio camino. Eso sí, me llena el corazón de orgullo y los ojos de lágrimas”, resalta.

Un camino con diversos aliados

La Fundación Sol y Luna, ubicada en el Valle Sagrado de Cusco, Perú, celebra su 25º aniversario comprometida con brindar amor, cuidado y educación a los niños de las comunidades más pobres del país.

La Fundación Sol y Luna ha logrado alcanzar el cuarto de siglo gracias a aliados que se suman a la causa. Una de ellas, la diseñadora peruana y fundadora de ESCVDO, Chiara Macchiavello, quien forma parte del directorio de la Fundación Sol y Luna.

“Viajé a Cusco a conocer todo el trabajo que Petit hacía. Y a partir de eso me empecé a involucrar para tratar de ver, a través de mi trabajo con ESCVDO, cómo podemos ayudar a que la fundación se conozca más, porque en realidad es una fundación que, digamos, ha sido creada por una persona que no es peruana para ayudar a la educación de los niños peruanos en extrema pobreza, pero que el Perú en general no la conoce. Siempre ha sido financiada por donaciones internacionales, por el turismo principalmente y por todo aporte de personas de afuera”, comenta Chiara.

Machiavello cree firmemente en la importancia de que cada vez más peruanos se conviertan en aliados de esta obra social y que más de ellos sean jóvenes. “De hecho, tenemos con Escudo un proyecto que se va a empezar a desarrollar este año y es que vamos a empezar a hacer un semillero en la escuela de un taller textil. Porque digamos que todos estos niños (de “Sol y Luna), la gran mayoría son niños que vienen de familias donde sus padres han sido tejedores, artesanos y donde a veces ha habido como una ruptura en el vínculo o también han habido problemas. Entonces, a nivel de identidad,  los niños no comparten la tradición que trae su familia”, advierte.

Estos talleres se replicarán con algunas artesanas que serán las encargadas de transmitir el conocimiento textil. “Hemos conseguido una donación importante de hilados de la Fundación OLÍ para atender la materia prima para empezar el taller textil y de esa manera empezar a enseñarles. El acto de tejer o bordar es bien meditativo, entonces puede sumar bastante para ellos en muchos niveles. También es darle como una herramienta más de trabajo si en caso quisieran dedicarse a eso. Esta es una de las cosas que yo estoy trabajando con ellos”,  comenta.

Para Chiara es fundamental contribuir con que cada vez más peruanos encuentren alternativas para apoyar a la Fundación Sol y Luna. “El evento que se hará en Lima este jueves es para que los peruanos empiecen a conocer más de esta fundación, hay la alternativa que puedan donar para financiar la educación de un niño por un año o más; involucrarse más en la idea también de que se necesitan voluntarios constantemente. Muchos de los voluntarios son extranjeros que se quedan de tres a seis meses, pero nunca van peruanos y es importante que sean cada vez más los peruanos que se sumen al apoyo”, resalta.

Apoyar a Sol y Luna

“El 100% del apoyo va directamente a los niños. Tenemos un programa de apadrinamiento de niños, apadrinar un niño, llevarlo años a través de años en su camino de educación. Hay programas para empresas de apadrinar directamente, por decir, el Hogar Sol y Luna, el programa de alimentación de los niños. Las formas de apoyar son muchísimas”, resalta Petit.

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