Hay que exigirle a todos los candidatos al 2026 una clara postura contra el sicariato y la minería ilegal.

Por Isabel Miró Quesada

Si queremos cambiar la actual situación de desgobierno y crimen desbordado, hay que ir a la raíz económica del problema: la minería ilegal. Lo de Pataz no es nuevo ni es aislado. Y como a mayor crisis política, mayor precio de la onza de oro, es obvio que vamos hacia un escenario aún peor.

De la izquierda no se puede esperar mucho. Los precandidatos de la izquierda más dura no solo defienden la minería ilegal, sino que están abiertamente financiados por ella. Por eso se ve a varios congresistas de Perú Libre y el Bloque Magisterial viajando por todo el país, en defensa de los nuevos barones del oro. Y la izquierda más progresista o caviar, en cambio, brilla por su ausencia. ¿Dónde están los ambientalistas que se le plantan a la minería formal? ¿Las activistas feministas irán a Pataz a denunciar la trata de blancas? ¿Dónde está Verónika Mendoza? ¿Dónde está Sigrid Bazán? Que satatnizan a la gran minería pero no ven cuando los ilegales envenenan el agua. ¿Flor Pablo, Susel Paredes? Marquen posición. ¿Acaso la minería ilegal no genera regímenes de semi esclavitud, prostitución, contaminación por mercurio y demás flagelos sociales?

Y frente a la absurda fragmentación de la derecha, solo queda exigirle a los aspirantes a la presidencia una postura clara frente el sicariato. Y eso implica una posición abiertamente frontal contra la minería ilegal.

Lamentablemente, parece que eso es mucho pedir. Varios precandidatos vienen coqueteando con propuestas como ampliar el Reinfo u obligar al Estado a que compre el oro manchado de sangre. Otros, sibilinamente, “confunden” minería ilegal con artesanal y se aprovechan de esa frontera porosa. Incluso hay quienes ahora hablan de “minería ancestral”, dándole en la yema del gusto a la nefasta Confemin, la Confederación Nacional de Pequeña Minería y Minería Artesanal del Perú que sirve de fachada para intereses ilegales.

Si sumamos todas estas posturas permisivas y hasta generosas con la minería ilegal, abarcamos el ideario de casi todos los precandidatos de la centro derecha, desde Hernando de Soto hasta Alfredo Barnechea y Rafael Belaunde, pasando por el fujimorismo, el acuñismo y demás partidos del Congreso que defienden el Reinfo. Hasta Renovación Popular tiene a dos líderes de la Confemin en sus filas: Máximo Bécquer y Magno Palomino, presidente y secretario general, respectivamente.

Hay que confrontar a todos los candidatos al 2026. No solo a los aspirantes a la presidencia, sino también a quienes esperan integrar el próximo Congreso. Y hay que exigirles a todos ellos cerrar filas contra la minería ilegal y el sicariato que la acompaña. Solo nuestro voto puede parar lo que el sistema, corrompido, no puede.

Solo una causa tan grande y urgente podría ayudar a separar la paja del trigo. Y de paso fomentará la creación de alianzas y pactos mínimos para acabar con la ingobernable fragmentación política que hoy vemos en el Congreso.

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