Con su cumbia psicodélica, Los Mirlos viven el momento más especial de su historia. México, Estados Unidos y Argentina lideran su audiencia en Spotify antes que el Perú. Ahora se preparan para su cuarta gira por Europa, y apuntan a presentarse en Lollapalooza Chile y Argentina. ¿Qué ha pasado para que, tras 52 años de trayectoria, den el salto a la cima?

Por: María Jesús Sarca Antonio Fotos: Nicolle Noa

En Coachella, la verdadera euforia por Los Mirlos partía de los propios organizadores, fanáticos declarados que celebraban su llegada como un sueño cumplido. Javier, hijo menor del líder, Jorge Rodríguez, y actual mánager del grupo, recuerda el momento en que se reunieron, después de recibir la carta de invitación. “Me abordaron apenas entré y me dijeron que tenían varios vinilos”, cuenta. “Me explicaron que escuchaban a la banda desde hacía décadas y que siempre habían querido tenernos en su festival. Eran coleccionistas, y hasta querían que les firmáramos los discos el día del show”. En la primera noche que tocaron en Coachella, la emoción era compartida. “Me decían: ‘Esto ha sido como si Los Mirlos hubieran clasificado al mundial’”.

Los Mirlos en su histórica presentación como el primer grupo peruano en Coachella.

Jorge Luis, el hijo mayor del líder y director de la orquesta, recuerda la experiencia con una sonrisa: “Fue muy emocionante. Encontrarnos con tantos compatriotas, ver las banderas. No solo la del Perú, también la de Argentina, México, Colombia. Ver a la gente gozar con nuestra música, su vibra contagiaba y nos llenaba de energía”.

La presencia de Los Mirlos en Coachella es el resultado de años de perseverancia desde 1973. “Cuando empecé, mi sueño de adolescente era tener mi grupo y tocar en Lima. Con gran esfuerzo grabamos nuestro primer disco, y ahora somos el primer grupo de cumbia peruana en llegar a esos escenarios. Lo llamo la fiebre mirlómana”, cuenta Jorge, líder de la agrupación. Hubo diversos factores que llevaron a que un tesoro musical peruano oculto pasara a ser expuesto en distintos países. Está la red de contactos que creó Javier, pero él añade algunos otros. “Existe todo un background por parte de los coleccionistas. Los DJ también tuvieron un papel importante, porque utilizan extractos de las canciones antiguas y crean nuevas mezclas”, añade Javier. Esta alquimia psicodélica renovó sus clásicos y los hizo atractivos para nuevos públicos.

El documental “La danza de Los Mirlos”, dirigido por Álvaro Luque, también jugó un papel importante, ya que les abrió muchas puertas en otros países y les permitió dar a conocer su historia.

En la segunda fecha, Jorge Rodríguez y toda la banda lució camisas kené kaya, diseñadas por artistas shipibo-conibo de Cantagallo.

“Pasamos de ser poco mencionados a estar en boca de todos”, dice Abel Ramírez, el bajista. Carlos Fernando, quien toca tumbadoras y bongó, añade: “Antes había muy pocos peruanos que iban a conciertos en el extranjero. Yo he visto algunos locales con solo cinco de Perú, y el resto eran argentinos, colombianos, mexicanos, franceses, italianos, todo el mundo. Ahora, con esto de Coachella, ha cambiado”.

Javier asevera, con una frase que he oído tantas veces, pero que en sus rostros veo que es tan cierta: “Los Mirlos es el claro ejemplo de que nadie es profeta en su tierra”. Junior Soto, el animador y cantante, sentencia: “La realidad es esa”. Las palabras expresaron rápido su sentir, por lo que Javier aligera diciendo que esto “está cambiando, y el Perú está empezando a valorar más sus propios sonidos”.

Los escenarios cambiaron

Su trayecto ha sido largo y variado. Desde los barrios populares hasta los escenarios internacionales. Danny Jhonston, primera guitarra y uno de los fundadores de la banda, cuenta que antes tocaban en lugares como La Carpa Grau, junto a Chacalón, por Lima Norte, provincias, y lugares poco accesibles en todo el país. “Una vez tomamos avión, bus y lancha para llegar a un evento”, comenta Carlos Fernando.

Para el líder de la banda, Jorge Rodríguez, el creciente interés mundial por Los Mirlos representa un “nuevo resurgir del Amazonas”.

Hoy el panorama es otro. Son requeridos en Barranco, Punta Hermosa o Asia. Hicieron vibrar a más de diez mil personas en Acapulco, se presentaron en escenarios donde tocaron leyendas del rock como Nirvana y giran por Europa con regularidad. “En Estados Unidos, los residentes nos decían: ‘Nunca vimos un grupo peruano así’”, sostiene Jorge Luis.

El renacer verde

Los Mirlos viven una nueva primavera. “Tenemos un estilo que se mantiene. Nunca fue una moda que desaparece. Los Mirlos están vigentes”, asevera Jorge, y Javier comenta que busca seguir madurando este proyecto, reforzar algunos aspectos en sus presentaciones para seguir “dando la talla”.

Junior Soto anima, canta, hace coros y alimenta de energía a toda la agrupación.

Jorge ve toda esta nueva ola como un nuevo “surgir del Amazonas”. En su segunda presentación en Coachella, lucieron camisas kené kaya, diseñadas por artistas shipibo-conibo de Cantagallo. “Fue un diseño especial que usamos en nuestra segunda presentación. Conocemos a algunas artistas, como Olinda Silvano, y estamos muy felices por ellos”, dice Jorge Luis.

“Sí se está revalorando más a nuestras culturas ancestrales, porque son varias tribus. Necesitan apoyo para sacar adelante su arte, y por eso nos estamos dando la mano, porque somos de la misma selva”, dice Jorge.

“A los gringos les encanta esa mística amazónica. Incluso organizan ceremonias de ayahuasca con chamanes traídos de la selva”, menciona Javier. “Hasta las publicidades chicha; las llevamos y regalamos firmadas”, dice Genderson Pinedo, miembro en la batería y timbales. “Estamos dándole valor a la selva. Hay mucho que mostrar, no solo su flora y fauna, sino su gente linda”, finaliza Jorge.

El vocalista y corista Yván Marcos Loyola también es músico de la Marina de Guerra del Perú.

Los Mirlos son embajadores culturales. Llevan los sonidos, los colores y el arte de la Amazonía. “Los Mirlos suenan al encanto de la selva. Es fantástico, hipnotiza”, enfatiza Jorge.

Sus canciones están cargadas de emociones. “Imitamos sonidos de árboles cayendo, del río, de las piedras, de las aves, con nuestro guapeos. Queremos que el público se sienta en la selva”, dice Genderson.

Los Mirlos describen su ola de popularidad como una “fiebre mirlómana”. En 2026, apuntan a tocar en el Lollapalooza, lanzar su cuarto álbum y, por qué no, ganar un Grammy.

Cuando se encuentran en otros países, como Eslovenia, Alemania o Dinamarca, donde el público es un poco más rígido, ellos han comprobado que se contagian con el ritmo. Ya que la mayoría de sus canciones son instrumentales, no existe una barrera idiomática. Y si hay peruanos entre ellos, se contagian. “Tocamos ‘La Pandilla/ Doña Guillermina’ y los europeos bailan todos, saltando, como si estuvieran en la fiesta de San Juan”, narra Jorge Luis.

El líder engloba todo este sentir soltando una verdad: “Transmitimos alegría. Los Mirlos no es para que lo escuches sentado. No necesitamos mesas. Todos bailan”.

La constancia, el secreto de su éxito

La historia comenzó en 1968, cuando Jorge, su hermano, un primo y algunos otros amigos formaron Los Saetas. “Con Hugo Jáuregui, Carlos Vásquez y Danny comenzamos esta aventura. Todo lo cuento en mi libro, que este año cerraré con nuestra presentación en Coachella”.

“Algunos con los que comenzamos ya partieron o tomaron otros caminos, pero la mayoría tenemos más de diecisiete años”, dice Danny. Javier me cuenta que todos, aunque tienen roles definidos, son multifacéticos y pueden tocar otros instrumentos si alguno falta.

Danny Johnston fue uno de los miembros fundadores de la banda, y formó parte de Los Saetas, el nombre original con el que empezaron en 1968.

En cuanto a la composición, Jorge Luis comenta una costumbre que aún conserva su padre: “En sus tiempos libres, compone con su guitarra, grabadora de cassette y un cuaderno donde apunta todo. Mi papá tiene un libro con más de cincuenta canciones inéditas”. Después, en los ensayos se reúnen y todos aportan, añadiendo, quitando y modificando, hasta lograr el resultado de cada una de sus canciones.

“El himno de la cumbia peruana es ‘La Danza de Los Mirlos’”, asegura Abel. “Apenas escuchan el sonido de la guitarra, la gente se emociona”, añade Yván Loyola, segunda voz y corista.

– Jorge, ¿tú crees que hay una fórmula para lograr todo esto?
– Mantener el estilo y la constancia. No es mi idea cambiar de músicos como hacen otras agrupaciones. Además, nos diferenciamos porque apuntamos a nuestras raíces. Apenas nos escuchan, la gente está aplaudiendo, bailando, cantando. Mi abuelo una vez me dijo: “Sigan ensayando; alguna vez van a lograr ser grandes”, y se cumplió su deseo.

Nuevos retos

Los próximos pasos están marcados: terminar de grabar su próximo disco, The World Meets Los Mirlos, en Estados Unidos para 2026, con colaboraciones de artistas de Colombia, Chile y Suecia. Además, Jorge nos adelanta que antes de que termine el año tendrán fecha de publicación de su libro autobiográfico, y ya se encuentran en conversaciones para presentarse en el Lollapalooza de Chile y Argentina en 2026.

El 10 de julio ofrecerán un espectáculo gratuito en el Lincoln Center de Nueva York, y diez días después aterrizarán en Buenos Aires para el Festival Perú Celebra. El 25 de julio celebrarán sus 52 años de trayectoria con un concierto especial en el Teatro NOS, de la Pontificia Universidad Católica del Perú, con invitados como Mauricio Mesones y Milena Warthon. Y en setiembre continuarán conquistando escenarios con su cuarta gira por Europa, que los llevará a veinte ciudades del continente.

“Tus abuelos se enamoraron con nuestras canciones. Tus padres también. Y ahora tú nos conoces. Eso es vigencia”, me dice Jorge, y para cerrar me lanza su nuevo sueño: “Ahora me estoy poniendo las pilas para postular al Grammy”.

Dirección creativa y Producción: Adriana Hidalgo Alva.
Asistencia creativa: Medias Largas Agencia Creativa (Brisa Díaz y Andrea Boggiano).
Asistencia en Set: Dharma Tineo, Matías Suazo y Roma Corrales.
Agredecimientos: Arreglos florales y coronas de la Colección Jardín Pop de La Floristera.

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