Toda la historia concentrada en esta parte del Perú despierta las ganas de conocer estas tierras, pero viene para el viajero el dilema de enfrentar la altura que tiene Cusco, que se encuentra a 3360 m.s.n.m. Por ello, lo recomendable es ir de frente al Valle Sagrado para aclimatar el organismo, ya que este se encuentra a 2850 m.s.n.m.

Una vez en el valle, se recomienda tomar al menos medio día para descansar, para luego aprovechar el día siguiente y recorrer los alrededores, como Maras, Moray, Chinchero, entre otras bellas excursiones. Al tercer día, se puede enrumbar a Ollantaytambo para embarcar con destino a la ciudadela de Machu Picchu, considerada una de las siete maravillas del mundo moderno, con una elevación de 2340 m.s.n.m. Como hemos ido descendiendo, después de la visita a este principal punto turístico, uno ya está preparado para descansar esa noche en el hotel y partir al día siguiente a visitar la ciudad del Cusco totalmente aclimatado.

El hotel se encuentra ubicado a unos 2850 m.s.n.m., por debajo de los 3360 de la ciudad del Cusco.<br srcset=

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” width=”652″ height=”396″ /> El hotel se encuentra ubicado a unos 2850 m.s.n.m., por debajo de los 3360 de la ciudad del Cusco.

Con esta recomendación para el viajero, pasamos a mostrar el hotel Inkaterra Hacienda Urubamba, poseedor de cinco estrellas, que brilla por su ubicación en el valle de Urubamba y por su exclusividad: son apenas doce habitaciones en la casa principal y veinticuatro casitas independientes de lujo que se abren al valle, y brindan serenidad y relax en la soledad y el silencio de los cien acres en los que está construido, rodeado de imponentes montañas.

Uno de los objetivos que tiene Inkaterra es cuidar el entorno global, así como entrenar y trabajar con la comunidad. Cuenta, por eso, con paseos a diferentes horas del día: para avistamiento de aves, muy de mañana; al mediodía, se explican las técnicas de preparación de la chicha de jora y, en las noches, se organizan caminatas para la observación de estrellas y la explicación de la diversidad de flora que posee el hotel, que ha destinado diez acres a un huerto orgánico en el que las técnicas de cultivo son ancestrales y orgánicas, libres de carbono. Allí se cosechan productos como la quinua, el maíz gigante, una gran variedad de papas y hierbas medicinales, con las que son preparados los platos de la carta del restaurante del hotel.

El hotel Inkaterra Hacienda Urubamba hace honor a las tierras del inca y sus descendientes. En este lugar, él solía ir y pasar momentos de tranquilidad con toda su familia y su corte real.

El hotel Inkaterra Hacienda Urubamba hace honor a las tierras del inca y sus descendientes. En este lugar, él solía ir y pasar momentos de tranquilidad con toda su familia y su corte real.

HISTORIA VIVA: OLLANTAYTAMBO Y LA RUTA HACIA MACHU PICCHU

Según narra el libro de Kim MacQuarrie “Los últimos días de los incas”, Manco Inca había abandonado su cuartel anterior en Calca, siguiendo el curso del río Yucay/Vilcanota para instalarse en una fortaleza-templo llamada Ollantaytambo. El valle de Yucay tenía un fondo llano, rodeado de numerosas laderas construidas en terrazas y que, llegados los españoles, se convertirían en haciendas reales.
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En una de esas haciendas coloniales, perteneciente a la familia Lambarri, se ha asentado el hotel Inkaterra.

Inkaterra

El hotel cuenta con doce habitaciones exclusivas y veinticuatro casitas de lujo.

El viajero que busca conocer el Cusco trae en mente toda esta historia de lucha entre españoles e incas, quienes escogieron la parte norte del valle para construir en lo alto de los cerros su fortaleza y, desde ahí, enfrentar a los invasores. Este complejo amurallado, que hasta hoy es visitado, se llama Ollantaytambo, y es desde donde los huéspedes del hotel pueden acceder a la  estación del tren que lleva a los pasajeros por la parte oriental de los Andes hasta Machu Picchu, el salvaje Antisuyo, donde fundaron una nueva capital llamada Vilcabamba. Esta se convertiría en el cuartel general de su feroz guerra de guerrillas contra los españoles.

Hiram Bingham había oído la extraordinaria historia del reino rebelde y, con las descripciones de la ciudad perdida, no tardó en convencerse de que las ruinas de Machu Picchu eran las mismas de la legendaria ciudad rebelde llamada Vilcabamba, el último refugio de los incas.
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Por Elizabeth Dulanto de Miró Quesada