Hace un par de meses inicié una relación con un chico espectacular que me trata de maravilla pero es 8 años menor que yo (él tiene 33, yo tengo 41). En el día a día, la diferencia de edad pasa completamente desapercibida, pero al ver que la cosa se va poniendo seria, y porque el tiempo corre en mi contra, sin querer queriendo y de manera superficial he tocado el tema de los hijos y él me dejó bastante claro que ser padre no está en sus planes de mediano plazo. Hasta ese momento no sabía si quería tener hijos, ahora es lo único en lo que puedo pensar. No sé qué hacer, ya que congelar óvulos suena bien pero he escuchado que es muy estresante hormonalmente, y no quiero cortar la relación ya que, por mi traumática experiencia en el pasado, sé que hombres como él no aparecen tan a menudo. Simplemente no sé qué hacer.
Esta es una situación difícil y compleja tanto para ti como para muchas, y es que el cuándo y cómo tener hijos es una preocupación que se la escucho a la mayoría de mis amigas ya sean solteras, casadas o divorciadas: el estatus no discrimina y no es garantía de llegues a ser madre algún día. Para hacer peor la cosa, ya que este dilema gira en torno a la fertilidad femenina y por ende nuestros cuerpos, hay muchísimo escrutinio de por medio, y es que a la gente le encanta opinar sobre las decisiones que como mujeres tomamos en torno a estos.
Frustración es la palabra correcta, en mi opinión, para describir lo que siente una mujer soltera pasada los 35 años que quiere una familia y no puede ver una manera clara de hacerlo realidad: sin pista alguna de cómo y cuándo conocerán a la persona adecuada mientras cargan con la agotadora presión del ensordecedor tic-tac que empieza a sonar una vez que se cumplen los treinta. Y es que, mientras que la pena por no poder tener hijos es aceptable para las parejas que pasan por infertilidad biológica, nadie reconoce el luto interno que lleva dicha mujer por su falta de hijos. Por el contrario, simplemente se asume que no está al tanto de la limitada vida útil de su fertilidad y que está siendo imprudente con el azar.
Ahora, la mejor manera de mantener las probabilidades de tu lado es tomar decisiones sensatas y lógicas en lugar de decisiones basadas en el pánico. Solo hay dos personas a las que tienes que escuchar cuando se trata de tener un hijo: a ti misma y a un buen médico, quien te dirá si para ti el tren de la maternidad ya partió o si aún queda uno que otro sitio en el último vagón.
De ser la primera opción, ni modo, no agregues por las puras tensiones a tu relación y sigue disfrutando e hidratándote con el suero de la juventud gracias al colágeno que te provee tu nuevo muchacho.
Ahora, si tu doctor te dice que aún hay posibilidad de ser mamá, y que pongas primera y arranques porque el tiempo se te va, vas a tener que preguntarte a ti misma de la manera más seria y sincera, (ya que hasta el momento no te lo habías propiamente planteado) ¿qué tan importante para ti es convertirte en mamá, luego ¿cuándo quieres que esto suceda? y finalmente, ¿necesitas que tu galán sea parte del proceso?
Si esto último es para ti algo de vida o muerte, vas a tener que tocar el tema de manera seria con tu muchacho. ¡Yo sé! Es una conversación perfectamente aterradora que ni yo quiero tener conmigo misma, y en tu caso es demasiado pronto en la relación para tener esa conversación y es demasiado tarde en la vida para no hacerlo. ¡Han pasado tan solo un par de meses!,… bueno 41 años y un par de meses.
Por lo que me cuentas, estás atravesando una etapa muy bonita en tu relación y ante esto, es normal que te proyectes y tengas muchas expectativas sobre un futuro con él, independientemente de si quieres tener hijos o no. Pero, si después de esto, él no sale corriendo (que es muy probable), ¡bingo! has encontrado al santo grial del género masculino.
Ahora, es muy probable que él sienta que esta es una presión innecesaria y no quiera continuar la relación. Y no tiene nada de malo, cada persona tiene sus propios planes y objetivos en la vida, y no siempre es posible cambiarlos o influenciarlos (créeme, no eres la primera ni serás la última que lo ha tratado) mucho menos en algo tan trascendental como lo son los hijos. Su lloradita no más y a seguir tomando todas las medidas a tu alcance para que la fertilidad y sus estadísticas dejen de jugar en tu contra.
Por ejemplo, congelar los óvulos es una opción excelente. Muchas de mis amigas ya lo han hecho, pero depende de diferentes factores. Como te dije al comienzo, tienes que hablar con un médico para obtener más información sobre los riesgos y beneficios del proceso así como sus probabilidades de éxito en tu caso. Este es un procedimiento no sólo costoso financieramente hablando, sino también físico y hormonalmente.
Justamente la semana pasada, hablando de este tema con mi grupo de amigas de la universidad, me enteré cómo una de ellas, quien había ahorrado por un par de años para este tratamiento, estaba de lo más ilusionada y aliviada de al fin haberlo hecho ya que lo veía como el mejor regalo que podría hacerse a ella misma: una sensación de libertad bastante trascendente.
Otra, por otro lado, quien también había investigado muchísimo y se estaba preparando para iniciar el proceso, se dio cuenta de que lo estaba haciendo por miedo y prefirió no gastar ese dinero en algo que alimentara su propio bucle de pensamientos negativos.
Finalmente, recomiendo que converses con otras mujeres que han elegido un camino menos tradicional, como quienes tuvieron hijos por su cuenta a través de fertilización in vitro, donación de esperma o adopción. Algunas otras nunca tuvieron hijos y no se arrepienten en absoluto. Y es que tener mente abierta a escuchar distintas experiencias es un buen recordatorio de que, a pesar de un profundo deseo tanto biológico como emocional de ser madre, hay más de una manera de tener una vida plena.
El tener o no hijos es una decisión personal que solo te compete a ti, aunque debo advertirte que sea cual sea la decisión que tomes, siempre habrá un cuestionamiento implícito, y es que las decisiones que tomamos las mujeres forman parte del escrutinio público, cosa que no debería ser: ¡prepárate!
Guerra avisada no mata gente, concéntrate en un tu propia voz, consulta a un buen doctor y como diría la tía Susy: “vive tu vida y no dejes que lo que opinen los otros te viva”.
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