“Nuestras Navidades son bien playeras”, cuenta Penélope, hija mayor de Marilyn y hermana de Brisa. El año pasado toda la familia se reunió en el sur. Era la primera Navidad de Luna, la hija de Brisa que hoy tiene poco más de un año. No hubo árbol ni nacimiento, pero sí una deliciosa comida marina y el placer de tener una playa desierta para ellas.
La casa de Marilyn, donde celebrarán las fiestas este año, vibra con anticipación. La presencia de Luna ha renovado el entusiasmo por las fechas, como en su momento lo hicieron Alonso y Mateo, los hijos de Penélope, de 12 y 6 años. Este año hay un árbol multicolor, minuciosamente decorado con adornos de motivos peruanos. “No somos una familia de rojo y dorado”, explica Penélope, entre risas. Un año incluso se desligaron tanto de la fiesta tradicional, que decidieron cambiar la fecha y celebrar el solsticio de verano. “Yo recién he sido mamá”, cuenta Brisa. “Ahora que Luna va entendiendo que es parte de una familia, y que disfruta jugando con la decoración, me parecen más importantes este tipo de rituales. Que crezca como lo hice yo, con la certeza de que hay relaciones que aunque no siempre sean fáciles, son incondicionales”.
En una familia donde las dos hijas se dedican a la cocina, la mesa de Navidad puede esperar resultados extraordinarios. Penélope es la encargada del pavo, “porque además de que le sale delicioso, es la que disfruta haciéndolo”, explica Brisa, cuyo deber son las ensaladas y el puré de manzana, plato que inspira ternura a las tres. Marilyn, como ceramista y creadora de Jallpa Nina, se encarga de que la vajilla siempre aporte un toque de belleza. La cocina es el corazón de una familia que nunca practicó ese “comer hasta morir” que a veces viene con las fiestas, sino que prefiere dar a la comida la importancia de un placer único.
“Teníamos una ‘mama’ piurana que cocinaba maravilloso. Para mí, Navidad era llegar a casa y sentir los aromas de la cocina”, recuerda Penélope. “Hija de padres divorciados, pasaba mucho tiempo con la mama y sentía mucha seguridad en la cocina. Nunca dudé en dedicarme a esto”, agrega. En una casa donde se comía sano, era la mama quien llegaba con el “cofre del tesoro”, los dulces a los que Penny –como llaman a Penélope– y Brisa no tenían acceso.
La cocina y los nietos
El camino de Brisa hacia la cocina involucró algunos desvíos. Era una niña a la que le gustaban muchas cosas. Estudió arquitectura de interiores, arte y educación inicial. Imaginaba muchos futuros posibles, pero no uno que la satisficiera por completo. “Una temporada, justo cuando me iba a Estados Unidos a estudiar fotografía, empecé a ver programas de cocina y a preparar cosas. Nunca me habían gustado esos programas, pero ahí estaba, cocinando y cocinando. Le pedí a Penny, que es amiga de Gastón, que me consiguiera una práctica con él para ver si cocinar en la vida real también me gustaba” (y le encantó).
Aficionada también a la meditación, la cocina, para Brisa, se volvió una suerte de “meditación activa”. Hoy combina ingredientes sanos con un estilo centrado en el bienestar, como una forma de aprendizaje y evolución que la familia entera práctica. “Se trata de siempre estar dispuesto a crecer y de saber que tú controlas cómo sientes las cosas”, explica Marilyn. “Incluso las fiestas. Son un momento tan comercial y, a la vez, con tantas emociones… pero tú decides si logras dedicarte a disfrutar”.
Ambas hermanas pasaron tiempo fuera de Lima. Penélope, siete años y Brisa, diez. Y su regresó significó entrar a una nueva etapa: ambas disfrutan ver a Marilyn en su faceta de abuela; desde el momento en que no podía contener la emoción de comprar regalos para su primer nieto, hasta verla interactuar con ellos en el día a día.
De niña, Brisa siempre quiso faltar un día al colegio y pasarlo en la cama, viendo películas. Marilyn jamás lo permitió, pero hoy lo hace con sus nietos. “El amor de abuela es diferente”, ríe Penélope. “Volver fue rico en ese sentido, nos unió. Nos hace felices estar juntas; vivir en un mismo edificio, vernos siempre”. “Estamos muy conectadas”, dice Marilyn. “Somos una tribu… una tribu que es una belleza”.
GAZPACHO DE FRESA-TOMATE-SACHA TOMATE & CAMARONES
Brisa Deneumostier
Rinde para 8 vasos de 1 oz (3.4 cl)
Ingredientes:
I
7 fresas
2 sacha tomate
3 tomates
1 rodaja de 2cm de pepino
½ taza de agua
4 unidades hielo
1 cucharada de vinagre de manzana o jerez
Pizca de ají limo
¼ de cebolla
¼ de diente de ajo
1-2 cucharadas de aceite de oliva
Sal marina o de montaña
II
8 unidades de camarones limpios (coral aparte)
Reservar caparazón y tenazas de 2 camarones
Aceite de oliva
Cdta. de ajo asado (opcional)
Sal marina o de montaña
Esencia de camarón (opcional)
Preparación:
Dorar los caparazones de 2 camarones. Una vez rojizos y tostados, añadir 2 tazas de agua y hervir por 15 minutos. En un poco de aceite de oliva sofreír a fuego bajo 1 cdta. de coral de camarón. Licuar todo, colar y enfriar.
Gazpacho: Licuar todos los ingredientes del primero grupo y luego añadir la esencia de camarón. Guardar en la refrigeradora hasta servir.
Aceite de Coral (opcional): En 2 cucharadas de aceite de oliva, sofreír el resto de coral a fuego bajo. Una vez haya cambiado de color al ser cocinado, retirar, enfriar y colar.
Camarones Salteados: Antes de servir, saltearlos en el aceite de coral y sazonar con sal y ajo asado (opcional).
Antes de servir, licuar una vez más el gazpacho. Ensartar los camarones en palitos de bambú y servir al lado de los vasitos con gazpacho.
HIGOS CON PISTACHOS, QUESO AZUL, MENTA Y MIEL DE NARANJA
Penélope Alzamora
Ingredientes:
Higos de temporada
Queso azul
Hojitas de menta fresca
Pistachos pelados y tostados
Miel de naranja
Preparación:
Cortar los higos a la mitad y asarlos ligeramente a la parrilla. Rellenar las mitades de higos con queso azul y pistachos ligeramente tostados. Decorar con miel de naranja y hojitas de menta.
Por Alejandra Nieto
Fotos de Lucero del Castillo