Annabel’s (Londres)
Cuando Mark Birley fundó Annabel’s en 1963, era el único club en su especie: un lugar solo para socios donde se podía bailar y cenar, con entretenimiento sofisticado y una de las mejores cartas de vino de la ciudad en el corazón de Mayfair. Cincuenta años más tarde, aún no hay espacio que se le compare. Si bien Loulous en los últimos cinco años ha tratado de hacerlo, la sofisticación de Annabel’s no tiene rival, y tampoco la masa social que reúne: desde políticos hasta miembros de la realeza, artistas y bon vivants, es divertido y elegante, glamoroso pero íntimo, y muy difícil de acceder. Para lograrlo, es indispensable llevar saco y corbata, en el caso de los hombres, y falda o pantalones de noche, en el de las mujeres. Celulares o computadoras y demás equipos tecnológicos no están permitidos, pues “este es un lugar de relajo y privacidad, no de trabajo”, explica el reglamento. Y, la verdad, vaya que sí lo es.
Llama Inn (Brooklyn)
El Insta-hit es como bautizó Zagat a este éxito culinario peruano, que ha logrado entrar en más rankings que ningún otro en su especie. La guía más prestigiosa de Nueva York lo nombró Mejor Restaurante Sudamericano. Dolly Llama, el coctel de la casa, fue uno de los must del verano, según “The New York Times” (que además rinde homenaje a los anticuchos de corazón y chicha de jora). Techo, su terraza, fue nombrado uno de los mejores lugares “donde ser visto” por New York Social Diary; y el sándwich de muslo de pollo crocante con salsa criolla, “una sensación”, según el “New York Post”. Este local es el sueño del empresario peruano Juan Francisco Correa, quien lo inauguró en noviembre del año pasado para el deleite de los hipsters brooklynianos.