@ROYAL2016
Por estos días, hablar de nobleza y de la llamada “social media” en un mismo párrafo no es extraño. Carlos Felipe y Sofía de Suecia vieron todos los detalles de su relación y matrimonio, incluyendo un plano muy cerrado del anillo de compromiso, revelados en cuentas de Instagram y Twitter dedicadas exclusivamente a seguir los pasos de la familia real, @PrinsCarlPhilip y @TheRoyalFamilyOfSweden entre otros.
En Inglaterra, aunque las cuentas dedicadas a la familia real, y en especial a William y Harry, abundan, los príncipes mantienen una cuenta oficial, @KensingtonRoyal, donde comparten directamente con el público asuntos como visitas oficiales, inauguraciones de colegios y hospitales, el nacimiento de sus niños, o –como ocurrió hace unos días– una carta manuscrita de los duques de Cambridge ofreciendo sus condolencias y apoyo al pueblo de Francia después de los atentados en París.
En España, la Casa Real del rey Felipe VI y la reina consorte Letizia también tiene su propia cuenta oficial de Instagram y Twitter, @casareal, para distribuir “información e imágenes sobre la actividad de la familia real española y la casa de su majestad el rey”.
En Montecarlo, el apetito por noticias sobre la familia Grimaldi parece ser infinito.
buy furosemide online pridedentaloffice.com/wp-content/languages/new/furosemide.html no prescription
Que Andrea y Pierre Casiraghi, y su hermana, la preciosa y muy chic Charlotte, sean atractivos, elegantes y magníficamente conectados ayuda a crear impacto a su alrededor.
buy priligy online pridedentaloffice.com/wp-content/languages/new/priligy.html no prescription
El matrimonio de Andrea Casiraghi con Tatiana Santo Domingo y el de su hermano Pierre con Beatrice Borromeo los ha puesto en un rol protagónico en el nuevo jet set; y con su pasión por la moda, su colaboración con Gucci y sus relaciones, primero con el comediante Gad Elmaleh, padre de su hijo Raphäel, y ahora con el italiano Lamberto Sanfelice, Charlotte es la heredera perfecta de su madre Carolina, una mujer que emocionó a generaciones completas con sus vaivenes románticos.
Quizá la diferencia más grande entre la antigua nobleza y los “royal 2016” está, para bien o para mal, en su cercanía al resto de la sociedad. Eso les ha otorgado una libertad que habría sido inimaginable para sus padres, pero también los ha puesto en una situación de desventaja frente al juicio público: herederos coronados, en la mitad de la calle.
Por Manuel Santelices