Juana Burga, la top model más internacional que tiene nuestro país, está comprometida con reivindicar el “saber hacer” indígena. En una íntima entrevista con COSAS, nos habla de su misión de construir una industria peruana de moda sostenible justa para los artesanos, empleando sus conexiones con casas de lujo como Chanel, Dior y Loro Piana. Además, adelanta detalles de su próximo papel protagónico en cine y su plataforma social, Nuna Awaq.
Por Isabel Miró Quesada & Diego Ochoa
Juana Burga se define como una latina inmigrante. Su éxito como modelo, con hipnotizantes rasgos peruanos, la llevó en su adolescencia a establecerse en París y finalmente echar raíces en la Gran Manzana, donde hace cinco años, en un bote sobre el Hudson River, se casó. Ahora es embajadora para la moda peruana, latinoamericana, indígena, y trabaja por el empoderamiento de la mujer.

El compromiso de la modelo se refleja en los eventos de alto perfil a los que asiste, donde es usual verla con prendas de diseñadores latinos y de slow fashion.
Camisa de Issey Miyake.
Anillos de Odissea.
Tiene ideas claras que lindan con el activismo, solo que, más que de denuncia, su estilo es la acción. Eso se ve reflejado en este shoot para COSAS, donde asumió la dirección creativa de su propia sesión de fotos.
Además de estar próxima a estrenar su tercera película, “Quién mató a Pedro’’, trabaja activamente con su asociación Nuna Awaq, con la que busca construir una industria de moda sostenible y justa para los artesanos peruanos. Su meta es crear una institución que certifique sus saberes y los conecte con las principales casas de moda del mundo.
Es un futuro que puede visualizar luego de tener como mentora a Vivienne Westwood, cuyo proceso colaborativo con la comunidad asháninka vio de cerca: un ejemplo de intercambio productivo y respeto mutuo que busca emular. En el Perú, un ejemplo de ese potencial es Sara Flores, la artista shipibo-conibo y maestra del arte kené que diseñó una cartera para Dior. Este podría ser el camino correcto, aunque poco sostenible en el tiempo si no hay esfuerzos colectivos detrás.
Hasta el momento percibe vacíos en la estrategia del Estado (PromPerú), que busca ayudar a cubrir. Por esa razón, solicitó ser nombrada embajadora, un cargo relacionado con la Marca Perú, para asumir formalmente ese rol. Aún espera una respuesta, pero mientras tanto avanza por su cuenta a través de su fundación.
Mencionaste que estás apoyando en el área creativa al conglomerado LVMH para el uso de la alpaca y la vicuña.
Llevo años colaborando con grupos artesanales en el Perú, usando mi plataforma y mi imagen para darles visibilidad en el extranjero. Pero también busco contribuir a preservar un legado cultural que corre el riesgo de perderse, porque muchas nuevas generaciones ya no quieren continuar con la tradición textil. Eso me hizo despertar y comprometerme con la moda sostenible. A raíz del conflicto con Loro Piana, que colabora con comunidades en el Perú, surgió la oportunidad de contactar a mi agencia › establecer un diálogo directo con el grupo LVMH. El objetivo fue apoyarlos en la creación de un sistema que beneficie realment a las comunidades, y también contribuir a limpiar no su imagen, sino la del tipo de apovo que pueden ofrecer como una empres: billonaria que recibe tanto de estas comunidades para sostener el lujo que representan.
¿Cómo se puede ayudar a que se desarrolle el legado de la artesanía en el Perú en las nuevas generaciones?
Es un tema muy delicado, porque implica empezar a identificar el problema desde la raíz. En la base están las comunidades que no tienen acceso a educación ni a certificaciones que respalden y valoren su trabajo textil, como síocurre con quienes asistena launiversidad o toman talleres especializados. No existe un diploma que acredite que se han formado en un oficio textil, ni instituciones que las respalden para fortalecer ese legado en sus propias comunidades. Enese vacío, no hay ningún sistema que los proteja.
Entonces, falta primero un sistema de certificación. Y luego, ¿cómo pueden vender a un precio que reconozca el producto de lujo?
Totalmente. Con Nuna Awaq (que significa «alma de artesano»), que es el proyecto en el que quiero enfocarme, estoy impulsando la creación de un instituto a donde las artesanas puedan enviar su trabajo, recibir entrenamiento y obtener certificación. Pero, por supuesto, esto también requiere coordinación con el Estado. Tuve la oportunidad de ir a París con Chanel, y fue allí donde me inspiré en la idea de abrir un métiers d’art en Cusco, o en una ubicación accesible para las comunidades artesanales.

“Me enorgullece que ahora las palabras ‘cholo’, ‘indígena’ o ‘serrano’ estén cambiando su significado, que se estén liberando del prejuicio”, sostiene.
Camisa y pantalones de Willy Chavarria.
Tirantes vintage.
Anillos de Odissea.
Botas de Rabens Saloner.
¿Crees que se deba realizar de la mano del Estado?
No puede ser del Estado. En cuanto a la legalización de las certifi-caciones, probablemente sí se requiera, pero creo que un instituto como este puede desarrollarse con apoyo privado. Cuando asistí a la exhibición de métiers d’art, me comentaron que el trabajo para Chanel, Balenciaga, Yves Saint Laurent, entre otros, es realizado por manos artesanales. Hablamos de haute couture, prendas únicas que incluso se exhiben en museos.
Hay casos que se deberían estudiar, como Escvdo. ¿Cuál es tu impresión de la marca?
Cuando trabajo con una marca, busco que su sistema sea 100% sostenible. Eso implica no solo usar fibras como la alpaca de manera responsable, sino también garantizar condiciones justas para las artesanas: contratos formales y pagos equitativos. Escvdo marca la diferencia porque cuenta con un grupo artesanal que trabaja exclusivamente para la marca, algo que debería ser más común. Conozco muchos grupos artesanales en Lima, Cusco, el Amazonas o el norte, que trabajan por producto. Muchas marcas que se dicen sostenibles solo compran diez unidades y desaparecen, sin mantener un compromiso real. No basta con colaborar con una artesana para ser sostenible; la clave es que el grupo artesanal crezca junto con la marca.
Luego de ciertos incidentes recientes que han abierto el debate de apropiación cultural, ¿crees que esto puede disuadir a los diseñadores de las zonas urbanas de colaborar con grupos artesanales?
No creo que esto deba asustar a nadie; al contrario, es una oportunidad para seguir descubriendo más grupos artesanales. Probablemente, por cada quinientas artesanas con las que trabajamos, haya otras tres mil o cuatro mil esperando ser encontradas. Es un trabajo arduo, pues no existe un sistema formal de comunicación ni pagos accesibles para estos grupos. Por eso los diseñadores, lamentablemente, deben asumir cierto control. Sin embargo, ejemplos como Escvdo, que lleva décadas trabajando con comunidades, muestran que es posible.
Aparte de ese tema, para ser artista se necesita inspiración, y la cultura es su fuente. Si los grupos artesanales desaparecen y las nuevas generaciones no continúan el legado textil, el diseño peruano corre el riesgo de colapsar. Por suerte, ya hay nuevos diseñadores que integran lo artesanal. Por ejemplo, estoy creando un colectivo llamado Indigenous Futurism, que conecta el pasado con el futuro, presentando el legado cultural junto a la evolución tecnológica.
Hace no tanto tiempo, la palabra «indígena» era complicada de usar, tenía mucha carga peyorativa. Ahora es motivo de orgullo.
Totalmente. Como peruana, me enorgullece ver ese cambio. Mi familia es de la cultura Moche; entonces, tengo raíces preíncas, y por eso terminé haciendo la portada del libro «Perú» con Mariano Vivanco, porque estaba representando a la Dama del Cao. Me emociona que ahora, después de todos estos años, las palabras «cholo», «indígena», «serrano» estén cambiando de significado, se están liberando del prejuicio. Yo estuve presentando el libro de Mariano en Harvard, y ahí incluso tienen una pintura barroca de Mama Ocllo.

En su nueva película, Juana interpreta a la peruana Laura Meneses, la primera mujer latina en ser aceptada en la Universidad de Harvard.
Camiseta de Michael Kors.
Pantalones de The Frankie
Shop.
Bandana vintage.
Anillos de Odissea.
Notaba que cuando te veía en la alfombra roja llevabas ropa de diseñadores latinos de slow fashion.
Totalmente, esa es la conexión. Ser orgullosamente latina para que la gente entienda de qué zona del mundo vengo, y luego entrar con la fuerza de mi legado cultural siendo peruana. Estoy creando un full circle.
Y en este universo de ser modelo, interesada en alta costura, en la moda sostenible, en todo esto, ¿cómo entra el cine?
Cuando entré a esta industria, tuve una estrategia. Por ejemplo, rechacé un cameo en una película romántica con Justin Timberlake. Si iba a hacer cine, tenía que hacerlo de verdad. No quería que me vieran solo como una cara bonita. Sabía que, para ganarme el respeto como actriz, tenía que tomar distancia de la imagen de modelo. En el cine debes tener talento, si no, no haces nada.
También tienes que trabajar, y yo creo que tú eres muy trabajadora.
Sí, sí. Apenas subí mi primera película, me inscribí en Lee Strasberg [Instituto de Teatro y Cine en Nueva York]. Quise hacer un cine donde me viera completamente distinta. Porque, si estoy haciendo cine es por amor al arte, no para conseguir fama.
Tus películas tienen en común que dan a visibilizar problemáticas sociales o políticas. «The Unseen» (2017) y «La piel más temida» (2023).
Sí, mi tercera película es «Quién mató a Pedro», con la que entro a Estados Unidos. Es un thriller político que coprotagonizo con Ismael Cruz Córdova y Christian Mercado. Interpreto a la científica Laura Meneses, que fue la primera mujer peruana y latina en ingresar a la universidad de Harvard. En Estados Unidos conoció a Pedro Albizu, abogado, y se enamoraron. Cuando a él lo llamaron a volver a Puerto Rico, ella se fue con él. Había sido una de las mejores estudiantes de San Marcos y amiga de César Vallejo. Me parece increíble que una mujer así decidiera dejarlo todo para acompañar al amor de su vida en una causa casi imposible. Después de su muerte, ella siguió su lucha. Viajó a Cuba, conoció a la esposa del Che, y les entregó el plan nacionalista que habían intentado aplicar en Puerto Rico. Fue la base de la Revolución cubana y, más tarde, de la de Hugo Chávez.
Es una historia impactante. ¿Qué otras figuras te inspiran?
Lo que más me gusta del cine independiente es poder contar historias como esta. Me encantaría hacer algo sobre la Dama de Cao. Me sorprende el gran papel político que tuvo en su época; se sabe por cómo la momificaron, pero faltan estudios. Investigar más podría influir en cómo nos vemos y ayudar a que el abuso no sea un legado para las nuevas generaciones. Sería una forma de incentivar el cuidado y la protección hacia la mujer. Porque este problema tiene raíces culturales. Por ejemplo, uno de los lugares donde más segura me he sentido es Copenhague, la ciudad de mi esposo. Allí puedo caminar de noche en bikini y nadie me mira, toca ni dice nada.
¿Qué fue lo que te enamoró de tu esposo, el productor danés Martin Landgreve?
Creo que el respeto hacia la mujer, la manera en que me admira y me respeta. Eso es lo más importante para mí. Juntos hemos abierto una productora. El apoya mucho y entiende mi misión en la vida, que es luchar por estas causas, seguir hablando del Perú y crear cosas nuevas que traigan juntas toda mi cultura y mi raíz. Además, él es amante del Perú y conoce más ciudades que yo. Trabajamos muy bien juntos, lo que es algo difícil de hacer con tu pareja.
Modelo: Juana Burga / Fotógrafo: Diego Bendezú
Stylist: Ana Paula Cervera / Asistente de stylist: Natalia Guerra Kelly /
Maquillaje: Shiori Sato / Peinado: Shinya Iwamoto