Es difícil describir la fotografía de Macarena Puelles. Para algunos, sus imágenes de mujeres desnudas son bellas y hasta reivindicativas. Para otros, son sórdidas y provocadoras.
Por Vania Dale Alvarado / Fotos de Macarena Puelles
En una de sus primeras entrevistas por Game Of Thrones, a Massie Williams, la actriz que interpreta a Arya Stark en la serie de HBO, le preguntaron si su personaje era feminista. “Ni siquiera sabía qué era una feminista”, respondió. “Luego alguien me lo explicó, y recuerdo que pensé: ‘¿No es así como es todo el mundo?’ Y después me di cuenta de que no todo el mundo es feminista, lamentablemente”.
Después agregó: “Siento que debemos dejar de llamar a los feministas ‘feministas’ y simplemente llamar a quienes no son feministas ‘sexistas’, así, todos los demás somos simplemente seres humanos. O eres una persona normal o eres un sexista. A la gente se la etiqueta cuando es mala”.
Ese es el feeling que tuve con Macarena desde un principio. Me di cuenta de dos cosas:
1. Las ganas de etiquetar su trabajo como “feminista” no vienen de ella, sino de los medios de comunicación.
2. Si bien le dan exposición, se quedan en la etiqueta y dejan de lado su valor como fotógrafa.
Sus desnudos no parten de una ideología, sino que son una consecuencia de su forma de ser. Sus fotos son una especie de extensión de ella, de quién es y de cómo piensa, de lo que siempre le ha llamado la atención: el cuerpo femenino y la sexualidad. Macarena no leyó todas las teorías feministas del mundo y a partir de eso dijo: “Voy a fotografiar a mujeres en posturas sensuales con un objetivo específico”. No. Macarena se puso a retratar mujeres de manera instintiva. Así como hay fotógrafos que se sienten inspirados por el mar, a ella le sucede lo mismo con el cuerpo femenino.
Por supuesto que el éxito de sus fotos, aunque parezca contradictorio, tiene que ver con el espacio en el que surgen, con las taras que aún tenemos como sociedad. “¿Por qué a muchos les parece tan trasgresor lo que hace Macarena?”, me preguntaba. Y es que somos una sociedad todavía machista y retrógrada. Tenemos que preguntarle a Macarena por qué lo hace, por qué se muestra así –tan libre y tan desnuda–, qué quiere conseguir con sus fotos, imponerle a ella y a su trabajo una intención –y, si es posible, una intención de lucha–, porque nos cuesta entender que Macarena es, simplemente, una mujer libre de prejuicios que expresa su sexualidad como se siente cómoda y que toma fotografías de mujeres expresando, a su vez, su sexualidad y sensualidad a su manera, ya sea que se desnuden ante ella en un acto absolutamente natural (porque ¿por qué no?) o que para ellas esa sesión de fotos represente un momento catártico de liberación, ya sea que muestren un hombro o un pezón.
Para Macarena, explicar este proceso que en ella se da naturalmente y ser consciente del efecto que puede causar en muchas de las mujeres a las que retrata es, como ella misma reconoce, un acto posterior.
Mujeres libres
“Algunas me dicen que nunca se habían sentido tan cómodas calatas. Y yo feliz de que me digan eso, porque sé que estoy logrando algo. No sé exactamente cómo… será porque yo soy muy abierta con mi sexualidad y con mi cuerpo y me da igual, muchas veces, que me vean calata. Y les transmito eso, que no es tanta huevada”, me dice Macarena, a la par que reconoce que varias de sus retratadas le han agradecido con lágrimas en los ojos después de una sesión de fotos.
La verdad es que ella no anda preguntándose cómo su fotografía va a ayudar a cambiar el status de la mujer en el mundo, pero también es verdad que, gracias a Macarena, de una en una, más mujeres se van convenciendo de que su sexualidad –como quieran llevarla y expresarla– es un asunto que les compete solo a ellas.
Macarena no debería necesitar un statement feminista que acompañe sus fotos para legitimarlas. Las imágenes deberían ser valiosas por sí mismas, ya sean, para algunos, bellas y dulces, o, para otros, sórdidas, incómodas o desagradables. Son un producto artístico que no necesita de una protesta para sostenerse. Ahora, si nos remite a una lucha es porque, obviamente, somos conscientes de las desigualdades entre hombres y mujeres, y la sexualidad es una de las áreas en las que se evidencia esta desigualdad con absoluta claridad.
Las fotos pueden gustarnos o no, pero ese juicio de valor debería tener que ver más con nuestra noción de estética que con nuestros prejuicios. Uno de los pasos hacia la igualdad de género no solo consiste en dejar de juzgar el comportamiento de una mujer en relación a su sexualidad, sino –en este caso–, en apreciar (y juzgar, por qué no) el trabajo de una fotógrafa mujer más allá de una etiqueta, detenernos en el impacto estético de este, sin que eso implique no reconocer, por supuesto, que el poder que desprenden sus imágenes tiene mucho que ver con la figura femenina, con lo atrayente de ver a mujeres en libertad y armonía con sus cuerpos.
Ser feminista no es lo más interesante de Macarena Puelles. Hay mucho más detrás de sus fotos. Hay un ojo atento, una mente pensante, un hermoso uso de la luz y una estética y visión únicas. Necesitamos diálogo más que etiquetas. Lo bueno es que eso genera la fotografía de Macarena: efecto estético, diálogo y reflexión.