El actor es uno de los protagonistas de “Locos de amor 2”, comedia musical que se estrena el 14 de febrero, luego del éxito de su primera entrega. Conversamos con él sobre relaciones, sus dotes de cantante y un punto de quiebre que marcó su carrera.
Por Mariano Olivera Foto de Daniela Talavera
Marco no cree en las almas gemelas. Tampoco en el gran amor de la vida… “Claro que uno, a veces, se engancha en estas cosas y, de repente, tiene una relación medio tormentosa de la cual aprende”, dice el actor, que este año también se ha propuesto escribir cine. “No creo en el gran amor, pero sí en los compañeros de vida y en el amor en sí: tiene que estar presente en todas partes”.
En “Locos de amor 2” interpretas varias canciones emblemáticas. ¿Imaginas qué habría sido de ti si hubieras apostado por ser cantante? ¿Alguna vez te lo planteaste?
¡Por supuesto! Un poco fue por eso que me dediqué al teatro musical; ahí encontré la combinación de ambas cosas. Pero tener una carrera musical en el Perú es muy difícil, y es una pena. La corrupción que existe en el gobierno también existe en el mundo de las radios. En una radio me declararon la guerra cuando, por diversión, saqué un par de canciones. “No vamos a pasar la canción de Marco Zunino”, dijeron. Y tengo amigos que pagaron para que pasaran sus canciones, porque te piden plata, y al final no las pasaron. Es mucho más sucio de lo que imaginas… Por eso, me quito el sombrero por Ezio (Oliva), Diego (Dibós), Anna Carina, porque, lo digo con todas sus letras: en este país es una mierda ser un cantante.
¿Te hubiera gustado serlo, si no fuera una mierda?
¡Me hubiera encantado! Sí. Pero también la vida me ha ido llevando por lugares, ¿no?… Nunca hubiera terminado en Broadway, que es una de las cosas más lindas que me ha pasado… Y, a estas alturas, ya no me provoca ser cantante, para nada.
Hablando de Broadway, ¿pesa mucho haber llegado hasta allí y luego pasar a lo siguiente?
Sí, pesa… Lo de Broadway llegó en un momento de mi vida que tiene que ver con ustedes, con COSAS. Siempre quise salir en la portada de COSAS, no lo voy a negar. Cuando finalmente se dio la oportunidad, por mi trabajo en “Cabaret” (2009), me encontré con la revista en la mano y mis papás ya no estaban: me di cuenta de que no tenía a quién enseñársela. Mi familia, mis amigos, todo el mundo celebró la revista, pero… Fue un momento clave en mi vida porque me di cuenta: “OK, ya no hago cosas para que mis papás estén orgullosos de mí… Entonces, ¿para quién hago las cosas? Las hago para mí”, y empecé a enfocarme en por qué hacía esto, qué era lo que quería, lo que realmente me importaba, y comencé a encontrar mucha satisfacción en lo que hacía y en vivir de esto. Me sentí privilegiado. Y, de repente, llegó lo de Broadway, que fue algo que no estaba esperando ni busqué. Fue una cosa muy rara, muy linda, muy grande. Se repitió nuevamente, me fui a Corea a hacer “Chicago”. De pronto, tenía un manager, un agente en Estados Unidos; había entrado a un mundo nuevo. Regresé a Perú, donde había muchísima expectativa con todo el tema, y creo que empecé a presionarme mucho nuevamente sobre lo que tenía que hacer –lo siguiente debía ser importante– y a perder un poco la brújula. Por eso decidí tomarme un tiempo libre. Y ahora creo que ya sé cuál es el siguiente paso: me interesa hacer cosas que me den satisfacciones a todo nivel.