Abundan en Hollywood rumores sobre la vida sentimental del actor que, en las últimas semanas, ha sido ligado incluso a Charlotte de Mónaco. Su realidad parece ser, sin embargo, muy distinta: un hombre que se recupera de una pública ruptura y encuentra refugio en sus amigos y sus pasiones.
Por Manuel Santelices
Hace unas semanas, en uno de esos rincones oscuros de internet, surgió un rumor: Brad Pitt había iniciado una relación con Charlotte Casiraghi, princesa de Mónaco y, voilà!, la pareja estaría esperando un hijo. Como pólvora en el desierto, la noticia corrió de blog en blog y de columna en columna, creciendo en tamaño y fantasía hasta asegurar, poco después, que Brad, loco de amor, había decidido mudarse a Londres para estar más cerca de Charlotte.
“Brad viajará a Inglaterra para filmar ‘World War Z 2’, y no podría estar más feliz”, aseguró una fuente al sitio de chismes New Idea. “Vivirá en Londres durante los tres primeros meses de 2018 y, dado que se encontrará a solo un salto de Mónaco, podrá pasar mucho más tiempo con Charlotte”. Solo el tiempo dirá si este romance es cierto o no, pero permítanos tomar la noticia con una pizca de desconfianza considerando su origen.
Todo indica que el único contacto que Brad, de cincuenta y tres años, y Charlotte, de treinta y uno, han tenido hasta el momento fue durante la gala que Gucci organizó para LACMA, el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, hace unos meses. Aunque fuentes –la palabra más utilizada en el mundo del chismorreo digital– señalan que “no se despegaron en toda la noche”, no existe ninguna evidencia al respecto. En cambio, todo parece indicar que la princesa continúa adelante con su romance con el productor Dimitri Rassam, hijo de la actriz Carole Bouquet que, dicho sea de paso, también estaba presente en la gala donde supuestamente Charlotte y Brad “no se despegaron”.
Este no es el único rumor que rodea a la nueva soltería del que todavía –en el esplendor de su madurez– es considerado uno de los hombres más apetecidos de Hollywood. Dependiendo de a quién le pregunte, Brad ha tenido citas con Sienna Miller (falso), la maquilladora Jean Black (es una de sus mejores amigas) y con Ella Purnell (también falso), la actriz de apenas veintiún años que encarnó a una joven Maléfica en la película del mismo nombre protagonizada por Angelina Jolie.
Nadie sabe a ciencia cierta si el actor y su anterior esposa, Jennifer Aniston, han tenido contacto desde su separación, pero la idea de que él le esté rogando que vuelvan a casarse, como sugirió un tabloide en Estados Unidos, parece tan real como que la Tierra es plana y el calentamiento global no existe. Cero posibilidad. Jen, como la llaman sus cercanos y buena parte de la prensa, está felizmente casada con Justin Theroux, que no solo es guapísimo y un actor de primer nivel, sino también proviene de una destacada familia de académicos e intelectuales. Jen está feliz. Dejémosla tranquila.
¿Siguiente parada? Angelina, obviamente. La que un día fue considerada la mujer más sexy del mundo ha cambiado su imagen en el último tiempo, y aunque su belleza sigue siendo capaz de derretir un iceberg, tiene ahora un aire algo trágico y serio que, lejos de recordar a Elizabeth Taylor, con la que se le comparó en algún momento, recuerda en la actualidad más bien a María Callas. La dramática capa de chiffon negra con plumas que lució en la reciente ceremonia de los Globos de Oro –donde se cruzó en dos oportunidades con su archirrival, la Aniston– ayudaron a cimentar este nuevo rol.
Según las dos revistas confiables del show business estadounidense –People y Us Weekly–, tampoco es verdad que Brad se haya acercado a una desconocida en un café y se haya presentado como ‘William’, su nombre legal, para conquistarla. Lo que sí es cierto, de acuerdo con esas publicaciones, es que algunos de sus mejores amigos, incluyendo el director David Fincher y la mencionada Jean Black, han concertado “citas a ciegas” para él con mujeres que consideran adecuadas. Habrá que esperar a ver si algo resulta de todo eso.
Mientras tanto, la vida del actor transcurre tranquila en su casa en las colinas de Hollywood. Después de años trasladándose de continente en continente junto a la tribu familiar que formó con la Jolie y sus seis niños –Maddox de dieciséis, Pax de catorce, Zahara de trece, Shiloh de once, y los mellizos Knox y Vivienne de nueve–, dividiendo su tiempo en sets de filmación, residencias en Mallorca, Francia y Los Ángeles, conferencias humanitarias, visitas a refugiados y una lista interminable de suites de hotel, Brad, que según la Aniston fue siempre “un hombre de casa”, finalmente tiene un tiempo para sí mismo.
De acuerdo con Us Weekly, su única distracción es la visita de los niños dos veces por semana, los que son trasladados desde el hogar de Jolie, a solo unas cuadras de distancia, por choferes y niñeras a bordo de automóviles suburbanos. El resto del tiempo, parece concentrado en nuevos proyectos cinematográficos como actor y como productor –a través de su propia productora, Plan B–, y sus tres grandes pasiones: el arte, el diseño y la arquitectura. Jennifer Aniston solía bromear con que su casa era la más interesante de Hollywood desde el punto de vista del diseño, pero también la más incómoda. Una de las pocas alegrías que le trajo su divorcio, comentó una vez en las páginas de Vogue, fue que finalmente pudo sentarse en un sofá cómodo.
El actor también ha cambiado su dieta y dejó de beber, un tema con el que tuvo problemas en el pasado y que, de acuerdo a Angelina, acarreó problemas a su relación de pareja y su vida familiar. A cambio de vodka, ahora bebe jugo de cranberry con agua gasificada, como confesó en una entrevista el año pasado a GQ. Su nueva rutina involucra muchos menos viajes y menos actividades, pero eso mismo le ha servido para conectar con un grupo de amigos cercanos, hecho que, según “Us Weekly”, era muy difícil ante la presencia de la introvertida Jolie. La vida de soltero de Pitt en Hollywood quizás no sea todo lo excitante que quisiéramos imaginar, pero, a lo lejos, suena a una vida satisfecha y feliz.