José Ugaz, ex procurador anticorrupción, ex presidente de Proética, y actual presidente de Transparencia Internacional, la organización de alcance mundial que promueve medidas contra la corrupción política y los crímenes corporativos, analiza un escenario impensado hace tan solo unos meses.
Aunque sus palabras son duras, sus críticas no dejan de ser sumamente lúcidas, realistas y oportunas.
¿Cómo observa el devenir de esta campaña electoral?
Bueno, yo he venido diciendo que, en los años que tengo, jamás he visto una campaña tan promiscua como esta. Creo que la primera señal de promiscuidad fue ver cómo algunas personalidades políticas con cierta trayectoria claudicaron en sus principios para acomodarse por un cupo en el poder. Realmente ha sido muy llamativo ver en el poder a personalidades aliándose, incluso, con enemigos que contradicen toda una vida en defensa de determinados principios y valores. Eso es lamentable, porque creo que expresa la debilidad, primero, de las instituciones políticas y, en segundo lugar, habla de la calaña de clase política que tiene el Perú. Es decir, personas que pretenden llegar al poder sin ningún escrúpulo y cuyo único interés evidente es escalar en la toma del poder.
Lo dice por las alianzas políticas que se han dado y por aquellas postulaciones en listas congresales que habrían sido impensables hace unos meses…
Absolutamente. Hablamos de personas que se han pasado la vida denunciando y combatiendo determinados males en el país y que, de la noche a la mañana, terminan acomodándose con sus enemigos. Hemos visto pactos entre partidos que eran impensables hasta hace muy poco tiempo, y hemos visto a personas meterse en listas de candidatos que obviamente no representaban ninguna opción para el país. Luego que han aparecido las denuncias sobre estos candidatos, he visto con absoluto estupor, frustración y decepción cómo estas mismas personas defendían lo indefendible, con argumentos que ya lindan con la estupidez o la irracionalidad.
Quizá eso no debería sorprendernos, pero ¿qué correspondencia hay entre esto y el tema procesal, y la actuación de los entes electorales?
Hemos visto este tipo de conductas en personas que sabíamos que eran así, pero es la primera vez que vemos a personas que tenían una conducta política aceptable entrar en el rasero típico de la clase política deleznable. Todo esto favorecido por las reglas absurdas que se han puesto en práctica, que permiten partidos políticos que son vientres de alquiler, que, a falta de muy pocas semanas, se retiren a unos y a otros (candidatos) con argumentos formales, además de la aparente falta de equidad en la toma de decisiones: a uno se les favorece por una cosa y a otros, aparentemente, no. Ahora, más allá del debate sobre el derecho a elegir o el respeto a las formalidades que exige la ley, también es verdad que todos los candidatos o casi todos han actuado con una informalidad que los ha llevado a verse en los problemas que han tenido.
¿Las imperfecciones del sistema han desnudado nuestras taras?
Creo que desnuda a la clase política peruana, desnuda a los partidos políticos del país y desnuda al sistema electoral del Perú. Los tres, por donde se les mire, hacen agua. Acá lo que se necesita son reformas profundas en todos esos niveles. El Perú se merece una clase política distinta, y creo que nos merecemos reglas del primer mundo para una elección. Somos el hazmerreír del mundo con este tipo de decisiones.
Esas reformas que usted menciona, ¿no pasaban ya por esa Ley de Partidos Políticos que tanto se discutió en la década pasada?
Ha habido una resistencia que expresa, precisamente, las miserias de la clase política. Una resistencia a implementar las medidas fundamentales para la reforma política en el país: financiamiento de los partidos y mecanismos de democracia interna que son los que, de alguna manera, permitirían darle sostenibilidad en el tiempo a estas propuestas que los candidatos hoy día nos traen. Esto es, obviamente, culpa del Congreso.
El caso del Partido Nacionalista podría ser un buen ejemplo. Invocando la ley y esta modificación que les permite no participar en esta elección y mantener la inscripción, sacaron sin más a su candidato presidencial.
Y el congresista Fredy Otárola, que tuvo bajo su responsabilidad esto, dijo que él había sido el impulsor de las grandes reformas, y hoy está siendo acusado por los miembros de su partido de haber boicoteado su candidatura presidencial. Este juego en el que yo presento un candidato, testeo si va a levantar y, si no lo hace, lo retiro para mantener la inscripción es una cosa absolutamente perversa, porque lo único que permite es que haya cuatro personajes que mañana tienen una marca en la mano y se la venden a cualquiera. Esto es lo que fomenta la improvisación y una suerte de actitud mercenaria en la política.
Por: Carlos Hidalgo
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