Entre críticas y apoyo ciudadano, el nuevo alcalde de Miraflores intenta capear el temporal y convertir a uno de los distritos más emblemáticos de la ciudad en un ejemplo de ciudadanía, seguridad y espacios públicos.
Por Edmir Espinoza Foto de Javier Zea
La llegada de Luis Molina a la alcaldía de Miraflores no ha pasado desapercibida para nadie. Por un lado, ha recibido duras críticas por una ordenanza municipal que restringía la circulación de motocicletas con más de un ocupante, por el mal estado de jardines y parques, y por un deficiente y casi irreconocible servicio de recojo de residuos sólidos. Por el otro, ha recibido el apoyo de buena parte de los vecinos tras sendos operativos de fiscalización en la Calle de las Pizzas y la calle Berlín.
Pero más allá de las pasiones que sucita su corta gestión, Luis Molina aspira a transformar el distrito a partir de obras como la construcción de la nueva Concha Acústica, la habilitación de cinco hectáreas de áreas verdes en lo que denomina “los andenes de Miraflores” y la celebración de la Bienal de Arte de Miraflores por el Bicentenario.
Usted lleva quince años trabajando en la administración pública, pero ¿quién era Luis Molina antes de entrar en la política y cómo así se animó a tentar una alcaldía distrital?
Antes de entrar en política, he sido un empresario exitoso en el rubro de los seguros privados. Soy abogado de la Universidad Católica y, como corredor de seguros, logré formar una empresa y alcanzar cierto éxito. Fue recién hace unos veinte años, cuando tenía 49, que un amigo, Jorge Bonifaz Carmona, en un almuerzo de promoción, me dijo: “Tú deberías ser jefe de campaña”. Y aunque lo dudé, al final accedí a su propuesta, y así es como comienza mi vida política. Al final lo llevé al éxito: consiguió ganar la alcaldía de La Victoria, y fue entonces cuando me picó el bicho de la política y me animé a trabajar para el Estado. Primero en el Congreso de la República como asesor, y luego como regidor en Miraflores, cargo que cumplí por doce años en tres periodos con diferentes alcaldes.
Tranquiliza saber que es usted un empresario existoso. Muchos de sus colegas, en cambio, ingresan a la política para incrementar su patrimonio. ¿Cómo evitar que en las municipalidades la corrupción permanezca enquistada?
Una de mis promesas fue crear una comisión anticorrupción, y, al poco tiempo de asumir la alcaldía, hemos logrado una ordenanza que oficializa la creación de esta comisión. Voy a nombrar a cinco vecinos notables para que, de forma independiente, hagan sugerencias correspondientes en los temas de corrupción. Otra medida es tratar de simplificar los procesos, porque, cuando es más largo, más plata te piden los corruptos. Lo que trato es que el vecino recupere la fe en la Municipalidad, cosa que hoy no existe.
Luego de quince años trabajando muy cerca de la administración pública, ¿le sorprendió el nivel de presión de asumir una alcaldía tan importante como la de Miraflores?
Con doce años de experiencia como regidor, ya sabía lo que se venía. Estoy cumpliendo mi plan de trabajo. Veía que en el corazón de Miraflores existía un prostíbulo que era la calle San Ramón –mal llamada Calle de las Pizzas–, y ahí notaba que la familia miraflorina había perdido ese espacio público. Yo prometí a las familias miraflorinas recuperar los espacios públicos perdidos, y es justamente lo que estamos haciendo.
Durante estos primeros meses de su gestión, han caído sobre usted varias críticas. Dicen que hay jardines descuidados en el distrito y problemas con el sistema de recojo de basura. ¿Cómo responde a estas quejas ciudadanas?
Primero te explico lo de la basura. Yo entro el 1 de enero del 2019 y me encuentro con una situación complicadísima, en la cual había un contrato que se vencía el 4 de marzo. A partir de esa fecha, comenzaba el desabastecimiento inminente, y a Miraflores nunca le había pasado eso. Entonces dije: “Voy a tomar dos decisiones: la primera es preparar el concurso, que dura cuatro o seis meses, hasta que se dé la buena pro de recojo de residuos sólidos”. Y lo segundo fue presentar una declaración al pleno del concejo que anunciaba un desabastecimiento inminente. ¿Qué significa esto? Que la alcaldía tiene la facultad de escoger a dedo. Es decir, la empresa que me parezca que dé las condiciones y que sea garantía para Miraflores será la empresa indicada. Pero eso se presta a comentarios sobre corrupción. Por eso decidí invitar a las cinco empresas más importantes del mercado de recojo de basura y les di una oportunidad para que presentaran su cotización. De las cinco, la propuesta de Petramax, con un presupuesto de 24 millones y pico de soles, fue la del presupuesto más bajo, y lo lógico fue elegir a esa empresa. En el tema de los parques y jardines, ocurre lo mismo. Hay un problema en su mantenimiento, no te puedo mentir. Pero puedo prometer que, en quince o veinte días, esto ya estará solucionado al 100%.
Por otro lado, está el tema de los motociclistas. Usted propuso una ordenanza para prohibir circulación de dos personas en moto, pero luego reculó. Ahora ha planteado un proyecto de ley al Congreso con el mismo espíritu. ¿Cuál es la intención y a qué responde?
Desde que he llegado a la alcaldía, y en gestiones anteriores, las motos han tenido una importancia tremenda para asaltos. Antes, el robo de las motos era en La Aurora, ahora están en el corazón de Miraflores… Hace poco entraron a Tarata y mataron a un holandés. Así que dije: “Esto se acabó”. Propuse una ordenanza, la puse en debate público y fue un polvorín. Duró quince días y, entonces, dentro de todas las opiniones, me di cuenta de que Miraflores no es una isla. Por eso hemos planteado este proyecto de ley, pero que tiene sus excepciones. La idea es que los motociclistas puedan inscribir de forma rápida, y en cualquier comisaría, a su pareja o esposa, para poder circular sin problemas. Además, la ley no aplicaría para las motos ocupadas por dos mujeres. En Medellín, con un sistema parecido, se han reducido en 50% la delincuencia y los accidentes de tránsito.
Lo que sorprende es esa diferencia que plantea entre hombres y mujeres.
Yo no soy el sabelotodo. Solo lo pongo en agenda, y lo que pido es que se haga algo. Está probado que el mayor índice de asaltos viene de los varones, y por ello estamos planteando esto. Yo sé que es muy difícil acabar con la delincuencia, pero aunque sea un granito de arena tenemos que aportar en este tema.
Cuando culmine su gestión en Miraflores, ¿cómo le gustaría ser recordado?
Como el alcalde que pudo concretar ciertas obras emblemáticas. He prometido hacer una piscina, un gimnasio, los andenes de la Costa Verde –con lo que ganaremos más de cinco hectáreas de espacio público y áreas verdes llenas de árboles, jardines y jardines botánicos– y recuperar la Concha Acústica. Tú eras joven seguro, pero en Miraflores, en lo que hoy es Larcomar, había una Concha Acústica y una pista para patinar. Hacían unos espectáculos increíbles y todos los miraflorinos estábamos felices.
Desde que asumió la alcaldía, ha mostrado su preocupación por la cultura y el arte. ¿Hasta qué punto su gestión está abierta a recibir sugerencias y propuestas de artistas para intervenir espacios públicos?
Siempre he sido una persona abierta, no soy un todista, e intento escuchar a todas las personas. En cuanto a lo que me dices, queremos organizar la Bienal de Miraflores Bicentenario 2021. Le he pedido a Lucho Lama, quien hizo la Bienal de Lima, que nos apoye con este proyecto. Pero, más allá de eso, estamos restaurando la Sala Luis Miró Quesada Garland y el auditorio Julio Ramón Ribeyro.
¿Y el Centro Cultural?
Te doy una primicia: voy a retirar el registro civil de ahí, lo voy a reubicar, para que todo el Centro Cultural sea realmente un espacio de arte y cultura. Vamos a poner ahí a Sinfonía por el Perú, de Juan Diego Flórez, quien está encantado con la idea. La idea es que hasta aquí lleguen los 600 jóvenes que conforman este sistema de orquestas juveniles.
¿Qué es lo más duro de ser alcalde?
El trabajo y la incomprensión de un grupo de vecinos. Yo trabajo las 24 horas, porque la ciudad vive 24 horas. Duermo poco.
¿Cuánto duerme?
Cuatro o cinco horas por noche. Me levanto a las cinco de la mañana a leer. El día a día es muy bravo.
Más allá del trabajo, ¿tiene hobbies?
Aunque tengo poco tiempo, intento jugar ping-pong, fulbito de mano… Además, toco cucharas en el ambiente criollo. Mi abuelo, Óscar Molina Pardo, compuso “Idolatría”, un vals muy famoso. Y tengo siete nietos, lo cual ocupa buena parte de mi tiempo libre.
Luego de quince años en la función pública y viendo a Muñoz, ¿no le queda el bichito de que si todo sale bien puede asumir el reto de Lima, por ejemplo?
Todavía no lo he pensado (risas). Soy una persona muy sencilla. Lo que quiero es hacer una bonita gestión y que los vecinos me recuerden como un buen alcalde. Total, el poder es temporal.
¿Usted sigue considerándose de Solidaridad Nacional?
Para mí, desde el momento que terminó la elección, el único partido que tengo son los vecinos.
Pero usted ha dicho que si descubre corrupción en la gestión de Castañeda, renunciaría a la alcaldía de Miraflores.
Es verdad. Siempre he confiado en él; es un tipo honesto.
No lo veo tan convencido.
Estoy convencido. Además, hasta hoy no le han podido probar nada.