Martina Muñoz, con 16 años, se ha coronado campeona mundial de muay thai en Tailandia. A pesar de ser consciente de su talento, está segura de una cosa: su madre, Mariella Montagne, es quien le enseñó lo que se necesita para triunfar.

Por Andrea Mena. Fotos Elías Alfageme

Hace exactamente dos años, Martina Muñoz decidió darle una oportunidad al deporte del momento: el muay thai. Todas sus amigas querían practicarlo, y ella, siendo una atleta desde su niñez gracias al incentivo de su padre, el alcalde Jorge Muñoz, no pudo evitar sentir curiosidad. Sin poder predecir lo que se avecinaba, su mamá le hizo una propuesta: “Si este es un deporte que te interesa, tendrás que decidir entre el tenis, que siempre has practicado, o el muay thai”. La respuesta no tardó en llegar.

En menos de dos meses, Martina ya estaba matriculada en la academia Knockstar Team. De sus amigas, ella fue la única que persistió, con lo que demostró también que tenía un talento innato y la completa disposición de dar todo de sí. “Para destacar necesitas dos cosas: disciplina y corazón. Si eres talentoso, tienes ventajas. Pero, si no eres disciplinado y apasionado, no avanzas”, asegura Martina. Ella cuenta con ambas cualidades, como asegura su
entrenador, Francesco Bonomini.

Martina entrena en la academia Knockstar Team.

“Al comienzo no quería pelear; solo iba para entrenar y mantenerme activa. Pero, cuando tuve mi primer enfrentamiento, dentro de la misma escuela, supe que quería dedicarme al muay thai”, recuerda Martina, en referencia al comienzo de su carrera deportiva en 2017. Para ella, este deporte se convirtió en algo más: en un estilo de vida. Incluso, Mariella revela que en alguna ocasión castigó a su hija por dedicarle más tiempo a su academia que a los estudios: si no recuperaba su nivel académico, no entrenaba. Definitivamente, un castigo poco común para una adolescente.

De alguna forma, para Martina, este deporte completó un espacio que siempre estuvo vacío. Desde muy temprana edad quiso practicar una actividad de contacto, hecho que no es precisamente agradable para una madre. “La primera vez que fui a una pelea, no logré ver nada. Me tapaba los ojos y filmé solo el piso. Si ves que le meten un puñete a tu hija, se te estruja el corazón”, confiesa Mariella. Sin embargo, para la segunda pelea, ya era una fanática más; una que la llevaba a todos sus entrenamientos; que la filmaba cada vez que era posible; que gritaba con todas sus fuerzas desde el público y, además, vivía el momento al cien por ciento.

No fue diferente cuando su entrenador la invitó a competir en Tailandia. Antes del H viaje, con el buen ánimo que la caracteriza y el apoyo de su madre, Martina trabajó como nunca lo había hecho. Inevitablemente, Mariella sintió cómo su instinto de protección empezaba a invadirla. Es difícil ver a una hija partir, incluso si es por un par de días. Nunca sabes lo que puede pasar, especialmente por la distancia. Aun así, al ver el esfuerzo de Martina, le dedicó un mensaje que la guiaría a la victoria: “Entra con todo y haz lo que tengas que hacer para ganar, con puro corazón y la cabeza en alto”. Ambas sabían que iba a significar un gran reto; pero, confiando en su capacidad, nuestra compatriota viajó con mentalidad ganadora.

“Para Martina, el muay thai se convirtió en algo más: en un estilo de vida”, cuenta su madre.

Aunque Martina no es muy expresiva, como asegura su madre, no pudo contener las lágrimas cuando la anunciaron ganadora de la final del Campeonato Mundial de Muay Thai 2019. “Gané y me sentí aliviada. Todo el tiempo estuve preparándome para poder ganar. Después del gasto, solo pensé: al fin. En ese viaje me coroné. Honestamente, jamás pensé que yo, una chica de 16 años, iba a aparecer en un periódico de la noche a la mañana”, cuenta con emoción.

Cada pelea la llena de pasión y adrenalina, pero esta vez fue diferente. Fue especial. Ya no competía solo por ella, sino por un país entero. Y, a pesar de que tenía dudas sobre el resultado, sabía que debía vivir el momento. “Si me lo hubieran dicho hace dos años, cuando recién empecé a entrenar, habría pensado que era imposible. No solo en el deporte; llega un momento en el que te das cuenta de que en todo, si quieres, puedes destacar. Ahora sé que, si me propongo cualquier cosa, puedo hacerla”, dice mientras se siente más segura que nunca.

Martina entrenando junto a su coach, Francesco Bonomini.

Martina regresó a Lima el 10 de abril, con su medalla de oro y todos los rezagos de su victoria en el continente asiático. Hoy sus planes consisten en seguir peleando y, en un futuro próximo, regresar a Tailandia para mejorar su técnica y aprender estrategias que incrementen su conocimiento. Si bien es ya una campeona mundial, aún no sabe si se va a dedicar profesionalmente al muay thai. Prefiere no preocuparse por lo que vendrá y tomarse un tiempo para descansar.

Tiene algunas ideas en mente, como estudiar Ciencias Políticas en el extranjero o incursionar en el modelaje. Pero, como le aconseja su madre, es importante que disfrute el momento. Mejores experiencias llegarán en un futuro y, aunque quizá tenga que sacrificar algunas cosas, todo, absolutamente todo, valdrá la pena.