El escritor y periodista Michael Reid, actual editor senior de “The Economist” en temas de América Latina y España, reflexiona acerca de las implicancias de la fallida Operación Libertad de Juan Guaidó y las consecuencias de una futura transición de poder en Venezuela.

Por Edmir Espinoza

Durante las últimas semanas, las pujas, golpes y contraataques entre el gobierno autocrático de Nicolás Maduro y las fuerzas opositoras lideradas por el autoproclamado presidente interino, Juan Guaidó, han sumido a Venezuela
en un ambiente de desconcierto y absoluto caos. Por un lado, la fallida Operación Libertad –que buscaba derrocar del poder a Maduro–, y por el otro, la detención del vicepresidente del parlamento venezolano, opositor al régimen, han generado que el sueño de un gobierno democrático en Venezuela comience a tornarse cada vez más lejano.

Esta permanente convulsión ha cambiado la situación en torno al futuro político de Venezuela, al punto que si hace un par de semanas parecíamos estar presenciando las últimas horas del gobierno de Maduro, hoy resulta difícil arriesgar un pronóstico sobre el devenir próximo del poder en el país llanero. Al respecto, Michael Reid,
editor senior de la revista “The Economist”, y especialista en política latinoamericana, intenta dar luces sobre las razones por las que Maduro continúa encaramado en el Palacio de Miraflores, y advierte sobre las consecuencias
de un eventual transición democrática del poder en Venezuela.

La Operación Libertad convocada por Juan Guaidó no cumplió con su cometido de separar a Nicolás Maduro del poder ¿Qué se necesita para restablecer la democracia en Venezuela?

Esa es la gran pregunta. Pienso que una acción militar por parte de Estados Unidos sería altamente riesgosa, costosa en vidas de civiles venezolanas, y no se va a producir. Creo que el único camino es combinar sanciones con la más amplia presión diplomática y con negociaciones. Es difícil negociar con Maduro y su gente más
cercana, pero es esencial hacerlo con las fuerzas armadas del régimen.

Para Reid, el camino hacia una Venezuela democrática pasa primero por desarmar al país y reconstruir la institucionalidad.

Tras las sanciones económicas y el embargo de cuentas bancarias del estado venezolano emprendidas por los Estados Unidos, ¿en qué radica actualmente el poder de Nicolás Maduro en Venezuela?

Maduro tiene el control del poder duro: las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia y los “colectivos” (grupos paramilitares organizados por el régimen). Y cuenta con el apoyo de contra-inteligencia de Cuba, y el apoyo diplomático de Rusia y China.

 

La gran mayoría de grupos de izquierda en la región han marcado distancia con el gobierno de Maduro. Sin embargo, existen fuerzas izquierdistas que todavía defienden la “soberanía venezolana” y condenan cualquier intervención militar. ¿De dónde surge esta lealtad sin cuestionamientos al Chavismo?

Primero, para muchos en la izquierda latinoamericana el “antiamericanismo” (o sea oposición a los Estados Unidos) es más importante que el apoyo a la democracia. Y hay una lealtad ciega al comunismo cubano, por más que es un fracaso evidente. Varios de estos grupos de izquierda recibieron dinero de Hugo Chávez, que ha generado una importante lealtad.

¿Qué lecciones puede aprender Latinoamérica de la crisis venezolana para que esta historia no se repita?

Creo que la lección crucial es estar alerta cuando líderes populistas empiecen a minar a las instituciones y centros de poder independientes (poder judicial, entes reguladores, bancos centrales, medios de comunicación, etcétera).
En el siglo XXI las democracias mueren en forma paulatina a manos de populistas y otros autócratas electos –como pasó con Chávez– no con tanques en las calles.

La crisis en Venezuela ha generado una problemática migratoria en algunos países de la región. Visto a un mediano plazo ¿Cómo este fenómeno podría influir en el desarrollo social de nuestras naciones?

En el mediano plazo, es positivo para los países receptores. Gracias a los abusos de Maduro, Venezuela está exportando capital humano y el Perú, entre otros, importándolo. En Chile, los venezolanos están trabajando en la agricultura, en puestos que ya no les interesa a los chilenos. Evidentemente, a corto plazo, es una carga para
los países receptores. Los servicios públicos en América Latina de por sí están colapsados y bajo presión, y hoy deben atender a un número adicional muy significativo de personas, y en forma repentina. No es fácil.

Reid cree que Venezuela es un país rehén de la renta petrolera.

En una entrevista pasada, comentaste que el miedo al castrochavismo es explicable, y que la mayoría de latinoamericanos somos anticomunistas ¿Cómo se ha dado este proceso y cómo se explica esto luego de una época en la que los gobiernos de izquierda prevalecieron en la región?

Tanto Fidel Castro como Chávez querían el poder para siempre, y una vez que lo tuvieron, nunca lo soltaron. Eso explica el miedo. A pesar de todas las dificultades, la mayoría en Latinoamérica sigue siendo demócrata (claro que quieren que sus democracias funcionen mejor). Muchos de los gobiernos de izquierda eran democráticos (Brasil, aunque el Partido de los Trabajadores finalmente utilizó la corrupción para tratar de quedarse en el poder; Chile, Uruguay, y Ollanta Humala en el Perú, por ejemplo).

¿Qué podríamos esperar de una futura transición democrática en el gobierno venezolano y cuáles serían las claves de la recuperación económica y social del país?

Creo que una transición democrática en Venezuela va a ser complicada y va a tomar tiempo (por lo menos un año desde que empiece). No solo hay que reconstruir la economía y proveer ayuda a la gente que están viviendo en miseria. Hay que desarmar el país (hay muchas armas en manos de civiles, presencia impune de guerrilleros colombianos y las cárceles no están bajo el control del gobierno). Y hay que reconstruir las instituciones. Para que haya una elección libre y justa, se necesita reformar a la autoridad electoral, el tribunal supremo, etcétera.

¿Hasta qué punto ha influido el caso venezolano en el viraje ideológico del continente hacia un modelo más liberal?

Creo que el desastre venezolano ha sido un factor que ha ayudado a candidatos conservadores ganar en las elecciones (en Brasil y Colombia, por ejemplo). Hasta qué punto esos conservadores son liberales, sería un buen tema de debate.

Aunque la figura de Guaidó reavivó las esperanzas de la oposición venezolana, hoy el régimen de Maduro parece no tener intensiones de dejar el poder.

Para muchos expertos, el ingreso del chavismo al poder fue consecuencia de una oligarquía que aprovechó el auge del petróleo para sus propios intereses. ¿Qué garantías tiene el pueblo venezolano de que este ciclo no volverá a repetirse?

Efectivamente, Venezuela es un país rehén de la renta petrolera. El sistema democrático anterior a Chávez (1959-99), con todos sus defectos, funcionó razonablemente bien hasta que se desplomó el precio del petróleo en la década de los ochenta del siglo pasado. Venezuela necesita liberarse de su dependencia petrolera, que Chávez agravó destruyendo la economía no petrolera con controles, expropiaciones y otras malas políticas. No será fácil.

Ante la falta de datos reales sobre la inversión interna en Venezuela ¿Cuáles son las cifras de la inversión extranjera en el país y como estos números pueden afectar la continuidad del gobierno de Maduro en el poder?

Puesto que faltan estadísticas oficiales confiables, es muy difícil saber. Mucho del dinero que llegó del extranjero fue en forma de créditos reembolsables en petróleo, no en inversión directa. Venezuela debe aproximadamente US$50 billones a China y US$20 billones a Rusia.